Una mirada a África como tablero de la geopolítica internacional

martes, 28 de febrero de 2012

LA EXTRAÑA VISITA DE HILLARY CLINTON A RABAT

¿Qué fue a hacer Hillary Clinton a Rabat los dos días de visita que pasó allí? En Argelia está claro: en las pocas horas que pasó en la capital habló largo y tendido con el presidente de Argelia Abdelaziz Buteflika. Pero en Rabat ni se encontró con el rey Mohamed VI ni con el primer ministro Abdelilah Benkirane, el líder del partido Justicia y Desarrollo que ganó las elecciones en enero y con el que todavía no se ha visto cara a cara. ¿Estamos ante un feo marroquí a Hillary Clinton? ¿Un error al coordinar agendas? Quien recibió a Clinton en Rabat fue el ministro de Exteriores marroquí con el que la secretaria de estado hizo una aparición conjunta ante los medios. Pero, ya se sabe que, a la hora de tomar decisiones, los ministros pintan poco en Marruecos.


El rey y el primer ministro estaban camino de Doha en Catar donde el domingo se ha iniciado una conferencia internacional (con más de 350 delegados) del Comité de defensa de Al Quds (nombre árabe de Jerusalén) que preside el rey alauita. Benkirane ya dijo al comentar su desencuentro con la secretaria de Estado que para él es más importante Jerusalén que Hillary Clinton. Además, Mohamed VI había anunciado a bombo y platillo que iba a dar un solemne discurso en Doha que, efectivamente, ha llenado las primeras paginas de la prensa marroquí...Evidentemente, si alguien improvisó fue la secretaria de Estado y no Mohamed VI.


Cabe otra hipótesis, la de que el auténtico objetivo de Clinton fuese el encuentro con Buteflika visitando por primera vez, desde que es secretaria de Estado, la capital argelina. Entonces, lo de saltar seguidamente a Marruecos, no sería más que un paripé de cara a la galería. ¿Con qué fin? Por ejemplo, no herir susceptibilidades en Rabat, ni sembrar dudas sobre el alto valor que la amistad marroquí sigue teniendo para Washington pese a que ahora, cuando al pasar por el Magreb, haga escala en Argel.

domingo, 26 de febrero de 2012

MARRUECOS Y ARGELIA COMPITEN POR EL FAVOR DE HILLARY CLINTON

La gira por el norte de África que Hillary Clinton acaba de finalizar en Marruecos ha sido motivo de una competición entre los Gobiernos de Rabat y Argel para ver cuál de los dos recibía la mejor nota de la secretaria de Estado.

Tradicionalmente, la monarquía alauita ha presumido (con razón) de ser el ojito derecho de EEUU en la región y de haberse beneficiado de una amistad secular que fue clave en 1975 para lanzar la invasion del Sáhara Occidental y quedarse en la provincia española número 53 sin recibir una condena por su política de ocupación, represión y expolio. Pero la Argelia que entonces orbitaba en bloque soviético ya no está en el grupo de los "chicos malos" y se ha convertido en un importante aliado de EEUU en la lucha contra el terrorismo yihadista. En Rabat siguen esta metamorfosis con extrema atención, haciendo lo indecible para que su acercamiento a EEUU no acabe siendo una baza a favor del Frente Polisario y la independencia saharaui.

Ser el favorito en Washington es para Mohamed VI la garantía ante su opinión pública de que no hay peligro de "perder" el Sáhara Occidental. De ahí que con esta nueva visita de Clinton a Rabat, el entorno del monarca haya vuelto a exhibir la importancia que tiene Marruecos para EEUU como socio indispensable tanto si se trata de abordar la lucha contra el terror de Al Qaeda como de buscar una salida a la guerra civil en Siria. En este contexto se alega como prueba de su triunfo frente a Argel tanto las declaraciones de Hillary Clinton a favor de una solución del conflicto del Sáhara Occidental "mutuamente aceptable” como el que la secretaria de Estado haya permanecido dos días en Rabat, y solo unas horas en Argel.



EL MENSAJE DE HILLARY CLINTON EN EL MAGREB

Las revueltas árabes también animan a Rabat y Argel a buscar el favor de EEUU. En Rabat, porque pese a los cacareados logros de las reformas de Mohamed VI, la protesta popular no ha abandonado la calle. En Argel, porque pese a poder presumir haber sido el único país norteafricano que se ha salvado del contagio del fenómeno primaveral, una desaprobación de su programa de renovación institucional por parte de EEUU podría ser interpretado por los críticos como una incitación a la protesta popular.


Mientras, Hillary Clinton ha aprovechado esta gira para lanzar un mensaje “igual” para Argelia, Marruecos y Túnez: hay que profundizar en la democracia y dejar hablar al pueblo. En Argel, la oposición que se queja de una organización no suficientemente democrática de las elecciones del próximo mayo, ha interpretado esta prudencia de la secretaria de Estado como una salida para no descalificar al presidente Buteflika pero, a la vez, tampoco darle el aprobado pese al golpe de efecto con el que su Gobierno acababa de anunciar el visto bueno, por primera vez en unas elecciones argelinas, a la presencia de observadores extranjeros.

En Rabat, en cambio, la prensa de palacio ha interpretado las palabras de Clinton en clave triunfal, como la confirmación de las alabanzas con las que la secretaria de Estado viene señalando al reformismo de Mohamed VI como el “modelo a seguir” por otros países árabes. No es para menos, teniendo en cuenta de que Hillary Clinton ha desoído las recomendaciones de la prestigiosa Human Rights Watch que le pidió actuar en su gira contra las graves restricciones que la libertad de expresión sufre en Marruecos.



EEUU QUIERE EL ACERCAMIENTO ENTRE ARGELIA Y MARRUECOS

Por lo que se refiere a objetivos de la vista de Clinton a Argel y Rabat, el punto más interesante lo recoge un comunicado emitido por el departamenteo de Estado cuando la secretaria de Estado salía de Túnez hacia su siguiente escala en Argel adonde aterrizó el sábado. En este texto se subraya el grave problema que supone para el desarrollo de la región, que Marruecos y Argelia no apliquen entre sí la estrecha cooperación que despliegan con Washington. Por eso, añadía, Clinton se había propuesto consolidar la mejora experimentada recientemente en las relaciones entre estos dos vecinos. ¿Hasta dónde lo ha logrado?

El mensaje, de por sí, es un espaldarazo a Marruecos frente a Argelia ya que la tesis del majzén, es que no hay manera de hacer entrar en razón a sus vecinos para que dejen a un lado las diferencias que mantienen por el contencioso del Sáhara y lleven a cabo esa reapertura de fronteras indispensable para la construcción de la Unión del Magreb Árabe.

El porqué de este tirón de orejas esté quizás en ese otro párrafo del comunicado que pone mucho énfasis en la importancia que Marruecos ha adquirido para la diplomacia norteamericana al ocupar desde enero un asiento en el Consejo de Seguridad como miembro electo que ocupará en los próximos dos años y el papel que desde ahí ya ha jugado al introducir una resolución sobre Siria que fue al final vetada por China y Rusia…

Por el momento, la respuesta del presidente Buteflika ha sido la de culminar su encuentro con Hillary Clinton organizando en su honor una fastuosa cena en el Palacio el Pueblo de Argel. Y, cuando la secretaria de Estado ya estaba en Rabat, hizo una solemne declaración reiterando el apoyo de Argelia al derecho a la autodeterminación saharaui.

lunes, 20 de febrero de 2012

MARRUECOS MUEVE FICHA EN SIRIA

A l presentar el frustrado proyecto de resolución que pedía al Consejo de Seguridad de la ONU intervenir en Siria, Marruecos se situó inequívocamente del lado de los Gobiernos que, liderados por Arabia Saudí y Qatar, han inclinado la balanza de la Liga Árabe a favor de la marcha de Bachar el Asad. En el tablero geopolítico que se superpone a la guerra civil siria, está claro que estos tres países juegan en el mismo campo que Estados Unidos y Francia frente a Rusia y China, que vetaron el texto marroquí. Pero de ahí, a negarle todo margen de acción y voluntad propia, limitando esta “agenda árabe” a un mero ejercicio de peones del “imperialismo yanki” y el “sionismo internacional”, hay un trecho.

Desde luego, no merece ninguna credibilidad la exhibición de rechazo a la matanza de civiles, invocación de la democracia y los derechos humanos con que estos tres gobiernos piden ahora el fin de Bachar el Asad, hasta hace no mucho, uno de los suyos. De estos tres países, solo Qatar puede exhibir cierto mérito de adhesión reformista. Pese a ello, el propio presidente Obama (muy agradecido a la diplomacia catarí) ha tenido que reconocer por lo bajinis que lo más provechoso para la causa de la democratización del mundo árabe que hay en este país del Golfo, es la cadena de televisión Al Jazeera que, de ser durante la presidencia del presidente Bush el símbolo del poder mediático logrado por el islamismo radical, ha pasado a convertirse en el paladín de la causa de los rebeldes y libertadores.

Mucho más claro es el caso de Marruecos, en eterno proceso de democratización desde los tiempos de Hassán II. Para qué hablar de Arabia Saudí, donde a la larga tradición de oscurantismo y repudio por los derechos humanos, se acaba de sumar una nueva perla, la de la prohibición a las mujeres de participar en los Juegos Olímpicos…

Lo que persigue Arabia Saudí, líder indiscutible dentro de la Liga Árabe, al apoyar el cambio en Siria es justamente lo que Rusia intenta evitar a toda costa: un movimiento indispensable para dar el jaque mate a Irán. Si cae Bachar el Asad, Ahmadineyad se habrá quedado sin el último aliado de confianza que le queda a Irán en Oriente Próximo, la pieza fundamental del eje que tiene su otra pata en la alianza radical de los palestinos de Hamás y el Hizbolá libanés. Además de quedar aislado el principal azote de Israel, el indeseable régimen de los ayatolás quedará debilitado y vulnerable a un posible cambio.

A Rusia y China (de ahí su veto favorable a El Asad), no les hace gracia perder la baza de Ahmadineyad por varias razones. La principal, sin embargo, es lo mucho que ambas superpotencias valoran al actual régimen de Teherán por mantener lejos de su patio trasero euroasiático la influencia occidental y las aproximaciones de la OTAN.

Por el contrario, para el régimen saudí lo prioritario es acabar con un régimen al que considera como su principal enemigo. Pese a que Ahmadineyad asegura que los países árabes le apoyan y que su único problema es haberse convertido en la bestia negra de EEUU, los cables de Wikileaks lo dejaron muy claro: quien entre bastidores pide a Washington con denuedo un ataque militar contra Irán que no deje ni las raspas del programa nuclear de Irán, es Arabia Saudí y sus aliados musulmanes.

En este juego converge, aunque no siempre con un acuerdo total, el pequeño pero muy potente Qatar que, con su papel de “partera del nuevo mundo árabe”, ha emergido como un nuevo referente imprescindible en los foros internacionales.

¿Qué busca Marruecos en el escenario sirio? Pues lo mismo que Qatar: influencia política con la que asegurar sus propios intereses. La prioridad de Mohamed VI es lograr que la comunidad internacional de por buena su anexión del Sáhara Occidental. Pero, para intentar lograr lo que no consiguió Sadam Hussein cuando lanzó las tropas iraquíes contra Kuwait, en Rabat necesitan muchos tantos a su favor en otros escenarios geopolíticos.

sábado, 11 de febrero de 2012

LA SOMBRA DE LA REBELIÓN SIRIA EN LAS RELACIONES ENTRE ARGEL Y RABAT

¿Qué repercusiones tendría la posible caída de Bachar el Asad en el Magreb donde el fenómeno de la llamada primavera árabe amaga pero no acaba de brotar?

Es evidente que tanto en Rabat como en Argel, el poder político, pese a los resultados electorales y los aspavientos de reforma, todavía no se sienten a salvo de un posible efecto contagio en sus respectivas poblaciones. Por ello siguen tomando medidas para evitar flancos débiles al descontento popular y, en esta tesitura podríamos situar los recientes gestos con que el Gobierno de Buteflika ha dado lugar a que en Rabat la prensa oficial pueda airear un posible deshielo en las relaciones argelino-marroquíes.

El viaje a Argel del ministro marroquí de Asuntos Exteriores Saadedín al Otmani, el pasado día 23, el primero de un jefe de la diplomacia marroquí a Argel desde 2003, constituye una gran concesión de Argel a Marruecos. Argel es quien lleva la batuta en esta guerra fría entre vecinos que, desde hace 18 años, mantiene cerrada a cal y canto las fronteras comunes que suman nada más y nada menos que un recorrido de 1.560 kilómetros. Y ello por dos motivos: 1) porque fue Argelia la que impuso el cerrojazo en 1994, acusando a Rabat de propiciar el terrorismo islamista en territorio argelino para así hacer necesaria su “colaboración” antiyihadista a cambio de un abandono argelino de la causa saharaui del Frente POLISARIO; y 2) porque entre las dos partes, la más perjudicada por este cierre ha sido la población marroquí que se ha quedado sin una importante válvula de escape ante la deplorable situación económica marroquí, la del comercio y los beneficios del turismo argelino. Prueba de lo segundo es que desde 1994, quien ha presionado a favor de la reapertura ha sido Mohamed VI, mientras Argel decía que ni hablar.

No está claro que la visita del ministro marroquí a Argel desemboque ya en ese eje estratégico del que hablan con optimismo en Rabat. Pero, por de pronto, el nuevo Gobierno de Benkirane, muy necesitado de mostrar avances y cambios (no nos olvidemos que triunfó en unas elecciones donde sólo ha votado el 22,5 % de la población), se apunta un tanto mediático a su favor. Argel, mientras, ha quedado bien con EEUU y, sobre todo, Francia, que en lo de presionar a favor de la reapertura de las fronteras, está haciendo causa común, una vez más, con Mohamed VI. Al Gobierno argelino también le viene bien en el plano interno porque, cuanto más impermeabilizado esté Mohamed VI ante eventuales tormentas desestabilizadoras, más posibilidades tendrán también ellos de librarse de un chaparrón.

A la hora de hablar de repercusiones de la rebelión siria en el Magreb, hay que valorar también los cambios y alineamientos en clave de geopolítica internacional que están aflorando con el debate de si hay que intervenir o no a favor de la oposición que lucha contra Bachar el Asad. Pero eso, lo dejamos para otra, que me voy al programa de radio de Javier Somalo (Debates en libertad) donde vamos a hablar de ello, entre otras cosas, en una sesión dedicada al conflicto sirio.

jueves, 9 de febrero de 2012

RAJOY Y EL SÁHARA OCCIDENTAL: CONTINUISMO CON ZAPATERO

El PP de Mariano Rajoy, que tanto criticó desde la oposición a Zapatero por la abdicación en el papel de España en relación al pueblo saharaui, ha situado su acción exterior en este asunto en una línea de suma y sigue con la acción promarroquí del Gobierno del PSOE con el conflicto en la antigua provincia española. Eso explica que el rey Mohamed VI no haya ni pestañeado por la declaración con la que el ministro García Margallo recibió en Madrid a su colega el ministro de Exteriores marroquí, proclamando el apoyo al derecho de autodeterminación saharaui.

El rey de Marruecos ya le había advertido a Rajoy que la anexión alauita del Sáhara Occidental marca una línea roja que no debe cruzar si no quiere tener los problemas vecinales que tuvo el presidente Aznar en su segundo mandato. En el contexto de argumentaciones marroquíes, para dar por cruzada esta línea roja, basta recordar que el pueblo saharaui tiene derecho a optar a la independencia en virtud de estrictos principios de derecho internacional. Sin embargo, el ministro Saadedín al Otmani, escuchó sin inmutarse al lado de García Margallo y, a su vuelta a Rabat, la prensa más oficialista y palaciega se limitó a correr un tupido velo sobre una frase que para ellos es pura provocación y resaltar los progresos de las relaciones hispano-marroquíes. Es más, algunos hasta dieron a entender que quizás, se equivocaron al temer que Rajoy iba a darles la misma guerra que les dio Aznar en su segundo mandato.

Todos contentos. Rajoy haciendo como que cumple con esa vuelta a la normalidad de la “neutralidad activa” que dice se cargó Zapatero y prometió en su programa electoral. El rey Mohamed satisfecho porque nadie mejor que él sabe que ese cambio es un más de lo mismo que garantiza que España siga sin cumplir con el derecho internacional que acabaría en un pispás con sus pretensiones. Vamos, que lo que le está comunicando Rajoy con esa falsa neutralidad, es: “Quede usted tranquilo. Vamos a seguir sin contestar a esa carta que, con el apoyo de miles de firmas ciudadanas, la Asociación Pro Derechos Humanos de España me ha dirigido para recordarme que España sigue siendo la potencia administradora del Sáhara y que acabe con el engaño de esos supuestos acuerdos de Madrid de 1975 que ni la ONU ni ningún gobierno español legalizó. Si lo hiciésemos, quedaría claro que es mentira que España ya no tiene nada que ver con el Sáhara y deberíamos cumplir con nuestras obligaciones de potencia administradora y decir la verdad: que la ocupación marroquí del Sáhara es tan ilegal como lo es la presencia inglesa en Gibraltar. Ese sería el auténtico cambio ¿no?”.

Solo con esto, Mohamed VI habrá respirado con alivio porque esa campaña de la APDHE le provoca insomnio y pesadillas. De ahí su buena voluntad en la orquestación del paripé de Rajoy. A cambio, García Margallo completó la delicada mención “prosaharaui” con otra frase, la que aclara que el cómo se va a ejercer ese derecho a la autodeterminación no es asunto del Gobierno español. Lo que aparentemente suena a sentido común para los votantes que creen que España ya no tiene responsabilidades sobre el Sáhara es otro gran regalo para Mohamed VI porque, lo que el ministro español le estaba diciendo implícitamente a su colega marroquí es: “Incumpliendo el art. 73 de la Carta de la ONU, vamos a seguir sin dar voz al pueblo saharaui en la ONU y demás foros internacionales. Así que tienen ustedes vía libre para aprovechar su presencia en el Consejo de Seguridad de la ONU y la hiperactividad de sus amigos franceses para que en Naciones Unidas den cobertura a un arreglo sin referéndum que lleve a la solución autonomista. Les dejaremos manos libres y, si logran salirse con la suya, le haremos tragar la píldora a nuestra opinión pública, como es tradición desde 1975, echándole la culpa al mal funcionamiento de la ONU”.

El PSOE ya estaba en ello. Pero en el caso del PP, lo de “a mi me da igual cómo lo hagan” tiene un especial significado para Mohamed VI: fue un Gobierno de derechas (el primero de la Monarquía) el que fijó unos límites al desentendimiento y abandono español cuando, el 26 de febrero de 1976, comunicó por escrito al secretario general de la ONU Kurt Waldheim que “la descolonización del Sáhara occidental culminará cuando la opinión de la población se haya expresado válidamente”.

Claro que entonces la diplomacia española, aunque aparentaba haber acabado con las responsabilidades españolas con el Sáhara, por lo bajinis movía hilos con los países de Latinoamérica (por ejemplo) para que los textos de las resoluciones sobre el conflicto pusiesen el acento en que el pueblo saharaui debía expresarse en un referéndum de la ONU justo y libre. Precisamente lo contrario de lo que hizo la diplomacia de Zapatero, maniobrando para que las nuevas resoluciones hablasen de soluciones “justas y mutuamente aceptables” poniendo en un mismo plano a agresores y agredidos.

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