Ya lo advirtió el anterior secretario de las Naciones Unidas
Ban Ki-Moon hace años, que la falta de ineficacia de la ONU a la hora de
cumplir con su misión en el Sáhara Occidental, acabaría agotando la paciencia
de los saharauis y quebrando esa falsa paz que surge de los llamados conflictos
“congelados”. Nadie hizo caso porque, entre otras cosas, varios miembros del
Consejo de Seguridad tenían interés en favorecer a Marruecos y que la ONU no
organizase el referéndum de autodeterminación al que, de acuerdo a las
resoluciones de Naciones Unidas, tiene derecho el pueblo saharaui.
“Conflicto congelado” es un término muy utilizado en jerga
geopolítica para esos problemas que no están resueltos pero no generan campos
de batalla y que la comunidad internacional deja a un lado para resolver otros
asuntos más urgentes donde sí corre la sangre. En los últimos veinte años se ha
utilizado, por ejemplo, para resumir la situación de la descolonización
pendiente de la antigua provincia española situada a apenas 100 kilómetros de
las islas Canarias. Muchos pensaban que las componendas que mantenían el
congelamiento no iban a variar, empezando por el propio Gobierno marroquí que,
con éxito, ha logrado impedir a la ONU aplicar su plan de paz para el Sáhara
(que Marruecos aprobó) sin ser nunca condenado por ello. Hasta que la
intervención marroquí en el Guerguerat esta semana contra una protesta de
civiles saharauis ha operado el descongelamiento en menos de 24 horas y forzado
a la diplomacia internacional a moverse con desenfreno para evitar sus
desastrosos efectos en esa zona del África occidental, ya de por sí bastante
martirizada por varios focos de violencia.
Hay varias evidencias de que la reacción del Frente
Polisario a la acción militar marroquí esta vez va más allá de esos avisos
verbales con los que, desde hace semanas, venía advirtiendo que la ONU estaba
jugando con fuego al no cumplir con sus compromisos y poner fin a las intervenciones
marroquíes en el Guerguerat. Estamos hablando de una zona desmilitarizada por
acuerdo tanto de Marruecos como del Frente Polisario y donde no deberían entrar
ni tropas, ni construirse puestos de aduanas, como en cambio han hecho las
autoridades marroquíes para visibilizar la anexión de un nuevo trozo de la
colonia española que no controlaban antes de la implantación del alto el fuego
en 1991. Un primer indicador de que incluso Marruecos ha percibido el cambio, es que,
como suele ocurrir en todo conflicto armado, ya se está cumpliendo ese lema vigente desde el estallido de la I Guerra Mundial y que marcó el arranque de la era de la
desinformación masiva mucho antes de que existiese Internet: en cuanto estalla
la guerra, la primera víctima de los disparos es la verdad.
Un buen ejemplo de ello son las informaciones con las que la
agencia oficial de noticias de Marruecos (MAP) está ocultando la verdad a su
opinión pública y, de paso, dando ideas a posibles aliados para que contribuyan
al ruido de la verdad deformada e incompleta, clave para el éxito de los
movimientos diplomáticos a favor de sus intereses. Llaman la atención los
numerosos titulares que intentan justificar la intervención marroquí contra los
participantes en la protesta a través de representantes y supuestos activistas
saharauis que intentan dar la idea de que la mayoría de la población saharaui
de los territorios ocupados por Marruecos apoya la intervención de las fuerzas
armadas y rechaza los planteamientos del Frente Polisario calificándolos con el
despectivo y erróneo término de “ideologías obsoletas”.
Es el caso de un supuesto activista de los derechos humanos que declara
que “La decisión de Marruecos de actuaren Guerguerat, es una consagración de la paz y la seguridad en la región” o el
titular que recoge que “El Consejo regional de Dajla-Río de Oro aplaude la
decisión de Marruecos de actuar en Guerguerat”. En ambos se oculta, que la
protesta civil tenía por objetivo llamar la atención de la ONU y exigirle algo
tan poco “ideológico” como es el plan de paz, eliminando el puesto de aduanas y
organizando el referéndum de autodeterminación.
Ya comentamos aquí esta tendencia de la monarquía alauita a mentir a su
opinión pública. Tampoco es un secreto que en el Sahara Occidental ocupado no
existe la libertad de opinión necesaria para decir lo contrario de lo expresado
por estos titulares. Pero llama la atención de que, 45 años después de la
supuesta Marcha Verde realizada por miles de civiles marroquíes para
“recuperar” (como dijo entonces el rey Hassán II) “pacíficamente” el territorio
saharaui, su hijo y actual rey Mohamed VI siga ocultando la verdad de la
situación ilegal que mantiene la presencia marroquí en el Sáhara, de acuerdo a
derecho.
En estas y otras informaciones de la MAP se da por hecho que el Sáhara forma
parte de Marruecos y que el Frente Polisario (que para la ONU y la Unión
Africana es un movimiento de liberación) es para Rabat un movimiento “terrorista”
y “separatista” alentado y armado por la obsesión de la vecina Argelia en acabar
con su grandeza imperial. Se oculta cuidadosamente a los ciudadanos marroquíes que
el Sáhara sigue siendo para la ONU un Territorio No Autónomo (pendiente de
descolonizar, es decir, una colonia). Cambiar a la versión del derecho
internacional, les obligaría a reconocer
que el rey Hassán II les mintió descaradamente en 1975 cuando les aseguró que
el Tribunal Internacional de La Haya había reconocido la “marroquinidad” del
territorio y que el problema de la legalización de su anexión por la vía de los
hechos consumados quedó zanjado por esos acuerdos de Madrid firmados el 14 de
noviembre de 1975 con el último Gobierno del dictador Francisco Franco.
La versión de Rabat convierte incluso en crimen traspasar la línea roja que
separa esta trola manifiesta con la verdad certificada por las resoluciones de
la ONU y la propia presencia de los cascos azules de la MINURSO, la Misión de
la ONU para el Referéndum del Sáhara Occidental: los acuerdos de Madrid nunca
tuvieron validez porque eran contrarios a derecho, entre otras cosas porque el
TIJ reconoció que el Sáhara nunca formó parte de Marruecos y que la
descolonización de la colonia española debía hacerse con la organización de una
consulta tal como habían marcado las resoluciones de la ONU desde los años
sesenta. Como la mentira llama la
mentira, no hay que sorprenderse de que, en la versión fantasiosa y propia de
un régimen sin respeto por los derechos humanos de sus propios ciudadanos, la presencia
de los cascos azules no tenga que ver con la organización de esa consulta a la
que alude la R de las siglas de la MINURSO, sino con el mantenimiento de la paz
frente a los aviesos planes del “enemigo” argelino.
El reto marroquí de justificar una agresión
Como en toda pieza de propaganda falsificadora hay un elemento interesante y
a tener en cuenta en la versión marroquí: el abierto reconocimiento por parte
de Rabat de que sus fuerzas armadas han sido las primeras en violar el alto el
fuego empuñando las armas para acabar con una protesta de civiles. El gran reto
de Rabat es ahora demostrar a sus ciudadanos que la comunidad internacional está
aplaudiendo su intervención en el Guerguerat. De cara a los foros
internacionales, no le queda otra que intentar justificar la acción de su ejército
asegurando que se vio obligado a tomar la iniciativa en defensa de la paz y la “integridad
nacional”.
A ver ahora cómo reacciona el Gobierno del PSOE y Podemos de Pedro Sánchez y
Pablo Iglesias que, pese a su entusiasmo por el derecho internacional, todavía
siguen sin declarar oficialmente nulos los acuerdos de Madrid y negando con
ello la doctrina de la ONU que señala al Sáhara como un Territorio No Autónomo
y a España como su potencia
administradora. De haberlo hecho, Pedro Sánchez no hubiese consumado el pasado
mes de septiembre en las Naciones Unidas la triste intervención ante la Asamblea General de la ONU con la que suscitó la alegría de los invasores
marroquíes y la indignación saharaui al exigir una solución “política justa,
duradera y mutualmente aceptable” para el problema. El esmero con el que obvió toda
alusión al derecho a la autodeterminación de la colonia española sin duda ha favorecido
el “descongelamiento”.
A Pedro Sánchez seguramente le pasó una mala jugada esa extendida creencia
de que la paciencia saharaui ante la injusticia no se iba a agotar. Lo
sorprendente es que no le hizo cambiar el rumbo la avalancha de pateras con
miles de emigrantes con que el rey Mohamed VI viene inundando en las últimas
semanas las islas Canarias para forzar al Gobierno de España a ser su cómplice.
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias tendrás sus razones. Pero, ¿Y ahora qué? ¿Van a
permitir que España se convierta en culpable de un nuevo derramamiento de
sangre a las puertas de su casa?