Una mirada a África como tablero de la geopolítica internacional

lunes, 31 de mayo de 2010

Obama, Nigeria y la democracia en África



No hay que perder de vista la evolución política en Nigeria pues cuando este gigante de 150 millones de habitantes tose, nadie se libra de una subida de los precios de la gasolina y del gas. A pesar de sus graves problemas étnicos entre el norte musulmán y el sur cristiano o las actividades de la misteriosa guerrilla del Mend contra sus plataformas petroleras, tiene el peso específico que requiere imponer su voz en los asuntos de África frente a las largas manos de Francia, EE UU o China y sus dirigentes han demostrado que tampoco les falta voluntad para ejercer este papel de liderazgo tanto si se trata de su patio trasero, donde tiene su hueco la minúscula e hispana Guinea Ecuatorial, como si se trata de dejar huella en los asuntos relevantes para la Unión Africana como es el conflicto del Sáhara Occidental.


A principios de mayo, la federación nigeriana tuvo que enfrentarse a la sucesión del presidente Yar'Adua, muerto tras una larga enfermedad que lo había mantenido durante seis meses fuera del país, en un centro hospitalario de Arabia Saudí. Hacía meses que se sabía que Yar'Adua estaba condenado y que no iba a volver a su silla de presidente. Por eso, la interinidad del vicepresidente Jonathan Goodluck se había hecho excesivamente larga por los riesgos que entrañaba para la vulnerable estabilidad de la federación cualquier vacío de poder. No es que Jonathan se hubiese mostrado incapaz de afrontar el reto pero, la mera apariencia de un vacío de poder estaba desencadenando peligrosas luchas de poder sobre el telón de fondo de las tensiones étnico-religiosas que, cíclicamente, acaban en matanzas cuyas víctimas mortales se cuentan en Nigeria siempre con un mínimo de tres ceros.

Jonathan Goodluck, Foto: Remy Steinegger
El principal problema para la autoridad de Jonathan era que, aunque constitucionalmente le correspondía a él, en calidad de vicepresidente, tomar las riendas para sustituir a Yar’Adua, en Nigeria rige el principio de la alternancia que prevé que cada dos mandatos se alternen un presidente musulmán y un jefe de Estado. ComoJonathan es cristiano, varias voces cuestionaban su sucesión en base a los siguientes argumentos: 1) que para evitar poner en peligro la unidad del estado había efectivamente que nombrar de una vez a un sucesor de Yar´Adua que acabase con esa situación provisional y 2) que para resolver el problema y cumplir con la constitucionalidad no debía ser Jonathan el sucesor, sino que había que pensar en un sustituto musulmán.

La familia de Yar'Adua también contribuyó a alimentar este dilema con un inexplicable silencio sobre la salud y evolución del presidente. El resultado fue que se comenzó a barajar como posible candidato al ex hombre fuerte de Nigeria, Ibrahim Badamais Babangida, que ya estuvo en el poder entre 1985 y 1993, al frente de una dictadura militar que ha dejado muy malos recuerdos por su corrupción y por sus atrocidades, especialmente entre las poblaciones del sur.

El ex dictador militar, también conocido como “el genio del mal”, permanece aparentemente retirado desde las polémicas elecciones de 1993 que auparon al poder al cleptócrata Sani Abacha, el que abrió la puerta de la riqueza petrolera nigeriana a las multinacionales francesas que habían quedado marginadas de este reino de la explotación anglosajona desde la guerra de Biafra (los politicos nigerianos nunca perdonaron a Francia que jugase la carta del secesionismo a cambio de las explotaciones petroleras que se concentran en el golfo de Biafra).

A Babangida parece que le apetece mucho volver al escenario y todo apunta a que está moviendo muchos hilos para lograrlo. Tiene sin embargo un problema y es que, al parecer, el mantenerse en la trastienda de la política nigeriana es la condición que le impusieron a cambio de no revolver en la basura del pasado en relación al origen de su fortuna y las violaciones de derechos humanos cometidas durante su régimen. De hecho, la sola posibilidad de su regreso a una responsabilidad de gobierno despierta una gran indignación entre los nigerianos del sur, que reivindican haber sido los principales sufridores de los desmanes de Babangida.

Pues héte aquí, que el pasado febrero, justo cuando Jonathan acababa de dar el primer incierto paso hacia la presidencia, asumiendo la presidencia interina, dos enviados de Obama (el subsecretario de Estado para Asuntos Africanos, Johnny Carson y el embajador estadounidense en Abuja Robin Sanders) fueron a visitar a Babangida a su casa en Minna, en el estado de Níger (centro de Nigeria y a 150 kilómetros de la capital, Abuja). Qué casualidad que también andaban de visita por Nigeria (aparentemente por otros motivos) el ex presidente George W. Bush y su ex secretaria de Estado Condoleezza Rice.

A la derecha, Ibrahim Babangida, el genio del mal. Foto: Seiperi.
En cualquier caso, como cuentan en Pambazuka, la visita levantó ampollas porque, aunque se supone que era secreta y no supo nada del motivo del encuentro, al ser descubierto y preguntado sobre el por qué ir a rendir pleitesía justamente a Babangida, Johnny Carson se descolgó con una declaración que se convirtió en un bombazo en la prensa africana:
«Nigeria necesita un dirigente fuerte, eficaz y con buena salud con el fin de garantizar la estabilidad del país y para cumplir los numerosos retos políticos, económicos y de seguridad de Nigeria». Como no es ningún secreto que Nigeria es un país altamente sensible para EEUU por ser su tercer suministrador de petróleo y su papel de buen aliado en el continente africano, la declaración fue interpretada como un espaldarazo de Obama a Babangida frente a Jonathan. El escándalo sirvió para desempolvar el feo historial del ex dictador y para acusar a Obama de favorecer a un impresentable olvidándose de los compromisos con los que el pasado julio, abogó en Accra por la causa de la democracia en África.

Lo curioso es que  Jonathan Goodluck acababa de viajar a Washington (su primera visita nada más asumir el cargo como interino y con el presidente todavía vivo) y allí había hecho público en un programa de gran audiencia las dificultades a las que se enfrentaba su Gobierno entre otras cosas por el ninguneo de la familia de Yar' Adua, que mantenía aislado al enfermo, sin que pudiese contactar con nadie del gobierno, incluido su vicepresidente. Cabía esperar que en Washington hubiesen atendido a sus ruegos y hubiesen pensado hacer algo para echarle una mano. Pero sin duda, si Obama hubiese apoyado a Jonathan, los dirigentes musulmanes (ya muy críticos con EEUU por meter a Nigeria en la lista de países con peligro de terrorismo yihadista), se lo hubiesen tomado muy mal y su disgusto hubiese acabado probablemente en una batalla campal callejera con los cristianos.

En cambio, la indignación frente a la injerencia del imperialismo americano a favor de Babangida ha tenido un interesante efecto acomodador: los representantes nigerianos en la Asamblea Nacional y los gobernadores convirtieron en un asunto patriótico el “sí” a un cambio de ley que legitima la sucesión de Jonathan Goodluck frente a los que seguían poniendo peros con la coartada del respeto al sistema de alternancia; logrado este reconocimiento, el nuevo presidente ha restablecido el equilibrio étnico nombrando como vicepresidente a Namadi Sambo, un empresario del norte y practicante musulmán que ocupaba el cargo de Gobernador del Estado de Kaduna; por su parte, Babangida se ha quedado por el momento sin la oportunidad de poder convertirse en el hombre fuerte de Nigeria sin pasar por las urnas pero, a cambio, ahora, habla abiertamente de sus aspiraciones a ser candidato en las elecciones de 2011. Si por fin se decide a ello, su problema será cómo librarse del estigma de favorito del imperialismo yanki.

P.D. Apuntes sobre Guinea. Mafuti, sí estaba al tanto del escándalo que supone que la Unesco, con nuestros impuestos, se preste a dar lustre y gloria al dictador Teodoro Obiang con un premio "científico" que lleva su nombre. Pordomingo, por ejemplo, alertó sobre ello con este artículo. Gracias, sin embargo, por recordarme con tu comentario en la página del 9 de mayo que habría que darle toda la publicidad posible a la recogida de firmas de protesta. Todo el mundo debería firmar en contra por solidaridad con el pueblo guineano y, también, por la buena salud de instituciones que se supone que deberían dedicarse a apoyar la paz y la justicia y no a enaltecer a un tirano cleptócrata. Añado que, igualmente indignante y mosquente me resulta que, también con nuestros impuestos, el Gobierno español (con la complicidad del PP y el PNV, entre otros) esté costeando el sistema burocrático de Obianga como explica este artículo que me envió Óscar. Como si Guinea fuese pobre de solemnidad y no el Kuwait de África. Como si con la situación que tenemos en términos económicos nos pudiésemos permitir este tipo de regalos a un régimen criminal cuyo presidente se dedica a saquear los ingresos del petróleo para coleccionar mansiones y coches de lujo a millón de euros (mínimo) cada uno.

martes, 25 de mayo de 2010

CARTA PARA ANTÒNIA (Garzón y el gas enervante II)


Manifestación por el Sáhara en Madrid el pasado diciembre.


Querida Antònia:
me llamaron la atención tus reflexiones a
mi anterior entrada en este diario geopolítico. ¿Motivo? Pues precisamente porque, como bien dices, en tus comentarios no sueles desplegar gusto por burka u orejeras ideológicas. Hasta ahora creíamos que esta condición aseguraba inmunidad ante el gas enervante que suele dispararse con la dialéctica ideológica. Pero, al leer tus observaciones me ha asaltado una sospecha: la de que esta vacuna no baste con la alta toxicidad del caso Garzón.


No me refiero a esa parte de tu comentario que depende de apreciaciones personales sobre la ultraderecha en Francia y en España, porque no pretendo ser cura dando misa. En este apartado incluyo reflexiones que aluden a un camuflaje de la ultraderecha en el pragmatismo parlamentario. Puede, pero que yo sepa, esta ultraderecha francesa, si estuvo homologada a alguien en España fue al afortunadamente olvidado Blas Piñar y su Fuerza Nueva. Un partido muy temido en la época de la Transición y no precisamente por su quehacer romántico, sino por las palizas que sus integrantes propinaban en los barrios de Madrid donde hacían despliegue de poderío. En cualquier caso, esta estrategia de camuflaje no explica muy bien el por qué convocar una manifestación contra Garzón para luego no sumar más de cien en la calle...

Por eso, a la hora de hacer balance sobre ultraderecha, me preocupa más la situación en Francia donde, mucho darnos lecciones de liberté y fraternité pero el lepenismo, además del subidón brutal de votos que ha cosechado en las urnas, se mueve con tal falta de pudor en las calles como para obligar a la policía a mantener un dispositivo de seguridad especial en Cannes para proteger la proyección de la película sobre el colonialismo en Argelia de Rachid Bouchareb (
Hors-la-loi) de la furia de los guardianes del legado imperial francés. Como para que luego nos sorprendamos de que Francia lidere en la ONU, la Unión Europea y allá donde puede el consenso con la opresión del pueblo saharaui por parte de Marruecos, peón esencial de su estructura neocolonial africana...

Pero dejemos a un lado las disquisiciones politico-filosóficas y volvamos tras el rastro del gas enervante en el caso Garzón. No lo digo, repito, en tono de reprimenda (¡vade retro, Satanás!) sino en el papel de curiosa e inquieta observadora de la repercusión y secuelas que está cosechando cierto argumentario socio-político. Porque, fíjate, querida Antònia:

1) Me atribuyes (o eso parece) una opinión contraria a hacer justicia a las víctimas españolas de la Guerra Civil cuando yo, precisamente, me pronuncio a favor desde el primer párrafo utilizando intencionadamente una referencia a los valores cristianos (cuarta línea del comentario) que supuestamente son caros a esos españoles a los que el gas enervante les nubla la vista y les borra la memoria con el resultado de una visceral reacción adversa en esta cuestión que, digo yo, también tiene una vertiente de estricta aplicación de la caridad con el prójimo. ¿Es que no quedó claro Antònia, que íbamos, al menos hasta ahí, en la misma línea?

Pues naturalmente, querida, que sería absurdo que, lo que damos por bueno a 3.000 kilómetros, no lo fuese en casa. Claro que rescatar restos humanos de cunetas y fosas comunes no pone en peligro la Transición. Creí que quedaba claro pero, evidentemente, esta vez, no comprendiste mi broma con esos comentarios apocalípticos sobre el supuesto auge del fascismo que nos atenaza y que, al igual que lo del "vómito" o el "Torquemada" proceden de artículos de encendida defensa a Garzón publicados en la prensa progresista y de izquierdas. (Quizás debía de haber puesto el copyright no sólo a Caballero Bonald...)

En fin, que puede que no me explicase bien pero me inquieta que el equívoco sea un reflejo del éxito con que estas opiniones y tremendismos están imponiendo el falso axioma de que, si Garzón cayó por meterse con el franquismo, ergo, todos los que no se echan a la calle en su defensa es porque son simpatizantes del legado de una vergonzosa dictadura. Y es que, a partir de ahí, el resto va en automático: Garzón es un santo, sus contrarios están del lado del mal y, consecuentemente, ser de izquierdas o progesista exige no ver mácula en la aureola del supuesto mesías de la Justicia Universal. Malo, tan malo como ese axioma que, desde el otro extremo, avanza con la misma lógica infernal a caballo del supuesto que reza: si Garzón se ha metido con el franquismo es porque, como mínimo, está en nómina del PSOE de Zapatero, ergo, Garzón es un rojo y un enemigo del PP al que todo lo que le ocurra de malo le está bien empleado.

Malo, malísimo porque la paradoja de esta dialéctica es que tanto las manifestaciones multitudinarias a favor del juez estrella enarbolando banderas republicanas, como el revival del falangismo, favorecen por igual una canonización por decreto ley. Es más, a los que mueven los hilos del todoscongarzon les vendría de perillas que el lepenismo español se hiciese más vistoso para que salte ese resorte del “si los fachas ladran, es porque estamos en el lado de la verdad”. Es entonces cuando el gas irritante actúa con eficacia barriendo las dudas que siembran los inoportunos que se pierden por arenas movedizas.

¿Un poco obtuso? Puede, pero en el drama del pueblo saharaui, que tú conoces muy bien, tenemos un buen ejemplo de cómo la ideologización de un asunto que nada tiene de ideológico (un proceso de descolonización inacabado), ha servido para que los politicos de derechas e izquierdas anestesiasen a sus respectivos votantes: que si los polisarios son comunistas, que si el derecho a la autodeterminación es una causa casposa de los militares que sostuvieron al regimen de Franco…

Por ultimo: y 2) Me reprochas que no haya dicho nada de la “otra querella sobre el Sáhara”, la de Garzón contra los torturadores marroquíes cuando ya he hablado tantas veces de ello en otras entradas del diario (basta que pongas la palabra Garzón en ese buscador que con tanto sudor he logrado situar al final del blog), que me parecía un poco repetitivo volver a ello. Pese a lo cual, puse en mi comentario (para los que se acaban de incorporar) una referencia al extraño quehacer del juez incluida en un hipervínculo que lleva al comentario del día 20 que, a su vez, lleva con otra de esas rayitas mágicas a otro resultado de mis pesquisas que, a su vez rebotaba a un tercero en el que también explicaba mi escepticismo sobre la voluntad de Garzón de querer de verdad llegar al fondo de la cuestión (la de juzgar a los torturadores marroquíes) y no, simplemente, marear con el beneficio de nadar y guardar la ropa.

Lo que planteo en todos ellos, resumiendo, es que si de verdad hubiese querido ir en serio Garzón y hacer justicia a los saharauis: ¿por qué antes de esa "otra querella" a la que tu aludes había rechazado otras denuncias contra Hassán II utilizando los argumentos con que los abogados de Pinochet le dijeron que no era competente para sentar en el banquillo al ex dictador chileno? Como dijo entonces Editor, podríamos consolarnos con que su amago al menos sirvió para publicitar el drama saharaui. Pero, creo yo, Garzón ha logrado con creces compensar este golpe publicitario prosaharaui con otro tan grato a Marruecos como es el de haber aireado la hipótesis de que el Polisario tiene un lado oscuro.

En cualquier caso, querida Antònia y todos los posibles desconcertados que ya he visto que hay unos cuantos: mi perplejidad, dudas y decepción (que no condena, por supuesto) a Garzón no son fruto de la lectura sino de experiencia sobre terreno. Vivimos una época muy tormentosa y gris en la que necesitamos, más que nunca, de héroes y, mira por dónde, tras la ilusión del caso Pinochet tuve la mala suerte de toparme con una extraña pista de actitudes equívocas del juez no sólo en relación al Sáhara sino también en ese otro dossier intocable en España: el del cleptócrata y criminal Teodoro Obiang. Otro tema en el que se le dieron al juez oportunidades para hacer justicia que despreció y, si no, Antónia, ademas de al abogado Francisco Fernández Goberna o al presidente Silvio Berlusconi (que, como ya dije, sacó buen partido a este doble rasero de Garzón) pregúntale a Eugenio Pordomingo, de www.espacioseuropeos.org al que Garzón se negó siquiera a escuchar cuando le quiso animar a que siguiese el rastro del dinero sucio de Obiang. Si le hubiese hecho caso, Garzón se hubiese adelantado a jueces de Francia y EEUU.

Aún así, que no cunda el pánico, la esperanza es lo último que hay que perder y, ahora que Garzón se va a La Haya, capital mundial de la justicia humanitaria, podría recuperar el tiempo perdido y utilizar su prestigio e influencia para hacer de verdad los deberes con la Guerra Civil, el Sáhara y, por supuesto, Guinea Ecuatorial. Digo yo...


P.D. Como algunos todavía os quejáis de que os debo una del pasado mes, aquí os dejo un tema sahariano elaborado por el equipo de Pordomingo sobre esa intervención mía en el Colegio de Nuestra Señora de África junto a la diputada socialista Fátima Aburto cuya preparación fue origen de esa deuda que algunos no perdonan. Espero que os guste pues el resumen se ajusta bastante a lo que dije en la mesa organizada por profesor Riesgo. Confío en que, después de esto, no me pidáis intereses…

http://espacioseuropeos.com/?p=16543

lunes, 17 de mayo de 2010

GARZÓN Y LOS BENEFICIOS DEL GAS ENERVANTE



No resulta nada higiénico que al juez Garzón lo vayan a crujir por prevaricador justo por la llamada causa de los crímenes del franquismo y no sólo porque no sea cristianamente defendible negar a los muertos digna sepultura. Es que, además, todo lo que tenga que ver con lo que ahora se llama “la memoria histórica” desprende un poderoso gas enervante-cabreante que hace estragos incluso entre quienes tienen la enorme suerte de no saber quién fue ese Generalísimo que se empeñan en resucitar algunos políticos. Da igual que la bomba caiga del lado de la izquierda o de la derecha. Si la población afectada por el proyectil lleva burka ideológico, basta una mínima inhalación del tóxico para que acabe siendo víctima de una parálisis de las terminaciones nerviosas que controlan el raciocinio y que dispara la realidad virtual de la dialéctica ideológica.

En este diario ya lo recordé en unos apuntes del pasado 20 de abril que, a través de la puerta de la madre África (lo que se aprende allí de política española) unos cuantos ingenuos tuvimos la oportunidad de llevarnos una gran y alarmante decepción sobre el buenismo del superjuez: grande porque no sirve eso que dicen sus defensores a ultranza de que el haber empurado históricamente a Pinochet le de bula a Garzón para hacer distinciones entre casos A (prioritarios) y casos B (sacrificables) en materia de violaciones de los derechos humanos. Alarmante, porque al fin y al cabo, estamos ante la gestión de la Justicia y eso de que los derechos humanos valgan para unos y para otros no, refleja un doble rasero propio del ilusionismo politico pero nunca de un juez.

Hay que reconocer, sin embargo, que Garzón tiene una enorme suerte. Si su carrera dependiese sólo de las acusaciones relativas a su extraña relación epistolar con el propietario del Banco de Santander y la financiación de sus cursos en Nueva York, su caso se limitaría a las vulgares coordenadas del cohecho y la prevaricación. Tampoco habría lugar a que se pudiese escudar en la coartada del martirologio, por definición injusto, si las dudas sobre su integridad o capacidad para administrar la Justicia se limitasen a la nada estética sospecha de sumisión partidista que desprende su intervención en el caso Faisán.

Todo estaría más a la vista, incluyendo el papel que está jugando en ese supuesto acoso y derribo urdido desde la ultraderecha, la progre ex secretaria de estado de Felipe González, Margarita Robles, como una de las principales impulsoras de la suspensión de Garzón. También reluciría con más brillo el dato de que el juez Luciano Varela, el supuesto acosador del juez de los indefensos y las víctimas, es miembro de la progresista Jueces para la Democracia que se ha puesto del lado de… Garzón.

En cambio, acusar al juez estrella por prevaricar con una causa que ha catapultado al estrellato a una Manos Limpias con tufillo a naftalina y un señor que dice ha promovido la querella contra Garzón en nombre de un partido falangista, reúne todos los elementos que garantizan la eficacia de la poderosa arma del gas enervante-cabreante que convierte en caballo de batalla entre dos supuestas Españas (que no son las divididas por la frontera del paro), hasta la lista de la compra. Basta con que alcance la pituitaria que una pequeña dosis de este compuesto produce en los afectados un súbito estado de excitación febril, mareo y desorientación que induce una distorsión de la perspectiva y rumbo.

El caso Garzón se convierte así en la prueba palpable de que hay un acoso a los frutos de la Transición y de que estamos en peligro por el auge del fascismo que todo lo corroe como un cáncer que está a punto de copar el vulnerable organismo de nuestra democracia (especialmente en Madrid, por lo visto) y que, hoy le toca a Garzón o el rector Berzosa, pero mañana podría tocarle a Perico el de los palotes. Cualquiera que capte estos llamamientos a la alerta roja desde Marte, diría que estamos al borde de una nueva Guerra Civil. Afortunadamente, el burka debe estar en desuso en España porque ni se tienen noticias de levantamiento de barricadas en la izquierda y, en cuanto a la supuesta pujanza de este franquismo que nos sobrevuela (en palabras del José Manuel Caballero Bonald), cuando toca que el falangismo demuestre su poderío en la calle manifestándose contra Garzón, no llegan en Madrid al centenar ni poniéndoles servicio de autobuses desde el resto de España con bocadillo incluido.

Como dijo el filósofo Fernando Savater en una reciente tertulia televisiva, lo curioso de este temible ascenso de la amenaza fascista que nos echan en cara incluso desde Francia, es que en España no hay ni un diputado de extrema derecha como los suele haber en cambio en los parlamentos del resto de Europa, empezando por el de París donde incluso acaban de doblar su presencia robándole el terreno a Sarkozy y la izquierda. Eso sí que es auge y lo demás son tonterías.

Pero el gas enervante es un arma poderosa que entraña grandes beneficios para Garzón. De momento, poco se habla de gestión de la justicia de un juez. El debate ha sido desviado a otras coordenadas, las de si los crímenes del franquismo pueden o no juzgarse, enzarzándose en la diatriba de si se debe o no remover la historia para perderse en el pantanal de la génesis de la Guerra Civil. A partir de ahí todo viene rodado porque, en ese entorno donde reina la espesa niebla, es relativamente fácil que el Tribunal Supremo se convierta en un órgano “vomitivo” (ultrafacha) que vuelve el mundo del revés, que Varela pase a ser un “Torquemada del fascismo” que desconoce la legalidad internacional y protege a los verdugos frente a las víctimas y, de paso, que el PP de Rajoy, al que se ha atribuido la conspiración, pierda toda posibilidad de haberse convertido en un partido de la derecha civilizada para asimilarse al “machartismo” y su terrible caza de brujas. Qué bien para Zapatero.

Garzón también puede estar satisfecho. Porque, mientras el gas enervante siga trastornando a la opinion pública, su salida de la Audiencia Nacional nada tendrá que ver con la defenestración del juez Javier Gómez de Liaño, su antiguo amigo al que traicionó y al que los mismos que defienden al superjuez se encargaron de que no recuperase el honor ni siquiera cuando desde Europa se certificó que su expulsion había sido fruto de la mala salud de la justicia española. Gracias a la sobrereacción generada por el gas enervante, subirá el cache de Garzón que, con su aureola de juez castigado por querer meterse contra el franquismo, podrá seguir dando cursos en la Universidad de Nueva York sobre los riesgos que acechan a los paladines de la Justicia Universal.

P.D. Precisión sobre Garzón versus Polisario. Aprovecho la ocasión para añadir una aclaración al comentario de 20 de abril. El profesor Carlos Ruiz Miguel me recuerda que decir que el juez Garzón “admitió” la querella contra el Polisario no es correcto, que Garzón amagó con investigar las supuestas víctimas del Polisario pero que acabó archivando el caso entre otras cosas porque, en Marruecos mucho ladrar pero sus propios tribunales no abrieron ninguna investigación sobre el asunto.

Efectivamente, como dice el profesor en este artículo de su blog que adjunto (siempre valiosísima su aportación para deconstruir el argumentario promarroquí) no es jurídicamente correcta la palabra “admite” por mi parte, como no lo es la de “aceptar” con la que desde Rabat se ha hecho lo posible por confundir al personal haciendo creer que la cosa era definitiva y apuntalar así la tesis de que los representantes del pueblo saharaui son una banda de impresentables que no merece ninguna simpatía ni apoyo. Dicho lo cual, la imprecision no afecta a la chicha de a lo que iba y es que resulta sorprendente que el campeón de las causas justas considerase la hipótesis de que, quizás, el Polisario sea culpable de crímenes contra la humanidad pero, nunca, se le haya ocurrido considerar que pudiese ser objeto de delito las sacas de los republicanos. De acuerdo, la culpa de todo la tuve el golpe de estado que trastocó el orden de las casos y hundió el país en un caos fratricida pero, entonces, ¿no debería valer lo mismo para el Polisario, representante del pueblo saharaui agredido por un invasor ilegal (Marruecos)?

La precisión de Ruiz Miguel también resulta muy esclarecedora de cómo aprovecha la propaganda marroquí cualquier resquicio para arrimar el ascua a sus sardinas. Y qué curioso resulta que así como se dio mucha publicidad en la prensa española a que el juez considerase la posibilidad de que el Polisario pudiese haber cometido graves crímenes (la confusion fue tal que hubo un dirigente saharaui que casi no viaja a España temiendo lo peor), en cambio, nada se haya dicho de que decidiese archivar. El resultado a efectos prácticos es que la iniciativa de Garzón ha servido para que se aireen argumentos y tesis que descalifican al Polisario y dan alas a las tergiversaciones del rey Mohamed. Moratinos debe estar de lo más satisfecho por la discreción con que un juez tan mediático no ha evitado la confusion en los titulares periodísticos.

domingo, 9 de mayo de 2010

¡Gracias, "Mundo Negro"!

Mundo Negro cumple 50 años, con 550 números, unos 36 millones de ejemplares a la espalda. Nada mal para una revista en España, especialmente ahora que los lectores de la prensa en papel son una especie en vías de extinción. Todo ello, sin recurrir a promociones que convierten una publicación en esa cosa que se regala con un vídeo o una pieza de loza. Y lo más sorprendente es que esta publicación cuenta con un público incondicional de 55.000 suscriptores a pesar de que su foco de atención está puesto en África, ese continente que la prensa diaria española ningunea sistemáticamente con el pretexto de que no tiene ningún interés para los lectores españoles necesitados de estar bien informados.

En Mundo Negro, sin embargo, África no sólo interesa en términos estrictamente informativos sino que el apoyo a los pueblos africanos es el principio que todo redactor debe llevar en el corazón mientras persigue el rigor y la veracidad que conforman el buen periodismo. No hay excepción para el cumplimiento de este libro de estilo, ni siquera con la lucha del pueblo saharaui o la batalla contra la tiranía en Guinea Ecuatorial, dos asuntos que en las redacciones españolas disparan sonoras alertas rojas.

Es más, los responsables de la revista, ya sean laicos o misioneros, veteranos ya jubilados o miembros de la actual dirección no pierden ocasión de exhibir públicamente con orgullo que una de las causas más queridas de la revista es la causa del pueblo saharaui. Buen ejemplo de ello han sido las muchas referencias que han dedicado al Sáhara en los diferentes actos con los que han celebrado tan importante cumpleaños, incluyendo el de la presentación al resto de los medios de comunicación del número especial del 50 aniversario, titulado "África, especial 2010"), una pequeña enciclopedia sobre la historia, evolución demográfica, social, política y económica del continente desde el comienzo de la descolonización que incluye una ficha de cada uno de los miembros de la Unión Africana, entre ellos la de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) constituida en los territorios liberados del Sáhara Occidental.

“Me da mucha vergüenza cuando oigo o leo declaraciones de nuestros políticos como las que recientemente hizo Gustavo de Arístegui defendiendo la “autonomía” saharaui y no el respeto al derecho internacional que es lo que de verdad está en juego, dijo Gerardo González, decano de la prensa africanista española y alma de Mundo Negro durante más de 40 años de la revista.

Como explicó Gerardo (en foto de abajo, junto a Ismael Piñón) este favoritismo con el pueblo saharaui responde a otra maxima del decálogo ético de la revista y es que su apoyo contra la injusticia debe ser tanto mayor cuanto más indefensa sea la víctima. “Hay muchas causas que apoyar en África y muchos silencios que romper pero, el pueblo saharaui tiene una gran desventaja frente a otros pueblos de África y es que sigue siendo el único territorio sin haber llevado a término su descolonización”. Eso añadió, deja a los saharauis en una situación de especial indefensión ante el olvido.


Habrá quien critique esta postura como una militancia incompatible con la objetividad, enarbolando esa pretendida equidistancia con la que el ministro socialista Moratinos y el diputado del PP Gustavo de Arístegui, en realidad, lo que hacen es campaña por la no defensa de los saharauis con un objetivo muy claro: favorecer a la parte agresora (la monarquía de Marruecos).

Gerardo González, sin embargo, siempre lo tuvo muy claro: “La revista nació en la encrucijada histórica que se produjo en 1960 (el llamado año de África, cuando 17 países de África lograron la independencia y, desde su primer editorial Mundo Negro se comprometió a acompañar a los pueblos de África en este proceso. “Ha habido muchos gozos y muchas tristezas en este camino, una de ellas el Sáhara”. “Pero si hemos acompañado el resto de las independencias de África lo que no sería objetivo es que no hagamos con el pueblo saharaui”. Su sucesor Luis Esteban Larra, a su lado, asentía. Él tampoco parece estar dispuesto a apearse del burro que ha convertido a Mundo Negro en una de las pocas publicaciones que estuvo con los saharauis cuando la denuncia de los acuerdos de Madrid suponía un grave riesgo de represalia por parte del régimen franquista y sus forofos, y que no varió su postura cuando, al terminar la Transición, el PSOE le acabó dando la espalda.

En cualquier caso, esta apasionada militancia no ha impedido que la revista que nació de la Iglesia misionera, sea hoy la publicación de referencia en España sobre África, tanto para diplomaticos, expertos e investigadores universitarios, voluntarios de ONG o, simplemente, lectores para los que África es una pasión sin más. Un prestigio que no se consigue sin una seriedad y rigor profesional intachables.

El Sáhara no ha sido el único tema con el que Mundo Negro ha demostrado valentía. Un ejemplo de los difíciles momentos que le supuso a la revista el firme respeto a sus compromisos en tiempos de la dictadura de Franco lo recordó Romeo Ballan, uno de los primeros directores de la revista: “El apoyo a las independencias africanas nos costó entonces ser acusados de ser unos curas rojos y hasta aparecieron pintadas en los muros de nuestro recinto”, recordó Romeo en la intervención con la que participó en el gran acto de cumpleaños celebrado en la sede de la Mutua Madrileña bajo el significativo lema que resume la union de la revista a la descolonización: “África, 50 años de independencia”.

Otro momento de gran tension, recordó el religioso italiano, se produjo con la independencia de Guinea Ecuatorial en 1968, cuando al general Díaz de Villegas, responsable de las plazas africanas, le disgustó la cobertura dada al evento por la revista. “Nos sometieron a un buen apretón de tuercas y, poco después, Guinea fue declarada materia reservada”. Los oyentes guineanos (que había muchos en la sala), dieron un aplauso de agradecimiento.

En tiempos de la democracia, siguió Ballan, tampoco han faltado las pintadas injuriosas (las de tinte xenofóbico por la solidaridad de la revista con las víctimas de las pateras) sobre las vallas del recinto de los misioneros combonianos que, además de la redacción de la revista, la redacción de la publicación infantil Aguiluchos , una gran biblioteca incluye el Museo africano. En cuanto a Guinea, los problemas siguen siendo muy parecidos a los que su pueblo padeció con su primer presidente, Francisco Macías, sólo que su sobrino y sucesor, Teodoro Obiang intenta acabar con las críticas de los medios presionando a través de bufetes de abogados que puede pagar gracias a los suculentos ingresos del petróleo que saquea de las arcas del estado. Donato Ndongo escritor y periodista guineano al que Mundo Negro ha dado voz en una hermosa columna de opinión, ha tenido que sufrir en sus carnes en otros medios la capacidad disuasoria que tienen estas estrategias silenciadoras.



La redacción de Mundo Negro. De pie, Luis Esteban Larra, redactor jefe de la revista.

Un periodista le preguntó al actual director Ismael Pinón si tenían datos de la influencia de Mundo Negro. África González, miembro de la redacción le recordó luego que muchas de las pasiones (la suya entre otras) por África, incluyendo vocaciones misioneras, prendieron con la lectura de Aguiluchos.

Por mi parte, añadiría que, si no fuese influyente, la dirección no tendría que preocuparse por ocultar con seudónimos la identidad de, por ejemplo, su corresponsal en Guinea Ecuatorial. Tampoco tendrían que evitar recurrir a los combonianos sobre terreno (entre los que hay muchos periodistas y muy cualificados) y contentarse con elaborar la información desde Madrid, para no incrementar el alto riesgo de exponerlos a las represalias de los que no aprueban sus informaciones sobre las guerras de Sudán, Congo o Ruanda.
Sí, definitivamente la información sobre África, cuajada de oscuros tejemanejes que contribuyen a mover lo que luego se simplifica con la etiqueta de odios étnicos, exige valentía tanto sobre el terreno pero, también, mucha audacia e ideas claras por parte de quienes en Madrid deciden lo que se va a publicar.

Un ejemplo que me concierne: en la carpeta que se distribuyó en la presentación del número especial del cumpleaños (en el que el Sáhara tiene ficha propia junto al resto de miembros de la Unión Africana), se cita con orgullo uno de mis más queridos reportajes ("El acuerdo que nunca existió", sobre la farsa de los acuerdos tripartitos) como si el mérito fuese exclusivamente mío. Pero no, esa historia estaba ahí, esperando a que alguien se decidiese a escribirla, y muchos podrían haberlo hecho en mi lugar si hubiesen tenido la suerte de tener una publicación dispuesta a sacarla en letra impresa. No tuvieron la suerte y el privilegio de colaborar con un medio decididos a respaldarles. ¡Gracias Gerardo, gracias Mundo Negro!


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