Una mirada a África como tablero de la geopolítica internacional

martes, 23 de junio de 2009

El dilema del Tribunal Supremo ante el extraño ERE de los funcionarios saharauis (III)


Los jueces del Tribunal Supremo decidirán hoy si el funcionario Mohamed Fadel Alí Brahim tiene derecho a ese puesto de trabajo que él nunca sospechó había perdido y ahora reclama. Con la votación y fallo de los magistrados, sin embargo, se dirimirá algo mucho más importante que el futuro laboral de un funcionario de Hacienda en la provincia española del Sáhara. De darle la razón a Mohamed Fadel, el fallo borraría una injusticia al sentar un precedente para muchos de los 3.500 antiguos funcionarios de etnia saharaui que también fueron despedidos con feas y vergonzosas artimañas, entre ellas las de falsificar su firma en una carta de renuncia a la condición de servidor del Estado.

Al rey de Marruecos seguramente lo hará ninguna gracia si a Mohamed Fadel le sale bien lo de hoy. Al ministro Moratinos, tampoco. Y al diputado del PP Gustavo de Arístegui, menos que menos. Pero eso, creo yo, es lo de menos.

Que Dios reparta suerte y ¡al toro! (por lo menos, cruzando los dedos). Mientras esperamos el resultado de la votación el propio Mohamed Fadel (que por cierto me confirma no llegó a Madrid en patera sino que aterrizó en la T-4 donde perdió el rumbo un largo rato sin poder recurrir a la guía de las estrellas) ha contactado con este rincón del ciberespacio para expresar públicamente su sentir. Allá va, este que sigue es su propio comunicado:


DECLARACIÓN DE MOHAMED FADEL ALÍ BRAHIM EN RELACIÓN AL FALLO SOBRE SU CASO EN EL TRIBUNAL SUPREMO

Mañana sus señorías los Jueces del Supremo de la Sala Tercera, darán su voto y fallo sobre mi caso. Estoy profundamente convencido, como iniciático que soy, que la VERDAD ES UNA y sólo una. De igual manera pienso que lo están las personas que tendrán en sus manos que las cosas discurran de una manera u otra, tanto como han descubierto, bien por vocación, bien iniciación como la mía, o simplemente por el camino de des-fragmentar en su quehacer cotidiano de justicia y VERDAD INDIVISIBLE.

Ese ejercicio no está exento de múltiples sentidos. El que a mí me toca, es el recibir el coeficiente de la regla áurea. De esa manera, sus señorías, habrían dado UN DATO de la justa proporción en la ecuación algebraica simple de la regla de tres. Y añado, también dirigiéndome a las mentes refinadamente receptivas y atentas, que esa reivindicación mía y por ende a otros 3.500 funcionarios, no vaciaría a las arcas del Reino en cuanto a grano se refiere.
Lo contrario no divierte a nadie por un lado y ni tampoco demostrar el absurdo en el que vivimos, por el otro, poniendo un grano en la primera casilla del tablero del Rey, y reivindicando el resultado de la formula exponencial. Con la reparación de esa deuda moral, caso freudiana, se habrá encontrado la paz y la justa proporción.

Como ves antes de coger el camello para la península he consultado a los maestros persas y también los grecolatinos. Y hoy estoy aquí presente ante los jueces, esperanzado en que me den una herramienta y que la historia siga su cauce natural, con la serenidad de sus olas y la sencillez de la que nos regocija.

Mohamed Fadel Alí Brahim

El Tribunal Supremo y el misterioso ERE de los funcionarios saharauis (II)

Siguiendo con lo de ayer. Mohamed Fadel Alí Brahim no es el único caso de un funcionario del Sáhara español que ha emprendido la vía de los tribunales para recuperar el puesto de trabajo en la Administración que perdió al tener que huir de la invasión de las tropas marroquíes y mauritanas de la provincia en 1975. Pero el suyo es el primero que, según me ha explicado su abogado, Francisco Fernández Goberna, logra superar una larga carrera a obstáculos de recursos y contrarecursos hasta llegar a la fase final: la de la votación y fallo que el Tribunal Supremo tendrá que hacer mañana, día 24. Al menos otros 18 ex funcionarios de los 3.500 de etnia saharaui que se calcula estaban sirviendo (como españoles que eran) en la Administración han intentado recuperar su puesto de trabajo sin lograr superar la fase previa de admisión de lo que es, en términos legales, un recurso de casación.

¿Contra qué recurre el funcionario Mohamed Fadel? Pues contra las razones sobre las que se asentó la conclusión con la que la Administración, en su caso el ministerio de Hacienda, dio por extinguida su relación laboral y considera que no puede ser "resucitada".

Para entenderlo entramos en el cogollo del misterio con el que, desde Madrid, se ensayó, mucho antes de que se pudiese siquiera imaginar la existencia del tsunami financiero que nos azota desde hace un año, una novedosa fórmula de ERE (expediente de regulación de empleo) para una categoría de trabajadores a los que, hasta ahora, creíamos a salvo del desagradable fenómeno de los despidos masivos.

Según consta en la documentación del caso, uno de los motivos por el que el abogado del estado insiste en negarle a Mohamed Fadel el regreso al trabajo (y suponemos que a los demás funcionarios españoles de etnia saharaui) es que, tras la firma de los llamados acuerdos tripartitos en noviembre de 1975 (ese simulacro de entrega de la soberanía del Sáhara a los invasores), alguien en Madrid tuvo la idea de aligerar la plantilla con una ingeniosa triquiñuela: publicar en el Boletín Oficial del Estado que los saharauis tenían un plazo (hasta el mes de agosto de 1976) para confirmar si querían seguir siendo funcionarios. Como Mohamed Fadel no contestó, pues se le dio por cesado y sin posibilidad de recurrir en el futuro.

Lo mismo se hizo con la nacionalidad: se puso un plazo a los saharauis para que confirmasen si querían seguir siendo españoles y, al no contestar, si te he visto no me acuerdo. Aunque, años después, por la vía legal, se confirmó que eso de los plazos no sirve del todo para quitarle a uno la nacionalidad que le corresponde por nacimiento.

En el caso de la actual reclamación de Mohamed Fadel, el abogado del estado, al parecer, dice que no hay justificación que explique que no se enterase del pequeño trámite que requería su continuidad como funcionario. Pero, como alega el abogado Fernández Goberna, ni está claro que fuese legal la imposición de ese imprevisto y súbito requisito (el de confirmar en un determinado plazo su voluntad de permanecer) y, en todo caso, lo mínimo para que ese plazo pudiese tener cierta verosimilitud es que la Administración se hubiese encargado de hacer llegar esa información a los afectados, lo cual no ocurrió: ni el BOE fue distribuido entre los interesados, ni la Administración pudo siquiera divulgar la noticia del requisito, como hubiese sido lo normal, en carteles bien visibles en las paredes de los edificios principales de las ciudades del Sáhara. Menos aún, estaba la situación como para poner anuncios en los pasillos de los lugares donde estos funcionarios trabajaban (en el caso de Mohamed Fadel en la sede de la delegación del Gobierno en Villa Cisneros).

¿Por qué? Pues simplemente porque para entonces ni los funcionarios de etnia saharaui, ni los de etnia peninsular podían ya acceder a esos edificios que ya estaban en poder de los invasores marroquíes y mauritanos debido a que los soldados que debían haberlos defendido habían recibido la orden de entregarlos sin pegar un solo tiro.

Por lo que se refiere a Mohamed Fadel y sus compañeros, como consecuencia de esa pasividad, para entonces estaban haciendo solos lo que debían de haber hecho conjuntamente con las tropas encargadas de la seguridad de la provincia: defendiendo su vida del ataque de los invasores e intentando salvar a sus familias de los bombardeos de napalm con que las fuerzas aéreas marroquíes, con la ayuda de sus aliados franceses, intentaron aniquilarles definitivamente mientras huían por el desierto.

El misterio del extraño caso del ERE de los funcionarios españoles de etnia saharaui no se agota en estos datos de obvio contexto histórico.

Lo más increíble, añade el abogado, es que cuando 16 años después de haber tenido que esconderse entre las dunas del gran Sáhara Mohamed Fadel dejó de oír silbar las balas y pudo salir de su escondrijo sin temor a ser bombardeado (el alto el fuego de la ONU), se puso en marcha con su camello, atravesó el desierto a través de la frontera con Mauritania, llegó a un lugar civilizado, logró hacerse con un pasaporte, billete de avión o patera (detalle pendiente de confirmar) y llegó a Madrid para preguntar en la sede central de la Administración que qué pasaba con esa mesa de trabajo que le correspondía, se encontró con algo más que la noticia de que se le había pasado un supuesto plazo del que nadie había informado en el Sáhara: fue a los archivos de la Administración de Alcalá de Henares en busca de los papeles necesarios para acreditar su condición de funcionario y en su expediente se encontró que alguien había firmado por él lo que se supone era su renuncia de funcionario.

Evidentemente, como dice Fernández Goberna, el que se tomó la molestia de firmar ese papel debía de estar tan seguro de que Mohamed Fadel nunca iba a poder salir de su escondrijo en las dunas del Sáhara que ni se tomó la molestia de intentar hacer una firma en lo posible parecida a la del funcionario. Lo que quedó estampado en esa falsa renuncia es un garabato tan distinto al auténtico, que el abogado sospecha que era el de uso habitual del osado suplantador.

lunes, 22 de junio de 2009

El extraño "despido" de los funcionarios del Sáhara español (I)

¡¡¡Ya estamos de vuelta!!!Con las baterías recargadas tras este receso creo que lo primero es ahondar en un asunto del que me enteré justo mientras preparaba la mochila y que tiene que ver con uno de los muchos enigmas que proliferan en las relaciones hispano-saharauis: el del extraño despido, por llamarlo de alguna forma, de los saharauis que en noviembre de 1975, cuando Marruecos invadió el Sáhara español, trabajaban como funcionarios de la Administración de lo que todavía era “una provincia tan española como Cuenca”. ¿Qué pasó con ellos?

Lo lógico sería pensar que al comprobar la inacción de las tropas españolas y su complicidad con los invasores, la mayoría de estos funcionarios salieran corriendo hacia el desierto para salvar sus vidas y las de sus familias. Eso es precisamente lo que hizo Mohamed Fadel Alí Brahim, funcionario de Hacienda en la entonces todavía provincia española del Sáhara español.

Si este funcionario abandonó su puesto de trabajo, evidentemente, no fue precisamente porque se tomase un sabático indefinido. Lo mismo ocurrió con los militares saharauis, por ejemplo, a los que luego se les reconoció derecho a pensión como a cualquier militar español y se les siguió atendiendo en hospitales militares como el Gómez Ulla. Pero, ¿qué pasa si un funcionario español como Mohamed Fadel, aprovechando la implantación del alto el fuego de la ONU, logra salir de su escondrijo entre las arenas, viajar en camello hasta un aeropuerto, volar hacia la península y volver a ese trabajo del que nunca se despidió?


Eso es precisamente lo que está en juego en una setencia que se deberá dictaminar tras una vista no pública que se celebrará el próximo día 24. El abogado de Mohamed Fadel es Francisco Fernández Goberna el mismo letrado que el pasado verano logró sacar al opositor guineano Severo Moto de la cárcel de Navalcarnero adonde le habían enviado de veraneo los jueces de la Audiencia Nacional que, cuando se trata de Marruecos y Guinea, siempre andan más preocupados por la buena salud y tranquilidad de los dictadores que la de las víctimas de sus abusos.

viernes, 12 de junio de 2009

La larga sombra de Omar Bongo en Guinea y el Sáhara

Esta semana la muerte de Omar Bongo, el dirigente africano que llevaba más tiempo aferrado al poder (nada menos que 42 años), ha abierto una incógnita en la geopolítica africana que afecta (y mucho) a dos asuntos de gran interés para los españoles: Sáhara Occidental y Guinea Ecuatorial. Y es que Bongo, era mucho más que el presidente de Gabón, uno de los países beneficiarios de la enorme bolsa de petróleo que tiene bajo el África occidental el 10% de las reservas petroleras del mundo y por cuyo control compiten EEUU, Francia y China. Su fallecimiento en una clínica de Barcelona, a los 73 años, deja a la política neocolonial francesa sin uno de sus más valiosos peones. Lo mínimo que se estarán preguntando en París (a menos que se hayan planteado un cambio de pauta) es si los hijos de este gobernante de puño de hierro, que pretenden montar una sucesión dinástica sabrán hacerlo igual de bien que su padre.

Por ejemplo: 1977, estalla una revuelta en Shaba, en el antiguo Zaire contra el fallecido dictador Mobutu Sese Seko. Los gobernantes franceses quieren intervenir en defensa de su aliado Mobutu pero evitando que los africanos que no son del club los acusen de neocolonialismo. Lo mismo les ocurría por las mismas fechas con Chad o Benín ¿Qué hacer? Pues mover los hilos para que su intervención se convirtiese en el resultado de una petición africana: Mobutu pedía, por ejemplo, ayuda al rey Hassán II de Marruecos y/o Bongo en Gabón que, a su vez, alegando la falta de medios, pedían la colaboración francesa.

Bongo, que entonces presidía la Organización de la Unión Africana (OUA), se encargaba además de mantener paz en el cotarro africano desplegando todo el peso y poder que ya tenía por la explotación de una riqueza petrolera que, por cierto, administraban en exclusiva la petroleras francesas. Como los que señalaban con el dedo el colonialismo francés eran el coronel Gadafi o los seudomarxistas de Angola, la aportación de Bongo quedaba como un inestimable servicio a la causa prooccidental en contra del eje del mal del momento.

¿Y que sacaba a cambio un Bongo? Pues, por ejemplo, la gran tranquilidad que supone el saber que, hagas lo que hagas, (incluyendo el asesinato en Francia del amante de su esposa Josephine), siempre vas a tener de tu lado al primo de Zumosol presionando a la justicia francesa para encubrir el escándalo a pesar de las torpes pistas dejadas por los matones que ejecutaron el encargo. Sin contar con que, cuando llega el día en que la población gabonesa no puede más de tanta rapiña y despotismo (incluso en África ocurre) y se echa a la calle a exigir dignidad y derechos, el dictador tiene a su disposición a las tropas francesas estacionadas en Libreville prestas a intervenir contra los revoltosos con el pretexto de los acuerdos de defensa firmados con el Gobierno gabonés.

Así se explica lo de la longevidad de las dictaduras francoafricanas y, a su vez, la buena disposición de los Bongo, Mobutu, Eyadema, Hassán II y todos los que tuviesen la oportunidad de apuntarse al club (aunque no fuesen francófonos como le ocurrió a Obiang) por ser buenos vasallos de la Françafrique.

¿Que Francia tenía que maniobrar para que Mauritania abandonase el eje africano prosaharaui (el liderado por Argelia) y participase en la invasión del Sáhara español? Pues mientras Hassán II preparaba la Marcha Verde ahí tenía la diplomacia gala a los presidentes de Senegal y Gabón actuando de correveidiles entre su base y las demás capitales del eje para apretarle los tornillos a Uld Dadah (el entonces presidente mauritano).

¿Qué en la OUA, tras la invasión marroquí, Argelia y sus aliados peleaban para que hubiese una cumbre sobre el Sáhara donde tenían todas las bazas de que fuese reconocido el POLISARIO? Pues ahí tenían los franceses a Bongo en la presidencia de la organización encargándose de sabotear la jugada y, sobre todo, de que no hubiese condena a los bombardeos de las fuerzas aéreas francesas contra los saharauis.

¿Que Francia quería hacerse también con la explotación de las riquezas mineras y petroleras de Guinea Ecuatorial? Pues ahí tenía de nuevo a Bongo y Hassán II actuando en comandita (que para eso se hicieron grandes amigos), el primero para convencer a su vecino y medio pariente Obiang de que lo que le convenía para convertirse en un dictador longevo era abandonar la hispanidad y formar parte de la comunidad francófona de la UDEAC (con el franco como moneda común); el segundo, rematando la faena, con el envío a Malabo de una guardia marroquí con la supuesta misión de garantizar la seguridad del dictador que acababa de dar un golpe de estado a su tío Francisco Macías.

Por cierto, me contaba hace poco Severo Moto (el opositor guineano recientemente enchironado por los jueces de la Audiencia Nacional), cómo él fue testigo directo de la primera consecuencia política que tuvo el envío de esta guardia marroquí a Obiang: la de hacer cambiar en las votaciones de la Asamblea General de la ONU el tradicional voto de Guinea Ecuatorial a favor de la autodeterminación saharaui, por la adhesión a la postura marroquí. Fue el comienzo de una gran amistad del dúo Hassán II-Bongo con el cleptócrata Obiang que explica la reciente visita a Guinea de Mohamed VI.


P.D. Querida Antònia P., pues no, no sabía nada de candidaturas conjuntas pero esto es lo que pasa cuando una se pone a reflexionar en voz alta mientras prepara un gazpacho, que sin comerlo ni beberlo la has liado (no veas la de mensajes que recibí en el correo sobre el tema). Para que Edgardo vea que no sólo le pasa a él lo de que en este asunto del Sáhara, hasta lo que parece insignificante, no lo es tanto. Pero no voy a ser tan disciplinada como él que se ha puesto a investigar, y no porque tema un bombardeo de la Al Qaeda de la que habla el profesor Ruiz Miguel, sino porque al fin y al cabo no se puede estar en todo y, sí, lo confieso, tengo que centrarme en preparar unas breves vacaciones, que ya me toca un receso para volverme a rehidratar de tanta sequedad y quemazón que da el moverse en arenas movedizas. Y no te preocupes de pequeños despistes ortográficos a los que somos dados los bilingües (yo también lo soy) porque lo importante aquí, son otras cosas…¿no?

sábado, 6 de junio de 2009

ENFOQUE/ Elecciones europeas: ¿Y por qué no votar por el Sáhara?



Manifestación en Madrid por el Sáhara, en novembre de 2007. Ellos, los saharauis, ya lo tenían claro.

Esta vez no ha ha habido lemas desde las asociaciones de solidaridad y amistad con el pueblo saharaui como el que se lanzó en las votaciones de 2008: “A la hora de votar el sahara se va a notar”. Me sorprende porque, si hay unas elecciones en las que el asunto del Sáhara debería ser tomado en cuenta por los simpatizantes de la lucha del Polisario es precisamente en esta ocasión, en unas elecciones europeas en las que la política exterior de Bruselas , arrastrada por la locomotora que conducen el Gobierno de Sarkozy y Zapatero, tiene el rumbo puesto a una jugada con la que dar una puñalada certera al pueblo saharaui: el reconocimiento europeo de la anexión marroquí del Sáhara por la vía del Estatuto Avanzado aprobado con Marruecos.

Me parece extraño que, ante un acontecimiento de este calibre (la negativa en Bruselas a dejar claro que el Sáhara no está incluido en ese acuerdo, como ha hecho EEUU en sus acuerdos similares) la Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sáhara (CEAS- Sáhara) se haya limitado a enviar un resumen de lo más escueto a sus simpatizantes sobre cuál es la referencia al asunto del Sáhara en los programas de los partidos españoles. Vale que en las asociaciones se ha puesto mucho énfasis últimamente (en el acto de UpyD y en las Jornadas del Círculo, por ejemplo) en que las asociaciones siempre han tenido mucho cuidado en no hacer política partidista pero, al final, con tanto cuidado para no herir susceptibilidades, se puede también acabar haciendo política a favor de partido por defecto.

Porque no nos engañemos: a afectos prácticos, contribuir a que el personal no se fije o no de importancia a la marrullería en la que están conchavados actualmente el PSOE y PP (con apoyo de otras fuerzas incluso en el arco nacionalista), es el mejor preventivo para que no cunda la tentación de castigar con la abstención, el voto nulo o, también, el desvío del voto a un partido que compita en el tramo ideológico correspondiente a cada uno de los dos grandes. Un castigo para el que el momento es de lo más oportuno puesto que hay cierto consenso en que esta campaña electoral, si se ha caracterizado por algo, es por el tono gris-anodino, la falta de ideas tanto del PP como del PSOE y el que no nos juguemos nada clave para nuestra rutina diaria puesto que ninguno de los dos grandes ha hablado de política europea y, sobre todo, gane el que gane, están de acuerdo en que Durao Barroso siga siendo el presidente europeo. Conclusión: al igual que ha ocurrido en otros países de Europa, en esta ocasión tanto PSOE como PP, quieren el voto de los españoles para legitimar su posición exclusivamente en clave interna.

En cualquier caso, tomemos el resumen de CEAS-Sáhara. Lo que queda claro es que UpyD, el partido de Rosa Díez, es el único que en su programa incluye una acción inequívoca para neutralizar la marrullería con la que PSOE y PP están de consenso para que en Bruselas hagan lo que ellos no pueden hacer en Madrid sin que se note mucho y, luego, hacer como que no han roto un plato (“fue cosa de Bruselas”). Ahí, e la parte correspondiente al partido rosa se dice sin rodeos: “Rechazaremos de modo explícito la inclusión de los caladeros y bancos de pesca en aguas de Sáhara Occidental en el tratado de pesca a firmar en breve entre la UE y Marruecos, y que, como paso previo a la firma del Tratado de Libre Comercio en 2010, se exija en el Parlamento Europeo al gobierno de Marruecos el respeto de las resoluciones de Naciones Unidas sobre Sáhara Occidental”.

Como dice el resumen, IU es la otra fuerza política parlamentaria que en su programa electoral “refleja una preocupación real y argumentada por este tema”. Sus dirigentes se han preocupado en poner el acento en la denuncia de las violaciones de los derechos humanos por parte de Marruecos y en señalar la burda manipulación con la que Marruecos (con la colaboración de PSOE y PP) está vendiendo la burra de que ha hecho grandes progresos democráticos. Tambien destaca este partido su compromiso con “el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación, sobre las bases de las resoluciones 1754 y 1783 de las Naciones Unidas” y promete que en el Parlamento europeo, “IU seguirá denunciando esta situación (la violación de los derechos humanos) y exigirá que Marruecos respete los tratados”. Se echa de menos, sin embargo, una más clara referencia a la cuestión clave de la lucha contra el reconocimiento de la soberanía marroquí implícito en los acuerdos de pesca y de comercio que puede condenar a los saharauis a ser víctimas de los derechos humanos de forma indefinida.

Por lo que se refiere al PSOE y el PP, quien esté informado puede sacar sus conclusiones: el PSOE se vuelca en la defensa del objetivo estratégico que para su programa es la defensa de “la creación de un estado palestino independiente y democrático” pero no dice lo mismo para el Sáhara, donde se limitan a apuntar su apoyo a una “solución justa, aceptable por las partes y duradera para el Sáhara Occidental de acuerdo con las Resoluciones de la ONU” que no dice cuál es pero, por lo que ya ha dicho Moratinos por activa y por pasiva lo sabemos muy bien: que el Polisario claudique y acepte la anexión a Marruecos sin referéndum, aceptando el supuesto plan de autonomía que propone Mohamed VI.

En cuanto al PP, se destaca que este partido en su programa electoral “no hace ninguna referencia al Sáhara ni a los saharauis” y que, sin embargo, habla positivamente del Estatuto Avanzado con Marruecos. Basta con repasar las recientes declaraciones de Gustavo de Arístegui en el Congreso para hilar esta “no referencia” con ese dúo que el diputado del PP viene protagonizando desde agosto con Moratinos para contribuir a ese argumentario con el que Zapatero le está entregando llave en mano el Sáhara a Sarkozy y Mohamed VI: que si la culpa de que las conversaciones de Manhasset no prosperen es de la inflexibilidad y radicalización del Polisario (obviando que Marruecos es una potencia que ocupa ilegalmente un territorio); que si la culpa de esta cabezonería saharaui la tiene la utopía del movimiento solidario y las fantasías que propicia en los líderes del Polisario; que si la autodeterminación no tiene por qué materializarse en una independencia; alusiones al extremismo nacionalista e izquierdista del Polisario con el que se intenta crear una falsa similitud ente causa saharaui y terrorismo vasco…Vamos todo lo necesario para confundir a sus militantes y que le hagan el juego a Moratinos.

Si los simpatizantes del Sáhara del PP (que también los hay) tienen motivos para sentirse abochornados por estas lamentables declaraciones de Arístegui o las de otros de sus representantes en las islas Canarias, los del PSOE también tienen lo suyo, entre Moratinos que dice cosas parecidas a Arístegui y el número uno de sus listas, Juan Fernando López Aguilar que proclama abiertamente que “la historia no tiene marcha atrás” (si se trata de la ocupación marroquí del Sáhara) y fue responsable en su etapa de ministro de Justicia de poner en marcha el reconocimiento de que hubo unas víctimas españolas del terrorismo saharaui (cuando en realidad fueron víctimas de la guerra internacional que estalló en el Sáhara en 1975) que podría convertir al Polisario en una vulgar ETA. Ya lo conté en ese artículo que me ha costado varios disgustos del Terrorismo y guerra en el Sáhara...

Qué casualidad que López Aguilar sea canario y que uno de los puntos estelares de la política que va a promover su partido en Bruselas se centre en un plan de regionalización integradora canario-magrebí que cuenta con una futura “región” autónoma del Sáhara y mucho dinero en ayudas europeas para que Canarias se convierta a cambio en una plataforma de negocios e inversiones hacia los vecinos africanos; y que, coincidiendo con ello, Moratinos haya destacado en el Congreso que la presidencia española de la Unión Europea que España asumirá en 2010 dará un papel relevante en ese semestre a… Canarias.

Yo, sin embargo, si fuese del PP, me preocuparía más por los orígenes y motivaciones de esa extraña metamorfósis que ha convertido el Sáhara en un punto de consenso (mucho antes y mucho menos explicable que la convergencia sobre el País Vasco) entre PSOE y PP.

Por cierto, que en las Jornadas sobre el Sáhara del Círculo de Bellas Artes fue llamativa la aversión visceral de algunos simpatizantes de la causa saharaui (evidentemente de izquierdas) a reconocer que las declaraciones de Arístegui en agosto marcaron un viraje del PP de Rajoy con el que se dio carpetazo a una línea muy distinta a la que se había mantenido desde el segundo mandato de Aznar. Curiosamente suele ocurrir con quienes defienden con cierto entusiasmo que el PP siempre estuvo contra el Polisario y luego añaden lo de que “todos son iguales”, es decir, que no hay ninguno que sea peor.

Estos militantes del “todo son iguales-para qué hacer nada” deberían comparar el resumen de este año con las notas que el propio presidente de la CEAS-Sahara elaboró para las elecciones de 2008, sobre una entrevista que mantuvo con Jorge Moragas (por ser el encargado de las relaciones intrnacionales del PP) sobre el tema. Sólo con ello, basta para apreciar el cambio muy llamativo entre uno y otro representante y momento del PP. Aunque, mucho más ilustrativo, creo yo, fueron los titulares y regocijo con que la prensa oficialista marroquí (diario Le Matin, la agencia MAP) celebró en agosto “el cambio de tono del PP” sobre cómo abordar una solución para el conflicto del Sáhara Occidental.

Hay varias piezas citables pero, puestos a elegir, yo me quedaría con el editorial de Le Matin del 10 de agosto de 2008 y, en especial, con la parte en la que celebra que ese viraje de Arístegui convergiese con las escandalosas declaraciones que acababa de hacer el entonces enviado personal del secretario general de la ONU para el Sáhara, Peter Van Walsum (el que dijo que “la independencia del Sáhara no es un objetivo realista”, entre otras curiosidades).

Dice el texto de esta publicación nada sospechosa de ser aznarista, sino más bien todo lo contrario: “las dos declaraciones, una del Partido Popular que, bajo José María Aznar jamás se hizo a la idea de que el Sáhara constituye una causa nacional sagrada para Marruecos, la otra de un alto responsable de Naciones Unidas mandatado por el secretario general Ban Ki-moon, se inspiran en el realismo que hoy es a la solución del conflicto lo que la legalidad es al derecho…Hay que estar de enhorabuena, en suma, de que el Partido Popular española haya vuelto a la razón y encarne el partido del derecho! “

Así que, según el periódico de palacio (el de Mohamed VI), alguien había abandonado la razón y el derecho en el asunto del Sáhara…Desde luego no fue Arístegui porque, acto seguido va Mohamed VI y en setiembre le condecora con el Wisam alauí, el máximo galardón marroquí que dan en Rabat (una especie de Premio Príncipe de Asturias) por “la permanente promoción de las relaciones de amistad-hispano marroquí a lo largo de su trayectoria política”. Vamos que, si Arístegui había hecho algo que no le había gustado al rey marroquí en relación al Sáhara debió ser obedeciendo a superiores y, en contra de los impulsos de su corazón.

martes, 2 de junio de 2009

Un congresista de EEUU en la batalla del Sáhara


El presidente del subcomité para África de la Cámara de Representantes de EEUU, Donald Payne en su intervención la semana pasada en Madrid.



L
a intervención del presidente del Subcomité de la Cámara de Representantes de EEUU para África, Donald Payne, era la más esperada en las jornadas sobre el Sáhara que por tercer año consecutivo han vuelto a organizar en el Círculo de Bellas Artes la Universidad Autónoma y la Comunidad de Madrid. En la lista de participantes había muchos invitados de gran interés para despejar dudas sobre la evolución del conflicto en el ámbito de la ONU, la diplomacia, el movimiento de solidaridad, la acción jurídica o el poco conocido apoyo que el POLISARIO viene recibiendo de la comunidad hispanohablante de Latinoamérica. Pero nada se podía comparar con la expectación creada por el anuncio de la llegada de Payne, “un congresista de la administración Obama”.

El prestigio de Payne en relación a los asuntos africanos y al Sáhara Occidental viene de mucho antes de que se encendiese la estrella de Obama en el firmamento de la política estadounidense. Sus actividades para que en la Casa Blanca, tanto si mandan los demócratas como si lo hacen los republicanos, se tomen en serio la cuestión de los derechos humanos y la democracia en África, fue lo que determinó que el presidente Bill Clinton y su esposa, la actual secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton, lo incluyesen en el grupo de cinco congresistas que llevaron consigo en la gira que efectuaron en 1998 por seis países africanos. Una gira histórica porque marcó el inicio de una política africana propia (de Washington) y no en función de lo que les decían que había que hacer otros aliados con fuertes vínculos en la zona (Francia, por ejemplo).

Su papel en esta gira, su enérgico apoyo a la lucha contra el régimen del apartheid en Sudáfrica (fue uno de los grandes defensores de Mandela), sus iniciativas para llamar la atención sobre los genocidios de Ruanda o Darfur (que le costó una detención a Payne) han jalonado una trayectoria que justifica con creces que este representante demócrata de Nueva Jersey forme parte del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes donde su vinculación a los asuntos africanos ha sido reconocido con la presidencia del subcomité para África y la Salud Global.

En relación con el Sáhara, Payne tampoco es nuevo. Desde los años noventa arrastra un historial que lo ha puesto en el punto de mira de la diplomacia marroquí como el más propolisario de los miembros del Congreso americano, junto al republicano Joseph Pitts, con el que, a pesar de las diferencias partidistas, lleva haciendo dúo a favor de la autodeterminación saharaui en términos que ya le gustaría a los saharauis escuchar con la misma claridad, soltura y contundencia de los diputados españoles.

Por ejemplo, tanto Payne como Pitts no se cortan lo más mínimo al decir públicamente que la lucha del POLISARIO es una “causa justa”. También dicen cosas como ésta: “(el referéndum de autodeterminación) “es el único camino que puede garantizar la libre elección del pueblo saharaui”; o esta otra: “(la saharaui) Es una lucha de independencia en el sentido pleno y noble del término, que nosotros en América conocemos muy bien. Es una cuestión de descolonización y la última colonia en África. El pueblo y el gobierno americano tienen el deber de estar del lado de la lucha de los justos que son los saharauis”… “no se puede elegir entre un ocupante y un ocupado”…Son palabras que están cargadas de algo más que humanitarismo o sensibilidad a los derechos humanos, con esa mención a lo que más le duele a las pretensiones anexionistas promarroquíes: las resoluciones de la ONU y la sentencia del Tribunal de La Haya que apuntalan el derecho a la autodeterminación.

Lo más importante es, sin embargo, que Payne y Pitts no hablan sólo de boquilla para quedar bien en actos humanitarios como la entrega a Aminetu Haidar en 2006 del Freedom Award 2006 (Premio de la Libertad 2006) que la militante de los derechos humanos recibió de manos del propio Payne en el mismísimo Capitol Hill, la sede del Congreso en Washington, por su labor como militante de los derechos humanos en el Sáhara. También han pasado a la acción política en momentos clave como fue en 2004 la aprobación por parte de las dos cámaras del tratado de libre comercio con Marruecos, cuando Payne y Pitts le enviaron una carta al presidente Bush en la que condicionaron su voto favorable a que el tratado excluyera de forma explícita “tanto el territorio del Sáhara Occidental como sus recursos”.

Fue esta carta la que dio pie a que la Casa Blanca, respondiese a través de su entonces responsable económico Robert Zoellick (el actual presidente del FMI) que “los Estados Unidos no reconocen la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental” y que el acuerdo “concierne el comercio y la inversión en el territorio de Marruecos tal como está reconocido internacionalmente y no incluye al Sáhara Occidental”. Un pequeño detalle que en Rabat todavía no han deglutido porque es un muy mal ejemplo para los europeos que deberían hacer lo mismo con el estatuto avanzado que están poniendo en marcha con Marruecos pero se resisten por presión francesa y española. Más aún si, como ha ocurrido, Payne y Pitts se dedican a recordarle a los europeos en Bruselas que lo de firmar un acuerdo de pesca con Marruecos que implica la explotación de los recursos pesqueros del Sáhara, “viola la legalidad de la ONU y las leyes que rigen los territorios en litigio”.

Total, que Payne el tema del Sáhara se lo sabe muy bien y está bastante bien situado en el Partido Demócrata como para poder dar pistas sobre una de las piezas clave del rompecabezas que tenemos a nivel internacional con esta colonia española. Así que ahí estaban todos los asistentes a las jornadas y la prensa pendientes de lo que iba a decir el congresista. ¿Y qué dijo él?

La verdad es que no mucho, en lo referente a si Obama se ha formado ya una opinión sobre el Sáhara y va a mover el péndulo hacia un lado u el opuesto. Que si Obama todavía está montando su equipo, que si su prioridad ahora es volver a reactivar la economía y eso consume la mayor parte de sus energías, que si en el frente exterior también tiene mucho lío y con cosas más importantes que el Sáhara, que si en África los saharauis compiten con muchos pueblos que están pendientes de que les resuelvan lo suyo...En fin como que quiso dejar claro que Obama en lo del Sáhara todavía no tiene opinión formada, ni a favor ni en contra aunque él, dijo, está convencido de que se producirá un cambio en la política de EEUU respecto a esta cuestión porque su presidente es “una persona que escucha” y está comprometido con los Derechos Humanos”.

Se refería Payne (con lo de escuchar) a la Carta que él y otros 30 congresistas le enviaron a Obama el pasado 24 de abril en la que defienden el “derecho a la autodeterminación” del pueblo saharaui y denuncian una honda preocupación ante la sistematica violación de los derechos humanos y la libertad que padecen los saharauis sometidos a la ocupación marroquí. Pero claro, dicen los escépticos, también ha recibido Obama una carta de otros 229 miembros de la Cámara en la que se respalda el plan de autonomía ofrecido por Rabat al Sáhara Occidental.

Payne dio algunas de las razones que alimentan su optimismo para que su carta sea más escuchada que la de los colegas que han alabado la propuesta marroquí (que en Rabat han vendido con un triunfo a sus tesis), aunque, todo sea dicho, sin pronunciarse en contra del derecho a la autodeterminación: “Negárselo (el derecho a la autodeterminación saharaui) es incoherente con los valores y principios de Estados Unidos” y, menos con alguien que, como, Obama defiende el “poder inteligente”.

El político norteamericano debió de ver algo de decepción en las caras que tenía delante porque también hizo una alusión a que ser congresista de EEUU no es lo mismo que ser un miembro del equipo de Obama, y con ello no se está tan cerca de la cocina de sus jefes como en cambio lo están los diputados españoles de sus respectivos centros de poder partidista.

En efecto, algo de razón lleva. En España un diputado es sinónimo de correa de transmisión de su partido y de su Gobierno (si mandan los suyos). Es normal que así sea puesto que cualquier diputado es elegido ante todo por sus jefes en el partido. Los jefes son los que deciden que esté en una lista de candidatos cerrada que el votante tiene que aceptar tal como se la sirven, sin opción a decir eso de que, “es candidato de mi partido pero a este elemento no lo quiero” . Y si el diputado hace algo que no está en la línea no ya del partido, sino de los jefes que dirigen en ese momento el partido, pues a la próxima se cae de la lista o le sitúan en un lugar donde las encuestas ya dicen que no va a haber posibilidad de que salga de nuevo.

Tan normal es esta relación de causa-efecto que da tan poca capacidad de maniobra a nuestros diputados y eurodiputados que, hablando en clave sahariana, lo que se comenta en Bruselas en relación a la exclusión Carlos Carnero de las listas socialistas del próximo 7 de junio, es que su desaparición tiene mucho que ver con las molestias que le ha causado a sus jefes del PSOE el enfado de la diplomacia marroquí por la actuación de este eurodiputado en relación con la visita europarlamentaria del pasado enero al Sáhara (él fue uno de los tres miembros de la misión).

En Washington, desde luego, hay una obvia proximidad entre los congresistas y sus partidos pero no simbiosis total porque, entre otras cosas, al congresista lo eligen directamente sus votantes. Por eso puede ocurrir, como pasó en plena campaña electoral con los representantes republicanos, que éstos no estuviesen dispuestos a votar por las buenas la aprobación del plan de ayuda financiera a las entidades bancarias en quiebra aprobado por su todavía jefe el presidente Bush: es que ellos, antes que a su partido, se deben a los votantes que les habían bombardeado con emilios de protesta en los que les exigían que pidiesen contrapartidas a unos préstamos hechos con dinero del contribuyente (su dinero).

Precisamente por ello, se comentaba luego en los pasillos del Círculo, resultaba extraño que las declaraciones de Payne hubiesen estado teñidas de un tono de corrección política y diplomática más comprensible en un diputado o eurodiputado del PSOE de Zapatero o del PP de Rajoy, a los que tanta cuenta le trae no causarle problemas a las directrices promarroquíes de sus partidos. Especialmente quienes habían presenciado otras intervenciones de Payne o Pitts en España fueron los que más señalaron lo mucho más discretas y ambiguas que fueron las declaraciones hechas en el Círculo esa mañana.

¿Será que Payne no está en la onda de Obama y ni el presidente, ni Hillary, ni nadie del entorno le cuenta nada? ¿Será que el Partido Demócrata está preparando un viraje a favor de Marruecos y él ya está en el cambio de lenguaje?

Que no cunda el pánico, echemos un vistazo atrás. Con todo lo que Francia lleva enredando para que Marruecos, su fiel peón en la francofonía africana, pueda bloquear a la ONU sin que se note (así estamos desde 1991), en Washington no le han llevado la contraria abiertamente a los franceses (a favor de los saharauis) pero tampoco se han prestado a darle el hachazo definitivo al POLISARIO. Claro que, con san Obama al frente de la Administración, los que confían en sus poderes redentores dan por hecho que tanta santidad tendrá que notarse en el Sáhara o las cleptocracias en África, que para eso el primer presidente negro de EEUU cosechó muchos votos vendiendo extraordinariamente en su campaña electoral sus orígenes africanos a una comunidad (la negra norteamericana) a la que le gusta fantasear y presumir de sus lazos familiares con el continente al sur del Estrecho.

La verdad es que Obama hasta el momento no se ha pronunciado sobre el Sáhara pero tampoco ha dicho casi nada sobre otros asuntos africanos de mayor calado para la imagen de paladín de África que cultivó durante su campaña. Veremos, como dice Payne, qué pasa a partir de ahora con el nuevo secretario de estado adjunto para Asuntos Africanos, Johnnie Carson, que acaba de nombrar.
Naturalmente que cabe lo peor, que Obama moviese ficha haciéndole un favor a Sarkozy y a Zapatero, que a su vez está loco porque Sarko esté contento con él porque, de lo contrario, ni taburetes en el G-20 ni estrecha colaboración contra ETA: pero vaya papelón el de Obama si opta por una rendición incondicional ante estos dos de cara a su futura política en África donde la causa saharaui hasta ahora, siempre le ha ganado la mano a Marruecos.

¿Apoyar la causa de la determinación? Podría, pero la verdad, para qué tener prisas. Miremos el asunto desde la perspectiva estadounidense: como se apreció por las preguntas en la sala del Círculo, hagan lo que hagan Payne, Pitts o su embajador en la ONU (que defendió los derechos humanos en contra de Francia), no hay manera de que el antiamericanismo visceral deje de aflorar entre los simpatizantes del POLISARIO y, en lugar seguir exigiendo cuentas a Washington por su implicación en la entrega a Marruecos en 1975, se las vayan a pedir a Sarko cuando viene de visita a Madrid con Carla Bruni, por lo mucho que París hizo entonces para que EEUU mirase para otro lado y, sobre todo, lo mucho que siguen haciendo ahora para que no haya referéndum en el Sáhara.

A ello hay que añadir que tomar riendas en el asunto a favor del referéndum, para Obama, supone añadir más problemas a los que ya tiene que son muchos y muy gordos. ¿Que qué tipo de problemas? Pues ante todo los destrozos que le podría causar Sarkozy cuyo apoyo necesita en otros frentes de Oriente Próximo; problemas con las potencias clave en la zona como Arabia Saudita o Egipto cuya labor diplomática a favor de Marruecos no tiene descanso ni siquiera en países aparentemente alejados del conflicto como México (quieren que el Gobierno mexicano deje de reconocer a la RASD); problemas con Zapatero que no pinta mucho en el escenario internacional pero que le ha sido de gran utilidad al presidente americano con esa foto en el G-20 con la que Obama ha podido vender a su opinión pública que su gira por Europa no ha estado tan mal a pesar de los feos de Sarko y Ángela (Merkel)…

Por cierto que resultó un poco raro que, en medio de tanta discreción y ninguna pasión, Payne tuvese unas palabras elogiosas para el “pueblo y el Gobierno español” a los que agradeció el esfuerzo por intentar “mantener vivo” un tema “tan olvidado”.

Bien justificado está el elogio al pueblo español. Otra cosa muy distinta es meter en el mismo saco al Gobierno de Zapatero que tiene muy mosqueados a sus electores prosaharauis con su descarada traición a las víctimas de Marruecos. ¿Será que Payne no lo sabe? ¿Será que había un mensaje con segundas para Zp? De lo que no hay duda es que Zapatero debe estarle muy agradecido a Obama por este capote (involuntario o no) justo en plena campaña electoral en la que, hasta el voto por el Sáhara, cuenta y mucho.

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