Una mirada a África como tablero de la geopolítica internacional

viernes, 30 de abril de 2010

El Sáhara Occidental y la opinión de los españoles



El cartel de la mesa redonda Sáhara Hoy el número especial de los 50 años de la revista Mundo Negro



La diputada socialista Fátima Aburto dijo el jueves en el Colegio de Nuestra Señora de África que el conflicto del Sáhara es uno de los asuntos más importantes de la política exterior española. ¡Por fin!, me dije por lo bajinis, una voz en política que no despista al personal con declaraciones que apuntan en sentido contrario y fomentan la creencia, incluso entre la nutrida comunidad solidaria, de que el Sáhara es un asunto muy secundario para los intereses españoles. Pero mi gozo en un pozo, cuando la diputada añadió a renglón seguido que, a pesar del gran trabajo de las asociaciones de amigos del Sáhara, hay que constatar que sólo hay un 10% de la población española que comparta con ella esta certeza meridiana. No fui la única a la que se le dispararon las alarmas porque vi entre el público que asistía a la mesa redonda Sáhara hoy quien se removió inquieto en el asiento.

La ex senadora dio el dato basándose en los resultados de las encuestas con las que se elabora el barómetro del Real Instituto Elcano, como dando a entender que este 10% le quita brillo y peso a un movimiento con más de 35.000 familias dispuestas a acoger cada verano a niños saharauis en el programa Vacaciones en paz. Menos mal que Aburto rectificó algo el rumbo al añadir que, dentro de lo que cabe, no es un resultado tan escaso como podría parecer en términos objetivos. Y es que, pá echarse a temblar con la sola sospecha de que ese 10% les parezca un indicativo en el PSOE de que pueden lanzarse al ruedo a por todas (a favor de Marruecos) sin ningún riesgo a una posible cornada en los sondeos de intención de voto.

El mejor seguro para que se lo piensen antes de dar ese salto (ya nos han demostrado fehacientemente que ganas no les faltan) es otro dato que la diputada no mencionó de ese barómetro y que, por cierto, tampoco Rajoy debería perder de vista a la hora de hacerse ilusiones electorales: hay un 42% de españoles a favor de la independencia  de la independencia saharaui frente a un 29% que es favorable a la opción contraria, la de la anexión a Marruecos (aquí tenéis el estudio).

El resultado, diría yo, es más que bueno a la hora de reflejar el buen pulso que sigue teniendo la causa saharaui. Este think-tank o instituto de análisis sobre relaciones internacionales no es sospechoso en la actualidad de ser propolisario dado el peso que tiene el ministerio que dirige Moratinos en sus actividades. Además, el apoyo a la causa saharaui tiene en contra los grandes esfuerzos que tanto el PSOE como el PP han vuelto a desplegar tras el fin de la huelga de hambre de Aminetu Haidar para que los medios tradicionales, especialmente los de la prensa en papel, si dicen algo sobre el Sáhara sea para confundir sobre coordenadas de la historia, diplomacia y derecho internacional que es lo mejor que se puede hacer para que Marruecos esté abocado, sin remisión, a ser un estado gamberro con el apoyo de la opinión pública española.

No hay más que ver cómo tituló ese día la noticia que la agencia estatal Efe dedicó a este dato del barómetro Elcano: “Casi un tercio de los españoles defiende que el Sáhara Occidental sea marroquí”. Cualquiera que lea sólo el titular, sin seguir hasta la línea donde está el dato del 42% (que no aparece hasta el segundo párrafo de la noticia, por cierto), se queda con la conclusión de que hay un mogollón de españoles que pasan de los saharauis, mientras se abre paso la posición promarroquí. Un equívoco que podría haberse evitado titulando con el dato favorable a la independencia que, al fin y al cabo, es el que ha triunfado entre las dos opciones de un hipotético referéndum. Por ejemplo: “El 42% de los españoles defiende que el Sáhara Occidental sea independiente”.


Para los que esta opción les pudiese parecer sospechosa de simpatías propolisaria esta la solución por la que optó EcoDiario.es: “El 42% de los españoles, a favor de la independencia del Sáhara, frente al 29% que la prefiere marroquí”). Desgraciadamente, diarios como El Economista o Abc, se limitaron a copiar la noticia de la agencia de noticias estatal.

Otro dato que Fátima Aburto tampoco comentó de ese barómetro sobre política exterior es que tres de cada cuatro españoles están en contra de la posible adhesión de Marruecos a la Unión Europea. ¿Por qué será? No desde luego por xenofobia antimusulmana porque, en la misma consulta el personal se mostró partidario (nada más y nada menos que en un 44%), a la inclusión de Turquía.

En cualquier caso, no me parece que sea una derrota ese “sólo” 10% de españoles que consideran la solución del conflicto saharaui un asunto prioritario: el mismo instituto ha verificado que uno de cada tres españoles no sabe que España ejerce la presidencia de la UE. Es decir, “sólo” un tercio de los españoles y a pesar de la matraca televisiva en hora de máxima audiencia que los medios afines al PSOE, incluyendo la televisión pública, dedican y han dedicado a la dichosa presidencia europea de Zapatero (sí esa que Moratinos nos anunció muy solemne allá por Navidades que hasta iba a servir para acelerar la salida de España de la crisis económica).

Habría que deducir de ello que, desgraciadamente la política exterior no tiene gran tirón entre la opinión pública a pesar de que Moratinos aseguró allá por Navidades que la presidencia europea en manos de Zapatero iba a acelerar la salida de la crisis económica. El reverso de esta moneda, por lo tanto, es el gran triunfo del Sáhara en este terreno abonado por la indiferencia ya que, al ver qué pasa con los que no están ni con la independencia ni con la anexion, nos encontramos con que un 23% de los consultados no tiene opinión y a un 6% le es indiferente lo que pase con el Sáhara. Eso sin contar con que, del 29% de los partidarios de que el territorio acabe bajo el control de Marruecos, según los resultados, ¡hay un 9% que es partidario de mantener la actual situación en el Sáhara! ¿Se habrán enterado estos españoles de cuál es dicha situación?.

P.D. Ya sé que he estado un poco remolona con este diario pero, llevamos dos semanas de grandes eventos africano a pesar de lo poco africanista que suele ser Madrid: el tirón final de la acampada universitaria con la presencia de Aminetu Haidar; el cumpleaños de Mundo Negro (50 tacos nada más y nada menos), la única publicación que, desde 1975, no se ha apeado del burro con la causa del pueblo saharaui y que para la ocasión ha publicado un número especial sobre los 50 años de independencia en África (que incluye el Sáhara sin descolonizar, por supuesto) y, el jueves, la última sesión del interesante ciclo que se ha dedicado a la Historia desconocida del Sáhara en el Colegio de Nuestra Señora de África en el que he participado con una de esas pequeñas intervenciones que ya sabéis me distraen mucho de la escritura. Intentaré retomar el cumpleaños de Mundo Negro y los apuntes que tomé sobre el ciclo del profesor Riesgo.

martes, 20 de abril de 2010

¿GARZÓN UN "PROGRE"? NO CON EL SÁHARA NI CON GUINEA


Manifestación por Aminetu Haidar en diciembre, en Madrid.

Los admiradores incondicionales del juez Garzón, ya lo advirtieron, allá por Navidades, que iban a por él. ¿Quién? Pues quién va a ser, los fachas, lo más abyecto de nuestro país. Dicho esto, se supone que los votantes del PSOE y de la izquierda en general deberían, como mínimo, estar alerta contra cualquiera que no ponga los ojos en blanco con la “valiente y continuada” labor del superjuez a favor de los derechos humanos y cerrar filas contra el enemigo en defensa de uno de los suyos. ¿Pero es que a Garzón se lo van a cargar por ser un rojo y un progresista?


El propio superjuez ha dicho que es víctima de una persecución despiadada urdida desde el PP para, aprovechando las complejidades de toda causa que intente condenar los crímenes del franquismo, acabar con su carrera para que no siga urgando en el escándalo Gürtel que tanto daño le ha hecho ya a Rajoy.

Los Manuel Chaves y las Leire Pajín le han venido a dar la razón uniéndose al coro de los que dicen que, en realidad, lo que persigue la larga mano negra que se empeña en sentar en el banquillo al hombre que se atrevió a hacer lo que otros no habían hecho, es garantizar la impunidad del franquismo y acabar de una vez con esa Justicia Universal que se ha propuesto perseguir desde la Audiencia Nacional el genocidio y las violaciones de los derechos humanos, cometidas por dictadores, terroristas corruptos y enemigos de la democracia allá donde las víctimas no pueden contar con la justicia de su propio país. No es fácil no verlo así, cuando las acusaciones contra Garzón han prosperado gracias a las denuncias de organizaciones de nomenclatura ultraderechista.

Todo parece encajar, aunque la verdad, si la Justicia Universal corre el riesgo de ser erradicada, no será por la desaparición de la escena del superjuez, sino por esa reforma de la Ley que el ministro Moratinos le prometió al Gobierno de Israel para evitar los procesos abiertos en la Audiencia Nacional en su contra, por los bombardeos en Gaza de 2002. Y, evidentemente, no fue una ocurrencia que se le escapó a Moratinos después de que su colega Tzipi Livni le apretase las tuercas amenazando con nubarrones muy negros en las relaciones bilaterales. Ahí están el PSOE y el PP discutiendo entre los dos con la armonía y entendimiento que tienen en ciertos temas (a pesar de la batalla de las dos Españas), decidiendo cómo van a limitar el principio de Justicia Universal.

En cualquier caso, la aplicación de la Justicia Universal presenta serios problemas. Garzón, por ejemplo, no ha seguido el mismo rumbo con el que ha intentado dar digna sepultura a los muertos del franquismo, con las víctimas de los paseillos republicanos. De la misma forma en que esa firmeza que enarboló en su histórico duelo judicial con los lores ingleses para extraditar a Pinochet y sentarlo en el banquillo por los crímenes que cometió su régimen dictatorial, pierde fuelle cuando toca hacer cuentas con las víctimas del régimen castrista en Cuba. Pero eso quizás, sea precisamente la prueba definitiva y suprema de que Garzón es un izquierdista y por eso es ahora víctima de una caza de brujas desencadenada por la derechona.

Sin embargo, ahí tenemos una causa muy de la izquierda como es la saharaui, con cientos de torturados, asesinados y desaparecidos y Garzón, mientras hacía lo posible por sentar en el banquillo a los criminales de las dictaturas militares en Chile y Agentina, archivó la querella contra el rey Hassán II planteada por el abogado Francisco Fernández Goberna que hubiese permitido hacer justicia al pueblo saharaui. Y fue muy poco progre que emplease contra Fernández Goberna los mismos argumentos que los abogados defensores de Pinochet habían utilizado en su contra.

Para justificarse por este feo doble rasero, Garzón fue contando que no podía ir contra el rey Hassán II porque, aunque su régimen no era precisamente una democracia, se trataba de un jefe de estado todavía en activo. Ese detalle, por lo tanto, convertía el caso Hassán II en un asunto muy distinto al que él había llevado contra Pinochet que en los noventa llevaba un buen rato siendo un ex dictador y, por tanto, había perdido la inmunidad de jefe de estado.

El mismo argumento sirvió para que Garzón archivase otra querella contra Obiang por asesino y narcotraficante interpuesta también por Fernández Goberna. Cabe la duda de que el progresismo de Garzón se echase para atrás ante el hecho de que, en esta ocasión, el abogado actuaba como letrado del opositor guineano Severo Moto, líder del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial, miembro de la misma internacional demócrata cristiana a la que pertenece el PP y, por lo tanto, sospechoso de ser afín al enemigo fascista.

Fue una pena, en todo caso, que ni con Hassán II ni con el cleptócrata Obiang demostrase la misma determinación que lució contra el italiano Silvio Berlusconi, al que intentó juzgar por el caso Telecinco a pesar de gozar de inmunidad como europarlamentario. Pero Garzón ahí no se lo pensó y pidió al Consejo de Europa que levantasen esa inmunidad a su diputado para que él pudiese hacer justicia. No es de extrañar que los abogados de Berlusconi esgrimiesen el archivo de las querellas contra Hassán II y Obiang (además de la impunidad del castrismo cubano) para exigir lo mismo para su cliente. (La causa contra Berlusconi, por cierto, acabó siendo sobreseída tras diez años de batalla judicial).

Otro detalle poco progresista de las andanzas de Garzón: vale, Hassán II fue rey hasta que murió, jefe de estado con inmunidad. Pero aún así no queda claro por qué el héroe de los débiles, no aprovechó que en esa querella en la que juntoal rey de Marruecos también se acusaban por los delitos de lesa humanidad a otros antiguos responsables del régimen. A ellos también los dejó irse de rositas porque, como dice Fernández Goberna, le aplicó la inmunidad "hasta al portero de la finca".

Es cierto que en 2007, coincidiendo con el delicado momento de la primera visita del rey Juan Carlos y la reina Sofía a Ceuta y Melilla, Garzón anunció que, por fin, había encontrado modo de abrirse paso con las violaciones de los derechos humanos cometidas en Marruecos contra el pueblo saharaui y admitió una querella que denunciaba el genocidio iniciado por los alauitas con la invasión del Sáhara en 1975.

En el entorno prosaharaui se dijo entonces con optimismo que, esta vez, iba la vencida, que lo que había ocurrido en 1998 es que el abogado que había elaborado la denuncia (Fernández Goberna) no lo había hecho bien. Pero, desde entonces, el caso ha ido a paso de tortuga. El juez sólo volvió a anunciar nuevos fuegos artificiales (porque en eso quedaron) coincidiendo con la huelga de hambre de Aminetu Haidar en Lanzarote, con esa oportunidad que suele tener él con Marruecos de aparecer cuando conviene apretarle las tuercas a los alauitas. Pero, entre esos dos momentos de esperanza, Garzón, además de deshacerse en halagos con el sistema judicial marroquí, admitió una querella contra el Frente Polisario por supuesta violación de derechos humanos.

Garzón debió de pensar que así salvaguardaba su "objetividad" y equidistancia, como diría Moratinos, entre los dos bandos en conflicto. Puso así el líder de la Justicia Universal en la misma balanza a agresores y agredidos y, en lugar de contribuir al respeto del art. 73 de la Carta de la ONU (el que nos obliga a los españoles a defender el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui), dio apoyo a los que intentan deslegitimar al movimiento de liberación saharaui como representante del pueblo saharaui en esa batalla. Algo que, sin duda, habrá llenado de felicidad a los Gustavos de Arísteguis que intentan convertir el derecho a la autodeterminación del Sáhara, igual que hicieron los franquistas de los acuerdos de Madrid, en un asunto de izquierdistas y progres trasnochados.

lunes, 12 de abril de 2010

Diálogo con Obiang: otro paripé de Moratinos & C.


Diálogo con Mohamed VI, diálogo constructivo con Obiang, diálogo crítico con los Castro...La madre de Orlando Zapata un domingo en La Habana, cuando su hijo todavia no había empezado la huelga de hambre
Foto: Ricardo Aznar



E
l departamento de Estado en Washington acaba de reconocer por escrito y sin rodeos que en la Guinea Ecuatorial de Teodoro Obiang (gran amigo de Mohamed VI, por cierto) no hay estado de derecho, ni democracia.

En un informe publicado el pasado día 11 sobre la situación de los derechos humanos, el ministerio de Exteriores de Obama hace constar que las fuerzas de seguridad guineanas cometen matanzas “ilegales” (curiosa aclaración), practican demasiado a menudo la detención arbitraria y que los que por ello acaban en prisión no pueden contar con el amparo de un sistema judicial (que sólo existe nominalmente) pero tienen todas las papeletas de ser víctimas de la tortura y las tremendas palizas que los carceleros administran de forma sistemática. También se confirma en el documento que Obiang es un corrupto y saqueador de los bienes del estado y se dan por buenos los informes con los que Amnistía Internacional ha alertado de que la persecución a la oposición política ha llevado a sus fuerzas de seguridad a secuestrar a varios exiliados en Benín, Camerún, Nigeria o Gabón.
Ninguno de estos datos es materia prima para una primicia periodística entre otras cosas porque no hace más que beber en las fuentes del Informe Nowak que, en 2008, elaboró Manfred Nowak, el Relator Especial de la ONU sobre la Tortura. Pero es curioso que en la prensa tradicional española, tanto la de derechas como la progresista, se haya pasado de puntillas sobre la contundencia del Departamento de Estado. Gracias a ello, apenas se notó el contraste con la tibieza de la pieza teatral que el ministro Moratinos, con la colaboración del senador vasco Iñaki Anasagasti interpretó sobre Guinea días después ante el Senado para que no se pueda decir que los políticos españoles son insensibles ante el escándalo de lo que ocurre en Guinea.
Allí Anasagasti, con el candor de quien aparenta ser nuevo en el tema (ya viajó a Guinea en las misiones parlamentarias de Felipe González), le preguntó a Moratinos que por qué había dicho en una entrevista que estaba decepcionado con Obiang y si creía que el proceso democratizador en el país hispano-africano “está bloqueado”. Como si, desde 1993 hubiese dejado de estarlo…
Moratinos pues, lo tenía muy fácil para en su réplica evitar el tema de los asesinatos, la tortura o los secuestros. Efectivamente, le confirmó, se siente “decepcionado” por el nuevo pucherazo con el que en las elecciones del pasado noviembre (esas que pasaron eclipsadas por el Haidargate) se alzó con un nuevo triunfo electoral del nada menos que el 95,37% de los votos emitidos.
Seguidamente, aclaró con tono tranquilizador, dijo que “eso no significa que el Gobierno tire la toalla sino que la sociedad española, el Congreso de los Diputados, el Senado y todas las fuerzas políticas tenemos que mantener una política de Estado para acercarnos e involucrarnos más con un país tan importante para España y para el continente africano como es Guinea Ecuatorial”.
¿Con qué método? Pues con el del mucho “diálogo y cooperación” que también se está aplicando con el regimen opresor y gamberro de Mohamed VI o la dictadura senil de los Castro en Cuba. En los tiempos de la Suráfrica del apartheid o de la España de Franco, la subida de peldaño en los organismos e instituciones internacionales era un premio que los regímenes en entredicho recibían sólo certificando fehacientemente méritos en la senda del cambio. Pero eran otros tiempos y otra gente. Ahora, los nuevos estrategas de la diplomacia ética prefieren repartir premios a los dictadores sin exigir resultados a cambio. Su lema es que, hasta un dictador, lo que necesita para cambiar, es amor.
Volviendo al dúo teatral Moratinos-Anasagasti: una vez más, no hay quien entienda el por qué de tanto paripé. Si España hubiese logrado la décima parte solamente de las explotaciones petroleras que tienen las empresas estadounidenses en Guinea, podría aplicarse la respuesta que Moratinos dio en el Senado en relación a Venezuela, cuando le preguntaron que por qué tragaba tanto sapo con el presidente venezolano Hugo Chávez: “Trabajamos en defender los intereses de los españoles en Venezuela”. Pero no es el caso, y las expectativas de Repsol (por ejemplo) de hacerse un hueco en Guinea no han pasado, como la apertura democrática, de la fase de los futuribles cargados de mucho optimismo.
En cualquier caso, que sepamos, Obiang no ha represaliado hasta el momento a las empresas norteamericanas por el informe. Es más, hay malpensados que creen que, en realidad, tanta crítica sólo es un apretón de tuercas con el que cosechar nuevas concesiones petroleras.
Aunque así fuese, el resultado se ajusta a la envidiable maniobra con la que los hábiles logran matar dos pájaros de un tiro. Moratinos, en cambio, tiene la gran habilidad de que España quede mal con el pueblo guineano o el saharaui, a cambio de nada o de nada que esté a la vista. Eso sí, con la colaboración de los Anasagasti, los Manuel Fraga (el progre de la derecha, según Zapatero) y del PP de Rajoy. Porque, como bien dice Abaha: ¿qué fue a hacer a Guinea Gustavo de Arístegui? Y mientras, podrán pelearse a muerte por el Gürtel, por la reforma laboral o por el diálogo crítico con Cuba pero hay dos asuntos (por lo menos) con los que no hay quien les rompa el consenso a Rajoy y Zapatero: el apoyo incondicional al anexionismo alauita y la cobertura política y bancaria a la cleptocracia de Obiang. A saber por qué.

jueves, 1 de abril de 2010

SÁHARA OCCIDENTAL, LA ÚLTIMA COLONIA DE ÁFRICA



Lista de las últimas colonias en la pág. 308 de una de las ediciones del ABC de Naciones Unidas

Canarias, Chafarinas, Ceuta, Melilla, Madeira (que por cierto es de soberanía portuguesa y no española)...He visto en los comentarios a mi celebración del aniversario de la independencia de Namibia en kaosenlared que hay quienes consideran incorrecto decir que el Sáhara Occidental es la última colonia de África. Por lo visto creen que quedan más territorios en este continente sin descolonizar. Son opiniones personales muy respetables pero, en derecho internacional, política, justicia o periodismo, la opinión personal no siempre vale.

Un ejemplo: al día siguiente de que la bandera de la independencia se izase en Namibia el 21 de marzo de 1990, Ahmed Alaoui, entonces ministro de Estado marroquí sin cartera, portavoz oficioso del rey Hassan y director político del diario Le Matin du Sahara, publicó un editorial en primera página en el que afirmaba que, tras la independencia de Namibia, todavía quedaban vestigios de colonialismo en África y que éstos eran Ceuta y Melilla.

Por supuesto, según el punto de vista muy personal de este ministro del rey Hassán II, Ceuta y Melilla eran las últimas colonias de África y no el Sáhara Occidental que, de acuerdo a la doctrina oficial alauita fue descolonizado en 1975 gracias a la (para ellos) gloriosa Marcha Verde que forzó la salida de los españoles del territorio. Es decir, que por lo que se refiere al Sáhara (sostienen los marroquíes), ni penúltima, ni última colonia africana.

El ministro y su Rey tenían derecho a opinar (suponiendo que se hubiesen limitado a editorializar pacífica y democráticamente) pero su problema es que en la ONU seguían (y siguen) considerando que el Sáhara no es marroquí y que el territorio sigue sin haber llevado a término su proceso de autodeterminación. Por eso, los guardianes del derecho internacional no han dejado de incluir el Sáhara en la lista de Territorios No Autónomos (pendientes de descolonizar).

He de deducir por algunas de las reflexiones de los lectores que Alaoui olvidó este detalle nada personal y se centró en lo de Ceuta y Melilla embebido por un sentido espíritu internacionalista y revolucionario y no, como dicen los malpensados, siguiendo esa vieja tradición con la que Marruecos y sus aliados suelen tener a España a raya aireando la velada amenaza de que, como se le ocurra mover ficha a favor del Sáhara, tendrá que vérselas con una nueva Marcha Verde o un Perejilazo contra Ceuta, Melilla e, incluso, las islas Canarias.

De todos modos, por si acaso me falla la memoria, he vuelto a repasar el Abc de las Naciones Unidas (editada por la ONU) y, en la lista de Territorios No Autónomos (pendientes de descolonizar), no están ni las Canarias, ni las Chafarinas, ni Ceuta o Melilla, ni Madeira. En la casilla correspondiente a África sólo hay un territorio: SÁHARA OCCIDENTAL. Así que los que crean que la lista se queda corta y no hace honor al internacionalismo y el noble espíritu de la revolución tendrán que poner una reclamación a la ONU.

Lo curioso es que ni los ministros marroquíes, ni los demás revolucionarios del internacionalismo mundial se acuerden nunca de reivindicar la descolonización o liberación de Gibraltar, la única colonia (tal como reconoce la ONU y el derecho internacional) que queda en Europa. Por eso, a diferencia de Ceuta, Melilla, Chafarinas o islas Canarias, Gibraltar sí está incluida, al igual que el Sáhara Occidental, en la lista de Territorios No Autónomos de la ONU. La culpa de este olvido seguramente la tiene lo poco estético que resulta para la causa revolucionaria reclamar el cumplimiento del derecho internacional a favor de España tirándole las orejas a la muy progre Inglaterra. Quizás, si la Montaña de Tarik se encontrase en la otra orilla del Mediterráneo, la cosa cambiaría. Es que, a veces, hasta a la geografía le da por ponerse facha...

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