Una mirada a África como tablero de la geopolítica internacional

lunes, 6 de agosto de 2012

La intervención en Malí que Margallo apoya, es máxima prioridad para Francia




Votación el 5 de julio pasado en el Consejo de Seguridad de la  resolución 2056 (2012) sobre Malí.
Foto: UN Photo/Devra Berkowitz



Volvamos al  fin de semana en que García-Margallo dejó de librar para montar el show de Alerta en el Sáhara (una alerta que ahora resulta no era para tanto). Mientras nuestro ministro aprovechaba la supuesta inseguridad en la zona para anunciar el apoyo español a una intervención en Malí, su colega francés, Laurent Fabius también tenía un fin de semana de los más intensos con el Sahel de telón de fondo. Esa intervención en el norte de Malí que a los españoles les sonó a tema marginal,  se ha convertido en cambio en maxima prioridad para Francia. El próximo miércoles 8 de agosto, el Consejo de Seguridad de la ONU volverá a tratar el tema y toda la diplomacia gala está movilizada en una carrera contrarreloj, política y mediática, para lograr en esa reunión la luz verde que necesita para que la MICEMA, la fuerza que sus satellites africanos de la CEDEAO ya han organizado, pueda desembarcar en Bamako.

Los franceses ya lograron un importante tanto en su estrategia para lograr el objetivo cuando, el pasado 5 de julio, propusieron al Consejo de Seguridad de la ONU un proyecto de resolución pidiendo que se apoyase una intervención africana. Se aprobó un texto, l
a resolución 2056 (2012) que recogía el grueso de las aspiraciones gala (aquí tenéis el texto). Se prevé en efecto la posibilidad de aplicar ese capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas que consiente la intervención militar contra los violadores del derecho internacional como podría ser el caso de Marruecos, con su invasion ilegal del Sáhara Occidental que, desde luego, no sólo amenaza y quebranta la paz (como requiere el título del epígrafe onusiano) sino que es una clara agresión al pueblo saharaui. Pero así como en la cuestión del Sáhara los franceses vetarían toda aplicación del capítulo VII (ya lo hacen para que los cascos azules puedan vigilar las violaciones de los derechos humanos en el Sáhara ocupado), en lo de Malí, se han dado mucha prisa para convencer al Consejo de Seguridad de que hay que intervenir en este país saheliano no sólo por la grave preocupación que genera la  “inseguridad y el rápido deterioro de la situación humanitaria en la región del Sahel”, sino por “la amenaza para la paz y la seguridad internacionales” que se derivan de este conflicto.

El triunfo francés no fue, sin embargo, total ya que la ONU
condicionaba la acción militar a una hoja de ruta de cuyo cumplimiento depende que el día 8 vaya la vencida para el Gobierno de Hollande. En la ONU  surgieron dudas, por ejemplo, sobre la utilidad de una intervención en el norte para acabar con la secesión del Azawad, sin antes haber puesto orden en Bamako donde, desde el golpe de estado militar del 22 de marzo  sigue sin ser restaurado el orden constitucional. Y lo peor, no es que los malienses se hayan quedado sin los avances democráticos de los que habían podido presumir frente a otros vecinos del entorno, sino que las luchas de facciones han sumido las calles de Bamako en un marasmo y dejado un vacío de poder que es el que aprovechó la rebelión tuareg para tomar el norte y declarar la independencia, desafiando a Francia.

Así que, mientras García-Margallo anunciaba una extraña operación para repatriar a los cooperantes españoles de los campamentos saharauis, su homólogo Laurent Fabius se hallaba en pleno frenesí diplomático con una gira por los países de la zona cuyo "sí" es clave para que la intervención tenga ese consenso africano sin el que no habrá desembarco de la MICEMA: Senegal (donde se encuentra exiliado el presidente maliense derrocado en marzo), Chad, Burkina Faso y Níger en tres dias. Sin contar con la visita que Fabius ya había hecho a Argelia a mediados de julio y cuyos resultados son definitivos en el plano africano porque EEUU ya ha dicho que hay que tener en consideración la opinión de un país que ha hecho tanto por la lucha contra el terrorismo en la zona. 
  
Ese mismo fin de semana de alerta en el Sáhara, Fabius ponía en escena otro show en Bamako, cuyo objetivo es demostrar que ya se puede hablar de normalización en el Gobierno central de Malí: la vuelta al país del presidente interino Dioncounda Traoré, al que tuvieron que llevarse a París urgentemente el 21 de mayo para que se curase de la agresión de la que había sido víctima por una de esas bandas que alientan la inseguridad en Bamako y que lograron irrumpir a su mismísimo despacho del palacio presidencial. 

El emotivo discurso de Traoré de "ya estoy aquí y ahora sí vamos a salir del hoyo" fue un éxito pero, todavía queda un trecho para demostrar que esa unidad  nacional que invocó haciendo un llamamiento a la reconquista de la integridad nacional no queda en pura filfa.  El departamento de Estado en Washington ya advirtió que no hay intervención en el norte si no hay orden en Bamako así que, si Traoré no ofrece resultados, lo único que podría justificar una intervención contra la independencia tuareg sería un nuevo 11-S como el que dicen en París, podría llegar a urdir ese yihadismo que ha cobrado fuerza uniéndose a la rebelión tuareg. ¡En todo caso, vaya fin de semana de intensa diplomacia! ¿Tendrá algo que ver el show de Margallo con tanto frenesí de Fabius? -Continuará-3

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