Una mirada a África como tablero de la geopolítica internacional

viernes, 22 de octubre de 2010

CONEXIÓN GIBRALTAR-SÁHARA, CON PARADA EN MELILLA



El Estrecho de Gibraltar con los contenciosos de Ceuta, Melilla y el Peñón son desde los años sesenta una pieza clave de la partida marroquí por la anexión del Sáhara Occidental. Arriba, el Estrecho visto desde el espacio.



Lo han llamado desaire pero el plantón con que el ministro principal de Gibraltar, Peter Caruana, ha humillado a Zapatero va más allá de la discusión sobre la soberanía de las aguas alrededor del Peñón. Es una finta con la que ha advertido a Madrid de que está en condiciones de añadir más leña al fuego en el que arde la no diplomacia que estructuró el ex ministro Moratinos y que más le vale al Gobierno socialista no rechistar mientras él mueve mojones para ampliar el área terrestre de la colonia británica, donde la población ya no cabe. Caruana tiene grandes bazas para dar este apretón de tuercas, desde llamar a Londres para que le envíen a un almirante Nelson al Estrecho, hasta hacer pinza en la jugada con la que Mohamed VI está amagando en Melilla y Ceuta para tener atado corto a Zapatero en la partida del Sáhara Occidental. 

La llamada a Londres es la opción visible, la que le permite humillar a España poniendo en evidencia la debilidad de sus alianzas y demostrar adónde lleva la política de forillo estructurada por el ex ministro Moratinos: mucha foto y mucho primer plano de abrazos y apretones de mano con el forillo del Peñón de fondo y, una vez exhibido públicamente el reconocimiento español ante luces y taquígrafos que implican esos triunfales primeros planos, a la hora de seguir con las negociaciones, pedorreta al canto.

La conexión con las ciudades españolas es menos evidente, se esconde en los pliegues de la historia. Lo mismo ocurre con esa recurrente coincidencia entre el súbito brote de “incidentes fronterizos” en Ceuta y Melilla con momentos de grave aprieto en Marruecos sobre la cuestión del Sáhara. Pero la crisis de este verano en Melilla tiene todos los visos de no ser una excepción a esta vieja dinámica, de la misma forma en que el desaire de Caruana cuadra en el efecto dominó que suele convertir la amenaza alauita contra Ceuta y Melilla en la oportunidad propicia para que los ministros principales del Peñón saquen tajada a costa de Madrid.

La pista que conduce a esta conexión no siempre evidente sobrevuela en esa declaración de guerra con la que Caruana reta a España a acudir al Tribunal de Justicia Internacional de La Haya para dirimir quién tiene la soberanía sobre La Roca. Cualquiera diría que lo dice tan chulo porque la razón está de parte de su parte. Quizás eso sea lo que haya percibido la mayor parte de la opinión pública española gracias al gran desconocimiento que los diversos gobiernos de la transición han abonado con su silencio sobre el asunto, no vaya a ser que se note que tenemos problemas pendientes.

LA DOCTRINA DE LA ONU
Inglaterra también ha vuelto a decir que Gibraltar no es español. Pero la realidad es que en 1967, a pesar de la marginación que España sufría por culpa de la dictadura del general Franco, la diplomacia española logró uno de sus mayores triunfos al derrotar por goleada a la poderosa Inglaterra en la ONU. Ni su puesto de miembro permanente del Consejo de Seguridad con derecho a veto, ni su inmenso poderío naval, ni la temible superioridad de sus vínculos privilegiados con EEUU, lograron impedir que el 17 de diciembre la ONU aprobase la resolución 2353 (XXII) sobre Gibraltar que consagró el principio de la integridad territorial en relación al Peñón.

No había sido la primera ni fue la última resolución en la que la ONU dejó muy claro que la presencia inglesa en el Peñón constituye una violación del derecho internacional y que Inglaterra debe descolonizar La Roca que tanto le obsesiona. Pero la resolución 2353, por primera vez en Naciones Unidas, se apartaba del principio de autodeterminación que suele ser el favorito en materia de descolonización para consagrar la tesis de que Gibraltar es un territorio usurpado a España indebidamente y que la descolonización debe hacerse por la vía de la devolución.

Vamos, que no hay necesidad de ir al Tribunal de La Haya porque ya hay una doctrina legal muy clara. Si en Londres no han acatado estas resoluciones es porque la ONU genera derecho pero no forzosamente lo impone. Especialmente cuando los propios beneficiarios de la ley en un contencioso evitan reclamar sus derechos ante los tribunales.

DEBILIDAD ESPAÑOLA
¿Y qué impide a España reclamar que se cumpla la Ley? En tiempos de Franco, el interés del dictador por mantenerse en el poder a cambio, por ejemplo, de cesar al ministro de Exteriores Castiella (padre de este triunfo onusiano) para así dar comienzo a una nueva era de entendimiento con los ingleses.

Ahora, 40 años después de la muerte del general, los gobiernos de la democracia siguen teniendo pánico a que el marchar por este camino anime las reivindicaciones marroquíes sobre Ceuta y Melilla. Les aterra lo que dijo el rey Hassan II, padre de Mohamed VI en 1976: “Si los ingleses restituyen Gibraltar a España, esta última deberá restituirnos Ceuta y Melilla”. 

Hassan II se despachó así en virtud de la tesis con las que desde Rabat se ha defendido la ONU que no es consecuente al dar la razón a las reclamaciones españoles sobre el Peñón frente a Inglaterra y no apoyar las peticiones marroquíes para que España le "devuelva" las dos ciudades en la costa norteafricana. Desde su perspectiva Gibraltar, Ceuta y Melilla entran en los mismos supuestos de derecho internacional. Ya lo hemos hablado que Ceuta, Melilla y el Sáhara nada tienen que ver. Y que la ONU hasta ahora ha diferenciado muy mucho entre las cuestiones pendientes sobre las dos orillas del Estrecho y no ha tomado en consideración las reclamaciones marroquíes. Pero la diplomacia española, a base de silenciar los problemas, teme que la opinión pública haya acabado no teniéndolo claro. Así que, mejor evitar complicaciones y recoger las boyas para que Caruana no se moleste.

Como demostró el contencioso de Perejil, en política exterior, no basta con tener razón. Así que si Mohamed quiere agarrar del cuello a Zapatero y apretar fuerte amenazando con asfixiarle si no suelta cuerda a favor de su anexión del Sáhara. Provoca incidentes fronterizos y anima a sus expertos en política exterior a organizar seminarios en los que se destaca que la presencia "colonialista" española en Ceuta y Melilla puede convertirse en polo de atracción del terrorismo islámico. A buen entendedor pocas palabras. Y, Caruana, viendo que Zapatero ya está con indicios de amoratamiento a punto de caramelo (lo de morir o vencer está en su caso descartado), también hace caja.

Lo sorprendente de esta crisis con la que se ha despedido Moratinos ha sido el comprobar cómo, a pesar de presumir de flema británica, el señor Caruana se comporta al fin y al cabo como el “presidente” de cualquier autonomía española, amagando al Gobierno central con su supuesto factor diferencial, mientras los ciudadanos españoles pagan de su propio bolsillo la asistencia sanitaria al “pueblo gibraltareño” que tanto se supone les desprecia. 

Tan español es este comportamiento político que los de Coalición Canaria han tomado nota de su ejemplo y, a cambio del voto en los presupuestos, han pedido a Zapatero la soberanía sobre las aguas marítimas de Canarias. Como ha advertido UPyD, seguro que Mohamed VI se está frotando las manos de lo más contento…

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