Una mirada a África como tablero de la geopolítica internacional

sábado, 7 de diciembre de 2013

Mandela nos dejó. Mientras el mundo llora, el rey de Marruecos aprovecha para reescribir la historia



Mandela durante su visita a Marruecos junto al entonces primer ministro marroquí Filali
Mandela nos ha dejado. Ha vuelto a casa, como dijo el presidente Obama, aludiendo a la fe con la que muchos africanos no miran a la muerte como el fin de la vida, sino como el inicio de una nueva fase en la tierra de los ancestros con los que se reúne el espíritu del fallecido. Tras conocerse la noticia, no ha habido personalidad política o Gobierno que no haya participado en la gran carrera planetaria que se ha desatado para rendir tributo al héroe de la lucha contra el apartheid en Sudáfrica. Ni siquiera el rey Mohamed VI ha querido quedarse atrás a la hora de ensalzar la figura de Mandela pese a los notorios sinsabores que comenzaron a salpicar las relaciones entre Rabat y Pretoria, en cuanto se acabó el régimen de discriminación racial. Eso sí, lo ha hecho intentando reinterpretar las acciones de Madiba a favor de los intereses anexionistas alauitas con el Sáhara Occidental. 

De hecho, el mensaje de pésame que el rey marroquí ha enviado al Gobierno surafricano de Jacob Zuma y la viuda de Mandela, Graça Machel, alude al desencuentro provocado por el giro surafricano que en 2004 culminó con el reconocimiento de Sudáfrica a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). No son los pésames momento oportuno para los reproches pero, al parecer, la intención del monarca alauita es explicar a su opinión pública  que el responsable de que Sudáfrica se pasase al bando del Frente Polisario fue Thabo Mbeki, el hombre que sucedió a Mandela cuando éste comenzó a apartarse de la política en 1999. La conclusión que se saca de este texto es que, de haber sido por Mandela, Pretoria nunca hubiese reconocido a la RASD.

El mensaje comienza alabando la figura de Mandela por su lucha por la “libertad, la justicia paz y tolerancia” en Sudáfrica. Pero, seguidamente, Mohamed VI pasa a destacar la importancia que el liderazgo regional de este país jugó bajo su batuta en la "preservación de la soberanía nacional e integridad territorial” del resto de países africanos.  El rey de Marruecos no se corta y añade una coletilla que se supone es la consecuencia lógica de lo anterior pero que, hasta la fecha, no tiene ningún soporte documental: “Durante su mandato (Mandela) respetó la legitimidad de Marruecos en su Sáhara y nunca quiso reconocer ni apoyar la partición de mi país”.


Mandela en Argelia con varios combatientes del FNL.
  Según Mohamed VI, lo que explicaría esta actitud de Mandela es la ayuda “pionera política y material” que Marruecos dio al actual partido gubernamental del Congreso Nacional Africano (ANC) en los años sesenta, cuando todavía actuaba en la clandestinidad. Este apoyo marroquí a la lucha contra el apartheid, añade, hizo que “el difunto desarrollase una relación especial” y “singular” con su país. Mandela, recuerda, agradeció esta ayuda con la visita que realizó a Marruecos en 1994.

El texto del pésame de Mohamed VI repite un guión que ya ha sido ampliamente utilizado por la prensa oficialista marroqui para describir el reconocimiento de la RASD en Suráfrica como una injusta deslealtad e inexplicable falta de agradecimiento. Uno de sus objetivos es contrarrestar los argumentos de quienes atribuyen el firme apoyo de Suráfrica al Polisario como el fruto de los muchos errores políticos que han acabado aislando a Marruecos de la mayor parte de los estados africanos.
 
Efectivamente, el propio Mandela reconoció que Marruecos suministró armas y dinero a su movimiento en los años sesenta. Ni siquiera en Argel niegan que su apoyo al ANC inició en territorio marroquí: eran los tiempos en que Marruecos, el primer Estado del Magreb en haber logrado la independencia, prestaba apoyo y refugio a los movimientos de liberación que seguían luchando en sus fronteras. Lo normal, dicen en Argel es que fuese en uno de los santuarios de la rebelión argelina en territorio marroquí el lugar donde Mandela hizo su primera toma de contacto con los muyaidines argelinos cuya lucha contra el colonialismo francés dijo luego había sido una gran fuente de inspiración para su propio combate. El problema de Mohamed VI es que el relato de la ayuda marroquí a la lucha del apartheid se detiene tras la detención de Mandela en 1962. Olvida decir, por ejemplo, que durante los 27 años que Mandela permaneció a partir de entonces en la cárcel, los gobiernos marroquíes se fueron distanciando del ANC y trabando una vergonzosa aproximación al Gobierno de Pretoria.


Mandela en un homanaje en Suráfrica a Abdelkrim el Jatib (el primero desde la derecha) y otros políticos marroquíes
En Rabat suelen justificar este cambio de tornas por la supuesta deriva extremista que tomó el ANC con sus líderes recluidos en Robben Island. La coartada es poco consistente frente a quienes sostienen que este giro fue fruto del tradicional sometimiento de Marruecos a la política exterior francesa que en los sesenta tomó un rumbo tan a favor del régimen del apartheid, que los activistas surafricanos llamaban al presidente francés de entonces De Gaulle El Boer. Una gran diferencia por lo tanto, frente a la consistencia del apoyo que Argelia siguió dando al ANC y que la prensa argelina ha desempolvado y aprovechado con mucho orgullo en los homenajes con los que comenzó a dar tributo a Mandela en cuanto se hizo pública la gravedad de su salud. Las fotos y testimonios sobre el entrenamiento militar que el propio Mandela recibió en territorio argelino y el decidido apoyo diplomático dado por el Gobierno del FLN a la lucha contra al apartheid, son en este otro relato los elementos que explican que Argel fuese el primer destino de Mandela en su primera gira al extranjero tras recuperar la libertad en 1990.

Otro elemento que le resta credibilidad a la versión de Mohamed VI es que en 1994, nada más ganar las primeras elecciones libres celebradas en Suráfrica, Mandela ya tenía clara su voluntad de reconocer a la RASD y así lo expresó por escrito en una carta que dirigió al presidente saharaui Mohamed Abdelaziz. Las presiones internacionales, que se emplearon a fondo con el argumento de que su gesto iba a entorpecer el intento de la ONU por el logro de una solución negociada, obligaron a aplazar su ejecución.  Pero nadie dudó en 2004 de que Mbeki, estrecho colaborador de toda la vida del Madiba, actuó sin desviarse de las directrices marcadas por su antecesor al que hoy se venera con excepcional unanimidad como uno de los grandes de la Historia.



jueves, 31 de octubre de 2013

RTVE no dijo nada de la gira de Ross por el Sáhara Occidental. El diario El País, tampoco.

Christopher Ross y Ban Ki-moon en la sede de la ONU en Nueva York.

 

 Como contamos en Espacios  Europeos destacándolo con un buen titular, Televisión Española (RTVE) no dijo ni mu de la gira del embajador estadounidense y enviado personal del secretario general de la ONU Ban Ki-moon, Christopher Ross por Marruecos, Argelia, Sáhara Occidental y Mauritania en busca de soluciones al conflicto saharaui. Ha habido grandes quejas al respecto en el movimiento de solidariedad prosaharaui. Pero, ¿y el resto de los medios? Nadie ha protestado por ello pero, en diario El País, por ejemplo, también hicieron como que en la antigua provincia española número 53 en esa semana (y por supuesto la siguiente) no hubo noticia que valiese la pena reseñar. Ni de la gira diplomática del enviado onusiano ni de la ola de manifestaciones con que la población intentó llamar la atención del diplomático ni de la brutal represión con la que reaccionaron los invasores para silenciar sus voces. 

Es comprensible que las quejas del movimiento prosaharaui en varios blogs y webs contra el silencio informativo de los llamados medios tradicionales hayan arremetido enérgicamente contra la televisión pública a la que todos los ciudadanos contribuimos con nuestros impuestos. Sin embargo, el compromiso del informador a ofrecer al ciudadano una información veraz y completa, uno de los dogmas de todo código ético de la profesión periodística aquí o en Honolulú, no distingue entre medios de propiedad pública y privada. La única diferencia es que, a la hora del pataleo, poco margen de maniobra le queda al consumidor con una televisión pública sin publicidad que seguirá  alimentándose de nuestros impuestos aunque todos nos pusiésemos de acuerdo para un apagón de protesta. En cambio, con un medio “capitalista”, siempre puede promoverse una interesante represalia ciudadana a base de no pagar el euro en el kiosco o no pinchar las versiones digitales para evitar engordar un tráfico del que dependen los ingresos por publicidad. 

Ya que estamos, he aquí un pequeño repaso a la cobertura de esta gira de Ross en la que el enviado onusiano no dijo gran cosa pero que, en todo caso, constituye una noticia que no debería faltar en las hemerotecas. Si, como dicen, en el Consejo de Seguridad de la ONU tiene previsto retomar la cuestión del Sáhara Occidental, los lectores siempre agradecerán  y se supone que el informe que haga Ross de su visita y entrevistas podría tener alguna repercusión en el planteamiento de estos debates. Omito los informativos de las otras cadenas ya que, lo confieso, pese a sus imperfecciones sólo puedo con los informativos televisivos de la pública, entre otras cosas,  porque los demás suelen ser muy pobres o totalmente desinteresados en lo que se refiere a política internacional. 

Ross llegó a la región afectada por el conflicto del Sáhara Occidental el pasado día 14. Empezó por Marruecos, luego fue a los campamentos saharauis en Argelia y de ahí al Sáhara ocupado y, por último, a Mauritania donde acabó su gira el lunes, día 21. Si consultamos las hemerotecas digitales, en el Abc no encontramos mención de este movimiento diplomático hasta el pasado día 21. El día siguiente el diario publicó otra información que titula por los incidentes que jalonaron la visita del enviado de Ban Ki-moon. En la Razón,  he hallado una noticia  del día 20 titulada El Frente Polisario denuncia 100 heridos en la represión marroquí en el Sahara. Algo es algo, aunque el titular ponga en guardia sobre el hecho de que la fuente es parte interesada en el conflicto y, por lo tanto, podría exagerar. 

He empezado este  repaso por medios identificados por la derecha porque, en la izquierda, los resultados son desoladores. En lo que queda del diario El Público nada de nada, y eso que presumen de sacar exclusivas de este tema. En La Vanguardia, que siempre tuvo a gala tener una buena información de política internacional, idem de idem.  Pero, especialmente sorprendente resulta el vacío de El País: la última noticia sobre el Sáhara Occidental sigue siendo hasta hoy del 11 de octubre. Es una información sobre el Festival Internacional de Cine del Sáhara (FiSahara) con una bonita fotografía de dos cineastas sonrientes muy alejada de la tensión que se ha vivido en El Aaiún, Smara o Dajla con los saharauis desafiando a las fuerzas marroquíes con sus protestas, y los invasores represaliando a porrazo limpio. 

En mi caso, no me sorprende.  Pero resulta que recientemente ha corrido la voz entre los que apoyan la causa del Sáhara de que había señales positivas sobre un posible cambio en esa política informativa que le ha valido a El País ser señalado por su escoramiento promarroquí (véase el reciente artículo del venerable profesor Luis Portillo). Me refiero a ese optimismo que despertó entre algunos el hecho de que los directivos del diario tuviesen a bien incluir en la paleta de sus numerosos blogs  uno con temática saharaui. Quizás, pensé, es ahí donde han dejado hueco a la visita de Ross. Pero me dí un rodeo por el blog de la ilusión que se llama ¿Y dónde queda el Sáhara? y me encontré una entrada con un texto qsobre la lluvia: “Ella juega y se esconde, ella es libre y se divierte ..."  Un texto que rezuma poesía por los cuatro costados, de gran valor literario y espléndidamente ilustrado. Pero de lo que está pasando en el Sáhara, de lo que está sufriendo la gente en los territorios ocupados, ni lluvia ni gota. 


Pd. Por cierto, acabo de echar un vistazo antes de cerrar esta entrada y otro dato sobre los medios y el Sáhara: la prensa “tradicional”, no le dedica ni un breve al llamamiento de la familia del preso Abdeljalil Laaroussi, perteneciente al Grupo de Gdeim Izik, preso político que se debate entre la vida y la muerte en una cárcel marroquí de Salé por no recibir la debida atención médica

lunes, 30 de septiembre de 2013

La versión saharaui sobre la invasión marroquí en 1975 y la colaboración española



El desenterramiento de las víctimas de la represión marroquí que se desató antes de que España saliese del territorio saharaui, está removiendo el pasado. Al fin y al cabo que el desierto está lleno de fosas comunes, no es una novedad en El Aaiún, donde hay barrios enteros generados por el chabolismo de los beduinos que se vieron obligados a fijar su residencia en la ciudad ante la política de tierra quemada practicada durante años por los invasores: se trataba de que en el interior del desierto, hostil y desconocido para las tropas marroquíes, no quedasen nómadas que sí dominaban el terreno y podían servir de apoyo a la guerrilla del Frente Polisario.

 Lo que sí es nuevo es que ahora asoma la otra versión de la invasión, la de los saharauis, que nada tiene que ver con esa versión oficial que, entre otras milongas (como la de la falsa legalidad de los acuerdos de Madrid),  aseguró a los españoles que el Gobierno había mantenido una actitud de firmeza ante las presiones marroquíes para apoderarse por la fuerza de la provincia española número 53. Esta, por ejemplo, es la narración de un activista de los derechos humanos que reside en El Aaiún, cuya identidad, por ahora, me pide no haga pública por motivos de seguridad:

 “Durante la invasión marroquí del Sáhara Occidental se cometieron muchísimas masacres. Se buscaba el exterminio del pueblo saharaui y esta operación tuvo el apoyo del Ejército español desde octubre de 1975 hasta finales de febrero 76. El apoyo español consistió en facilitar al invasor marroquí los mapas con indicaciones de las áreas donde tradicionalmente acampaban los saharauis, y de los puntos donde circulaban las guerillas del Frente Polisario. 

En esos mapas estaban también señalados los puntos donde hay pozos de agua. Además de esta ayuda, los helicópteros españoles sobrevolaron sobre las tropasmarroquíes para guiarlas cuando comenzaron a entrar en el Sáhara por la parte noreste, mucho antes de los acuerdos tripartitos y la Marcha Verde, hacia las zonas más seguras. En un diámetro de alrededor de 50 kilómetros de las principales poblaciones de Haussa, Smara, Amgala, Hagunía, Guelta, Um Draiga, Bir Anzarán…vivían muchos pastores saharauis. Lo mismo ocurría en los alrededores de El Aaiún, Cabo Bojador Y Bu Craa. 

En esas zonas, las tropas de ocupación mataron a miles de beduinos que nomadeaban con su ganado. Al mismo tiempo, envenenaron los pozos de agua o los cerraron introduciendo en ellos cemento. Los animales cabríos y camellares tampoco se libraron de esta matanza con el fin de impedir al Polisario benificiarse de ellos. 

Los pocos campesinos que se libraron de las masacres huyeron o fueron trasladados a la fuerza en camiones militares a Smara y, sobre todo, a El Aaiún. Este proceso siguió por parte del invasor hasta mediados de 1978. En estas operaciones no se supo el numero exacto de saharauis desaparecidos debido a que las familias que estaban bajo dominio del ocupante creyeron que sus hijos habían ido al Polisario, y los Polisarios creyeron que los desaparecidos se habían quedado en las zonas ocupadas. Como es normal, nada se supo de los desaparecidos debido a la inexistencia de los medios de comunicación. Además, nadie podía preguntar a otro sin temor a ser apresado y torturado por el ocupante marroquí." 

 Por ahora, este es el fin de su relato. Se aceptan otras testimonios que puedan completarlo.

domingo, 22 de septiembre de 2013

El descubrimiento de las fosas comunes en el Sáhara y la normalización de la historia de un conflicto

Refugiados saharauis huidos de la invasión marroquí y mauritana en 1976.  
UN Photo/Hubert



El hallazgo de las fosas comunes con los restos de pastores nómadas (dos de ellos menores) con sus carnés de identidad españoles, da para varias reflexiones. En primer lugar, las víctimas fueron ejecutadas el 12 de febrero de 1976, es decir, cuando España todavía estaba en el territorio compartiendo con Marruecos y Mauritania esa administración tripartita generada por la farsa de los llamados acuerdos de Madrid. 

No fue hasta el 26 de febrero de 1976 que el embajador español ante la ONU transmitió al secretario general de la organización aquella carta en la que su Gobierno (el primero de la monarquía) anunció la salida de la ex provincia 53 y la renuncia de España a las responsabilidades internacionales de potencia administradora del pueblo saharaui. Así que que no hay excusa que justifique que España no se enterase de las atrocidades marroquíes y las denunciase ante la comunidad internacional.

En los relatos de la historia sobre el comienzo de la invasión sigue habiendo varios agujeros negros. Uno de ellos es el que ocultó cómo vivió el pueblo saharaui la toma de control por parte de las fuerzas invasoras. Según el relato oficial que trascendió en Madrid en 1975, el ejército y las fuerzas de seguridad marroquíes no pusieron pie en el territorio hasta el 11 de diciembre, mucho después de la Marcha Verde que, contaron entonces, había vuelto a sus bases de partida gracias a la diplomacia bilateral. Se supone que llegaron a El Aaiún de paseo en calesa como consecuencia del cumplimiento de los Acuerdos de Madrid. Sí, en calesa y tocando el banjo, porque, según esta versión, parecía como que los invasores habían sido unos caballeros mientras España había seguido en el territorio.

De los responsables de la administración colonial, sólo el coronel Luis Rodríguez de Viguri denunció que había comprobado las brutales torturas a las que los recién llegados habían sometido de inmediato a los saharauis sospechosos de no aceptar su dominación. Lo contó para transmitir la tremenda vergüenza que para él había supuesto tener que cumplir órdenes que le obligaban a mirar hacia otro lado, en lugar de atender a las peticiones de ayuda de los que hasta hacía poco habían sido subordinados suyos que habían servido lealmente a España.

Establece el art. 73 de la Carta de la ONU que las potencias administradoras tienen el deber de velar por el bienestar de sus tutelados. En cambio, el Gobierno español optó por hacer como que no veía ni oía, en un flagrante incumplimiento moral y legal. La inacción española fue así doblemente beneficiosa para la estrategia criminal de los invasores marroquíes. Quedaron con las manos libres para poner en marcha un genocidio y sin preocuparse porque les llamasen genocidas. También lograron que la historia de su agresión no fuese una invasión sino, algo muy distinto, una Marcha Verde pacífica.


Casi 38 años después de que arrancase la historia de este crimen, ya estábamos asimilando que los acuerdos de Madrid fueron nulos; que debido a ello la “carta” que daba por acabada las responsabilidades de España fue papel mojado; que los marroquíes no iniciaron la ocupación del territorio con una marcha ecologista sino con una invasión militar que inició antes que la Marcha Verde  y que, estando España todavía ahí hubo bombardeos de napalm contra la población civil saharaui que intentaba ponerse a salvo huyendo hacia Argelia. Ahora, con la identificación de los restos de las fosas, también sabemos que hubo limpieza étnica de los beduinos para que el desierto quedase libre de posibles colaboradores del Frente Polisario. 

Los políticos españoles, sin embargo, siguen haciendo como que no se han enterado. Ellos siguen apostando por una historia que arranca con la Marcha Verde y que consumó un traspaso de administración limpio, inodoro y sin daños colaterales. Si el Frente Polisario decía que había fosas comunes de beduinos ejecutados, se descalificaba la versión por ser de parte “interesada”. 

No puedo evitar recordar a la ministra de Exteriores Trinidad Jiménez diciendo en el Senado que,  “desde el punto de vista estrictamente jurídico, no se puede calificar a Marruecos como potencia ocupante”. La razón,  dijo ella, es que su presencia en el territorio “no es producto de un conflicto bélico ni de un elemento de fuerza, es fruto de un acuerdo (los mal llamados acuerdos de Madrid)”. Fue cuando dijo también aquella mentira descomunal que ya comenté de que España sí tiene responsabilidades históricas con el pueblo saharaui pero dejó de tener responsabilidades jurídicas el 26 de febrero.

Suponemos que ahora que el hallazgo de estas fosas tiene el respaldo científico de un equipo antropológico-forense de la Sociedad Aranzadi encabezado por el forense Francisco Etxebarría, sí podremos hablar de ocupación sin temor a ser acusados de mal uso del lenguaje. 

Volviendo a la cuestión de que España era oficialmente potencia administradora el 12 de febrero de 1976, me pregunto si esos restos no permiten  exigir responsabilidades a  los Gobiernos de España por su alevosa complicidad con un espeluznante crimen humanitario.  Al de 1975 y a los que siguieron y siguen sin hacer justicia a la verdad para que el pueblo saharaui deje de sufrir una ocupación ilegal.

martes, 27 de agosto de 2013

García Margallo dice que forzará una resolución en la ONU sobre Gibraltar. El embajador Piniés buscaría el apoyo africano...




Con las crisis abierta por el hundimiento en las aguas del Peñón de Gibraltar de los bloques de hormigón, el ministro García-Margallo dice que quiere forzar una resolución de la ONU que ponga en su sitio los abusos que, gracias al silencio español, no paran de cometer desde el último reducto del colonialismo que queda en suelo europeo.

No está claro todavía si con ello el jefe de la diplomacia española se refiere a un texto de condena por el daño medioambiental provocado por el delirante intento de ampliar los dominios del imperio británico en una zona del Mediterráneo donde más que un mar parece que se navega por un lago. También cabe la posibilidad de ir directamente al fondo de la cuestión que es el incumplimiento por parte de Inglaterra del derecho internacional que obliga a las potencias que todavía tienen colonias a soltar la presa.

Volver a resucitar el tema de Gibraltar en la Asamblea General de la ONU tendría para Rajoy el gran beneficio de acabar con las muchas dudas que hay sobre si lo de su “firmeza” va en serio, o es una gran tomadura de pelo con la que tener entretenidos un rato a sus electores compensándoles por la indignación y vergüenza suscitada por el caso Bárcenas.  Aunque el Gobierno británico haga lo que es previsible con una resolución favorable a España, las verjas se abren y se cierran según el partido que gobierne (al menos en España) pero las resoluciones quedan y apuntalan las razones de quienes tienen el derecho de su parte.

No hay nada imposible. En tiempos del dictador Franco, los diplomáticos españoles salieron airosos del reto que suponía plantar cara a una superpotencia que, aunque en declive, contaba con su puesto permanente en la  ONU y utilizaba con habilidad las fobias que generaba la dictadura española para debilitar  los argumentos legales. 

Jaime de Piniés, el brillante embajador español ante la ONU que llevó la misión a buen puerto, solía decir que una de las claves del éxito  había sido el apoyo del grupo de los países recién descolonizados de África. España gozaba, pese al rechazo a  la dictadura, de influencia en Iberoamérica y tenía grandes amigos en el grupo árabe que Franco había cultivado como primera receta para superar la diplomacia del cerco que había intentado aislar su régimen tras la Segunda Guerra Mundial. Sumando todos estos votos a los cosechados en el grupo de los nuevos estados africanos,  uno de los más poderosos en lo que a número de votos  se refiere, el embajador logró hacer cuadrar la aritmética que se impuso a la ventaja política de sus rivales. Su acción no se limitó a que el Peñón que Inglaterra decía era suyo (quedase clasificado como una colonia, sino que evitó  que prosperase el plan B de Londres, el de “si me obligan a descolonizar porque no reconocen mi soberanía, que sea dejando en mi lugar un estado independiente manejable”.

Piniés no ocultaba que, como contrapartida a  su apoyo en la cuestión de Gibraltar, los africanos habían presionado para que España diese el ejemplo a las demás potencias imperiales descolonizando las escasas posesiones que aún le quedaban al otro lado del Estrecho. Se cumplió con Ifni y Guinea Ecuatorial. Pero el carpetazo que el régimen dio al tema de Gibraltar con el cese del ministro de Exteriores Fernando Castiella, contribuyó a que el proceso de descolonización del Sáhara Occidental quedase atrapado en un aplazamiento que, desgraciadamente, se prolonga hasta hoy.

Si la cuestión de Gibraltar volviese a la ONU en busca de una resolución, los países de la organización de la Unión Africana, para los que la solución del conflicto saharaui (ya lo contamos) es un asunto prioritario, tendrían una buena oportunidad  de recordarle a España que no está bien aferrarse al derecho internacional cuando se trata de La Roca e incumplirlo de forma flagrante y continua con uno de sus pueblos hermanos.  A ver entonces cómo les explica García-Margallo lo de que España está por los derechos del pueblo saharaui mientras su Gobierno, en lugar de hacer lo que debe como potencia administradora que sigue siendo de su antigua provincia número 53, defiende un acuerdo de pesca con Marruecos que implica un reconocimiento de la ocupación ilegal del territorio.

Por cierto, dice el “ministro principal” de Gibraltar Fabián Picardo que el Reino Unido «no tiene potestad» para obligarle a retirar los bloques de hormigón en la Bahía de Algeciras. Debe de ser que no le han proporcionado la lista de territorios no autonomos (pendientes de descolonizar) de este año: no sólo sigue estando Gibraltar incluido en la enumeración de contenciosos coloniales, sino que se indica muy claro que el Reino Unido es su potencia administradora. Por si los colaboradores de Picardo no dan con ella, aquí se la dejo.

domingo, 9 de junio de 2013

Marruecos, el Sáhara Occidental y la Unión Africana. Más que una batalla diplomática, una farsa mediática



Nkosazana Dlamini-Zuma y Ban Ki-moon en una cumbre sobre desarrollo en Japón, el 1 de junio.
Foto: UN Photo/Rick Bajornas

Las declaraciones de la presidenta de la Comisión de la Unión Africana, UA, Nkosazana Dlamini Zuma sobre el conflicto saharaui indican que la diplomacia marroquí no tenía ninguna posibilidad en la reciente XXI cumbre celebrada en Addis Abeba de regresar a esta organización a costa de la expulsión de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).  

“Marruecos tiene que poner fin a la ocupación del territorio saharaui y la persecución de la población saharaui”, ha dicho cuando la cumbre ya había finalizado, la que fue ministra de Exteriores de Suráfrica hasta que en julio de 2012 se convirtió en la primera mujer que preside la Comisión de la Unión Africana.

La contundencia de lo dicho por Dlamini Zuma se suma a las declaraciones durante la cumbre hizo de Ramtane Lamamra (responsable de la Comisión de Paz y Seguridad de la UA) y los actos y gestos que han dado protagonismo a la causa saharaui en la XXI cumbre de la Unión Africana. Todo indica que más que un revolcón, la diplomacia marroquí se ha llevado un batacazo en el frente africano. Me refiero a la intervención con la que, poco antes del comienzo de la reunión  en Addis Abeba, el embajador de la República Centroafricana, Ismaila Nimaga, gracias a su título de "decano" de los embajadores africanos en Rabat, se prestó a crear la ficción de que las pretensiones anexionistas con el Sáhara Occidental cuentan con grandes y poderosos apoyos en la Unión Africana (quien no se acuerda que pinche aquí)

 La actuación de Nimaga, sin embargo, parece que forma ya parte de un ritual mediático habitual en estas épocas del año. Si tiramos de hemeroteca, en mayo de 2012, coincidiendo también con el Día de África y los preparativos de otra cumbre en Addis Abeba, Nimaga hizo unas declaraciones casi idénticas sobre el supuesto papel fundamental que juega Marruecos en el desarrollo de África y su posible regreso a la Unión Africana. 

Al igual que ha ocurrido este año, en 2012 los medios oficialistas titularon seguidamente que "Los embajadores africanos en Rabat piden el regreso de Marruecos a la UA". Como se creó la idea de que había una batalla diplomática en marcha, tras la cumbre en Addis Abeba hubo quien tuvo que aclarar que las expectativas creadas no se habían cumplido: "No hay regreso de Marruecos en el seno de la Unión Africana", titularon algunas publicaciones.   

Este año ni siquiera ha habido aclaraciones sobre el desenlace del supuesto intento marroquí por volver a la UA, expulsando a la RASD. Como si la supuesta batalla diplomática sólo hubiese existido en el guión de una farsa mediática dirigida a insuflar moral de combate a la opinión pública marroquí.




 

lunes, 3 de junio de 2013

Hollande dice que la sucesión del presidente Buteflika no tiene porqué llevar Argelia al caos


Los presidentes François Hollande (izquierda) y Abdelaziz Buteflika en su encuentro en Argel en diciembre.



La perspectiva de que el presidente argelino Mohamed Buteflika no salga del último bache de su precaria salud abre dos hipótesis sobre el futuro de Argelia. Una apuesta porque, aunque no volviese de Francia con vida, el Frente de Liberación Nacional llevará a cabo su sucesión sin problemas. La otra, se sitúa en el extremo opuesto y no sólo prevé que en el FNL no van a tener la capacidad de liderazgo necesaria para una transición pacífica, sino que ello va a costarle al país un estallido social que lo sumirá en el abismo del caos.

Mientras el presidente Buteflika sigue hospitalizado en París y crecen los rumores de que está clínicamente muerto, el Gobierno en Argel asegura que el jefe de estado evoluciona favorablemente y, aunque falleciese, todo está bajo control. Pero, en los más de treinta días que el presidente lleva ingresado en Francia no ha hecho ninguna aparición ante las cámaras y, suponiendo que sea verdad que la sucesión está atada y bien atada, el Gobierno argelino no responde a preguntas sobre posibles nombres.

Para los partidarios de la tesis pesimista este silencio radio es un síntoma de que, entre bastidores, no sólo no tienen preparada un plan B sino que hay una pelea por la sucesión que no promete nada bueno. El vacío de poder y las divisiones, dicen, facilitarán que se encienda la mecha de esa “primavera árabe” que pasó de largo por este país pero podría prender en cualquier esquina porque el pueblo tiene motivos para estar insatisfecho. De ahí que los medios que exponen esta preocupación por el futuro de Argelia no se pierdan ni una noticia sobre disturbios, especialmente si son en el sur sahariano, huelgas, reivindicaciones sindicales o el descontento provocado por los escándalos de la corrupción de altos cargos.

La tesis pesimista tiene firmes y amplios apoyos en Francia donde tanto en la derecha como en la izquierda subsiste un fuerte resentimiento contra el FNL que rompió sus sueños coloniales en los años sesenta. Pese a sus invocaciones y maniobras para librarse de esta generación de antiguos rebeldes, los dirigentes del FNL lograron mantenerse a flote hasta hoy y sin renunciar a una política que en París tachan de antifrancesa. La conexión que en Argel se suele hacer entre este rencor neocolonial y, por ejemplo, el apoyo dado desde París a ciertos sectores islamistas en los peores momentos de lo que allí llaman la guerra contra el terrorismo de los años noventa, ha sido motivo de muchos sinsabores franco-argelinos. 

El presidente François Hollande, sin embargo, prometió en su histórica visita a Argel en diciembre que su gobierno iba a acabar con estas dobleces para iniciar así esa colaboración que está teniendo su primer brote verde en la gestión del conflicto maliense. Quizás por ello,  Hollande haya decidido el pasado viernes evitar posibles malentendidos que malogren su giro haciendo unas declaraciones muy coincidentes con lo que dicen en Argelia. No cree, dice Hollande que la sucesión de Buteflika entrañe ningún riesgo de marcha hacia al caos porque las instituciones argelinas son de lo más sólidas. Además, él es optimista incluso sobre la salud del presidente y dio  a entender de que todavía hay esperanzas de que pueda recuperarse y volver muy pronto a su país.

Llama la atención que la tesis pesimista tiene mucho pábulo en los medios dedicados a atacar la causa saharaui. Las noticias negativas con las que se regodean en sus publicaciones, especialmente las electrónicas, sobre los supuestos errores del Gobierno argelino, contrastan con los datos positivos que apuntan a Marruecos como una isla de estabilidad política y polo de desarrollo económico regional. 

En su afán por demostrar que la caída del tradicional rival de Marruecos en la región es inminente, hay quien incluso llega a decir que es la certeza que tienen los franceses sobre el mal camino que lleva Argelia la que les ha decidido a deshacerse de su participación en el Medgaz, el gaseoducto argelino que une Argelia con la costa de Almería. Se trata del 12% de este tubo de enorme importancia estratégica para España y Europa y que estaba en manos del francesa GDF Suez y por el que van a optar las multinacionales españolas Gas Natural Fenosa y Cepsa. Ambas reforzarán asi su posición en unos momentos en que la dependencia española del gas argelino sigue creciendo y ya supera el 54, 8%.

lunes, 27 de mayo de 2013

50º aniversario de la Unión Africana: el rey Mohamed VI lo celebra con un revolcón diplomático

Cartel de la cumbre en Addis Abeba  que ha celebrado el 50º aniversario de la creación de la OUA.


La diplomacia del rey Mohamed VI de Marruecos acaba de recibir un buen revolcón diplomático en el escenario africano. En la XXI Cumbre de la Unión Africana (UA) celebrada este fin de semana en Addis Abeba, la capital etíope, le han dicho alto y claro que no hay ningún inconveniente en que su país regrese a la organización siempre que sea sin poner condiciones que afecten a la participación en la misma de la RASD, la República Árabe Saharaui Democrática. 

La advertencia la hizo el responsable de la Comisión de Paz y Seguridad de la UA, Ramtane Lamamra, y siguió a ciertas maniobras con las que el Gobierno marroquí ha intentado dar a su opinión pública la esperanza de que la habilidad diplomática del rey Mohamed VI estaba a punto de acabar con la ausencia de Marruecos de la Unión Africana.

Lamamra dijo no hay problemas de parte de la UA para que Marruecos deje de ser el único país del continente africano que no forma parte de la organización integrada por 54 Estados. Al fin y al cabo el conflicto tuvo origen en la espantada que dio el padre de Mohamed VI, el fallecido Hassán II, con portazo incluido, cuando en 1984  la Organización de Unión Africana (OUA), antecesora de la UA, admitió a la RASD que se convirtió así en su miembro número 51. Desde entonces no hay más obstáculo a su regreso que la promesa que entonces hizo el rey Hassán II de que Marruecos no volvería hasta que no se expulsase a la RASD.

El rey Mohamed VI hizo recientemente un gira africana (que en realidad se limita a los satélites más sumisos a la influencia de Francia) a la que la prensa de palacio sacó jugo para subrayar que, pese a la ausencia de la UA, su monarca mantiene una gran influencia en el continente africano. Aún así, a Mohamed VI le ha debido de resultar difícil de explicar a su muy nacionalista y orgullosa opinión pública que Marruecos fuese seguidamente el único país africano que no iba a estar en las fotos de familia de la la XXI cumbre celebrada este fin de semana y, peor aún, en las de las solemnes celebraciones que en Addis Abeba han marcado el 50 aniversario del nacimiento de la OUA el pasado viernes, día 25, el Día de África.

Menuda diferencia con lo que allí llaman la “República fantoche” saharaui: mientras el máximo dirigente Mohamed Abdelaziz viajaba a Addis Abeba con una nutrida delegación, los marroquíes se tenían que contentar con celebrar el Día de África con una fiesta casera que consistió en la  inaguguración de una estela conmemorativa en una plaza de Rabat que han rebautizado con el nombre de Plaza de la Unión Africana. Una ceremonia con mucho empaque a cargo del ministro des Asuntos Exteriores marroquí Saad-Eddine El Othmani que subrayó “la profunda e indeleble unión de Marruecos a su continente”. 

Pero, la verdad, no hay color entre este plan y la oportunidad que Mohamed Abdelaziz tuvo en Addis Abeba de oír sonar el himno saharaui en el acto de inauguración, ver ondear la bandera saharaui en igualdad de condiciones con las de los demás 53 Estados africanos, y poderse encontrar en los pasillos o los salones del Millenium a la flor y nata de la diplomacia internacional que había acudido a la capital etíope poniendo de relieve la importancia del evento, desde el secretario de Estado norteamericano John Kerry, al secretario general de la ONU Ban Ki-moon, pasando por  el presidente francés François Hollande o la presidenta de Brasil Dilma Roussef, entre otros.

Para compensar, la prensa oficialista marroquí dio mucho bombo a las a las declaraciones con las que el decano de los embajadores africanos en Rabat aseguró que Marruecos es un Estado del que África “no puede prescindir” a la hora de afrontar sus desafíos y que se está haciendo lo posible para que pueda volver con el resto de la familia (es decir, a la UA) por la puerta grande y pisando alfombra roja. El optimista era el embajador de la República Centroafricana, que actualmente, está sumido en el caos y la violencia desde que la guerrilla del Seleka en marzo logró abrirse  camino hasta la capital, Bangui, y obligó al Gobierno a salir corriendo. Pero, omitiendo este detalle, sus solemnes declaraciones podían interpretarse como que en Addis Abeba algo se estaba cociendo a favor de la diplomacia marroquí.

Probablemente, el realce dado en Rabat a estas felices expectativas motivó que en la rueda de prensa que dio el responsable de la Comisión de Paz y Seguridad al final de la cumbre, un periodista preguntase por la posible vuelta de Marruecos a la UA. Pero el argelino Lamamra fue tajante al decir que no había habido cambios en la posición de la organización africana en relación al conflicto saharaui y, por lo tanto, no hay problema en que Marruecos vuelva pero siempre que sea compartiendo escenario con los saharauis. También dijo en términos inequívocos que la UA sigue pensando que la solución del conflicto debe estar en esa consulta libre y transparente que la ONU prometió a los saharauis. Lo hizo con varios giros, uno de ellos destacando que lo que hay que hacer es poner en marcha esa  “R” que hay en el nombre de MINURSO, la Misión de la ONU para el Referéndum del Sáhara Occidental.

Además de la contundente respuesta de Lamamra hay que destacar que esta cumbre extraordinaria en Addis Abeba ha dado la oportunidad a Mohamed Abdelaziz de subir al estrado con una intervención con la que pidió a la UA que ayude a los saharauis a liberar el Sáhara Occidental ocupado por Marruecos. En otra sala del edificio, Aminetu Haidar dio una conferencia de prensa sobre las violaciones de los derechos humanos y en la exposición dedicada a la memoria de africanos que destacaron en la lucha por la libertad de su pueblo, fueron incluidas las efigies de varios mártires saharauis, empezando por Bassiri, el padre del nacionalismo saharaui desaparecido en el trágico verano de 1970.

sábado, 25 de mayo de 2013

50º aniversario de la OUA. La revista Mundo Negro lo celebra con un número especial con "fichas" país por país, incluyendo a la RASD

Luis Esteban Larra (izquierda),  Jaume Calvera e Ismael Piñón, responsables de Mundo Negro en la reciente presentación del número especial de la revista para el 50 aniversario de la OUA.


El 25 de mayo de 1963, nació la Organización de la Unidad Africana, antecesora de la actual Unión Africana. En la revista Mundo Negro han marcado este 50º aniversario del panafricanismo con un número especial que, junto a artículos de grandes especialistas sobre el origen, desarrollo y balance de este intento integrador, contiene en sus páginas centrales, con formato de separata “un país por país” con datos políticos, económicos y demográficos de cada uno de los 55 países africanos, incluyendo a la República Árabe Democrática Saharaui (RASD) fundada por el Frente Polisario y reconocida por más de 80 Estados.

 El cuadernillo de fichas incuye así a los 54 Estados miembros de la UA y a Marruecos, único país del continente que no forma parte de la organización en protesta por la admisión del Estado creado por el Frente Polisario. Los responsables de la revista misionera (con más de 60.000 suscriptores) ya habían seguido este planteamiento en el número especial que publicaron hace tres años (África, 50 años de independencia) para celebrar el medio siglo de existencia de esta revista mensual que tiene su foco de atención sobre el continente africano. 

Como recordó en la presentación de este número especial el redactor jefe Luis Esteban Larra, Mundo Negro siempre ha estado muy comprometido con el pueblo saharaui en su tortuoso y todavía inacabado camino hacia la descolonización. Aunque, subrayó,  la decisión de que la RASD tenga su “ficha” como el resto de los países africanos no les ha supuesto ninguna duda, teniendo en cuenta que la bandera saharaui comenzó a ondear en la sede de la OUA a partir de 1984. Una realidad que podría servir de reflexión al ministro de Exteriores García Margallo en relación con esa iniciativa con la que el pasado día 20 diversas asociaciones, partidos, sindicatos y universidades le han solicitado por escrito que se de un estatus diplomático para el Frente Polisario.

La admisión de la RASD en la OUA, en 1984, desencadenó una de las crisis más graves de la organización. Lo recuerda en el artículo de apertura de este número especial el profesor y africanista José Luis Cortés López al hacer un repaso a la evolución de esa aspiración por conseguir la unidad en África que, como reconstruye en otro artículo el periodista y novelista ecuatoguineando Donato Ndongo Biyogo (exiliado en España), se gestó lejos de allí por obra de  los intelectuales negros de Estados Unidos y del Caribe, descendientes de las víctimas de la Trata de Esclavos, que tanto contribuyeron a que prendiese el grito de “África para los africanos” que vertebró el movimiento descolonizador.  

Hay debates en el panafricanismo que llevan años sin llegar a su punto final. Es el caso del tira y afloja que se produjo en el duro camino hacia el consenso que acabó alumbrando la OUA entre los partidarios de un panafricanismo más enérgico que apostaba por la unión política por un lado,  y el bando de los que exigían una unión más moral y gradual.

En el especial de Mundo Negro el economista togolés Yves Ekoué Amaizo  viene a dar la razón a aquellos padres de la fundación de la OUA (el senegalés Leopold Senghor, por ejemplo) que acabaron imponiendo la tesis moderada y que consideraban irrealista el ideal más radical que  defendían el ghanés Kwame Nkrumah o el tanzano Julius Nyerere. Este experto no renuncia a la quimera panafricanista pero pone el dedo en una de sus llagas: cómo iban a lograr los africanos la unión política, dice, si todavía tienen pendiente una integración económica que, como mínimo, afiance el comercio intrarregional que hoy en día no llega ni por asomo al nivel de intercambio del 15,7% de la alianza iberoamericana MERCOSUR. Pues bien, pese a estos datos demoledores no han faltado esta semana, entre las intervenciones de la XXI Cumbre de la UA que se está celebrando en Addis Abeba para marcar el aniversario, voces que han vuelto a remover el tema lamentando como una oportunidad perdida que no hubiese prevalecido la postura defendida por Nkrumah. 

Por el momento, en cambio, no ha habido quien ponga en entredicho el reconocimiento de la UA a la RASD. La organización envió la semana pasada a un alto representante a las celebraciones del 40 aniversario del Frente Polisario. En su intervención en los actos organizados en Tifariti, la capital de los territorios bajo control del Polisario, el mensaje de la UA fue inequívoco y expresó la determinación de la organización de estados africanos porque  se cumpla  el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui.

P. D. En la presentación del número especial de Mundo Negro se anunció un cambio de dirección de la publicación. Tras siete años de haber estado al frente de la redacción, el director Ismael Piñón cumple su sueño de volver a las misiones en algún lugar remoto de Chad. En su lugar, recién llegado de Suráfrica, toma el relevo Jaume Calvera Pi. ¡Bienvenido! Ismael, fue un placer colaborar contigo. Hasta luego, y suerte en el nuevo destino.





jueves, 23 de mayo de 2013

Max Liniger-Goumaz, el historiador activista: “Las elecciones de Guinea Ecuatorial son una farsa”




Max Liniger-Goumaz (en el centro) en la presentación de su nuevo libro en Madrid. A su lado, de izquierda a derecha, Mbuy Kabunda, Francisco Zamora, Justo Bolekia Boleka y Basilio Cañadas. 


A veces la labor del historiador se convierte en una poderosa arma contra la injusticia y el activismo a favor de los derechos humanos. Es el caso del investigador y ensayista suizo Max Liniger-Goumaz (Berna, 1930) autor de una extensa obra sobre Guinea Ecuatorial, Recientemente viajó a Madrid para presentar Guinea Ecuatorial. Memorándum, su último libro publicado por la editorial Sial. El acto se convirtió en un homenaje a la infatigable y tenaz labor que lleva cuarenta años compensando la indiferencia, no siempre casual, de los medios españoles ante el sufrimiento de uno de los pueblos más oprimidos de África.

El acto de presentación tuvo lugar en el Colegio Mayor de Nuestra Señora de África bajo la batuta de Basilio Cañadas, responsable de la editorial Sial y actual presidente de la Asociación de Africanistas Españoles de la que Liniger-Goumaz es miembro honorario. Junto a él, varios intelectuales nacidos en África agradecieron al investigador suizo haber contrarrestado con su aportación al "guineanismo" el olvido español que arrancó en los tiempos de la dictadura del primer presidente Francisco Macías, cuando el régimen de Franco impuso a los medios la "materia reservada" sobre lo que ocurría en la antigua provincia africana.

 El propio Liniger-Goumaz explicó que, a comienzos de los setenta,  le sorprendió la escasez en las grandes bibliotecas europeas de libros dedicados a Guinea Ecuatorial. Estaba preparando una estancia por razones de trabajo en el país que entonces estaba siendo azotado por la dictadura de su primer presidente, Francisco Macías. Tras ser expulsado por el tirano, decidió hacer lo posible para que Guinea Ecuatorial dejase de ser "la gran desconocida" de África. Los ponentes nacidos en África añadieron que, con ello, llenó un vacío del que acabaron siendo víctimas los propios africanos.

“Comencé a conocer mi tierra con las obras de Max Liniger-Goumaz”, dijo Justo Bolekia Boleka, español nacido en Guinea Ecuatorial y que hoy es investigador, escritor y profesor de la Universidad de Salamanca. “Con sus obras comprendí muchas de las cosas que ocurren no sólo en mi país sino en muchos otros del continente”, añadió al alabar la “libertad en estado puro” con la que el profesor suizo siguió denunciando las brutalidades y corrupción del actual presidente Teodoro Obiang, que derrocó a su tío Macías en 1979.  “Este blanco", añadió señalando al emocionado investigador, "no tiene miedo a la brujería africana y, todavía hoy, sigue señalando con el dedo y con las verdades que no encontraremos en otros grandes escritores”.

Mbuyi Kabunda (profesor de la Universidad Autónoma de Madrid) y Francisco Zamora Loboch (periodista y escritor) también destacaron  la “carga moral” de la obra del historiador-activista de los derechos humanos. 

“Leí su primer libro cuando todavía vivía en Lubumbashi, con 17 años, y me abrió la mente”, dijo Mbuyi Kabunda (originario del Congo que se llamaba Zaire). “No le ha temblado el pulso a la hora de retratar la incoherencia y falsa democracia que existe en este país; las fechorías y amistades peligrosas de su actual dictador y la contradicción que marca la enorme riqueza petrolera que ha convertido a Guinea Ecuatorial en el tercer productor africano y la miseria que padece su población, fruto del malgobierno y las complicidades externas con su régimen cleptócrata”. 

El historiador con su hija Gabriela (a la izquierda) y  dos admiradoras. 
El agradecimiento de los africanos es comprensible ya que Liniger-Goumaz comenzó a plantarle cara con sus escritos a la injusticia en África en unos tiempos en que, incluso fuera de España, lo que se estilaba era la tolerancia con los dictadores a los que se justificaba como un mal necesario ante la supuesta falta de madurez de los pueblos "nativos" para regirse con un gobierno democrático.  

No se trata de un debate superado. En el coloquio, fue inevitable que se le preguntase al profesor suizo su opinión sobre las elecciones que se van a celebrar en Guinea Ecuatorial el próximo domingo. “Una vulgar y deleznable farsa”, contestó Liniger-Goumaz tajante pese a que ese día todavía no se habían producido las detenciones con las que el dictador ha reprimido un intento de manifestación opositora en Malabo.

Pero la polémica se encendió apasionada cuando desde el público un antiguo residente en la entonces Santa Isabel, formuló una pregunta que contenía serias dudas sobre la viabilidad de un sistema democrático en Guinea Ecuatorial, dadas las profundas divisiones tribales que, desde antes de la independencia, han construido un grueso muro de desconfianza mutua, por ejemplo, entre los fang mayoritarios en la zona continental y los bubis de la isla de Fernando Poo.

“La etnia no es negativa sino positiva porque refleja la riqueza cultural”, le rebatió Mbuy Kabunda. “Yo no le debo nada a mis ancestros, porque lo que tengo me lo he ganado a pulso con el sudor de mi frente”, dijo también el annobonés Paco Zamora. También fue muy enérgica la respuesta del profesor  Justo Bolekia: “Hay que acabar con la visión neocolonialista de que el problema que nos arrastramos es que hay muchas etnias”.



lunes, 20 de mayo de 2013

La oportunidad perdida de Mohamed VI de mantener ocupado el Sáhara Occidental y seguir quedando bien


Una de las manifestaciones Manifestación registradas en El Aaiún tras aprobarse la resolución 2099, el pasado 25 de abril. / Foto: Red de Medios Radio Maizirat.



La prensa marroquí afín al rey Mohamed VI sigue vendiendo como un gran triunfo diplomático de su monarca el haber logrado mover hilos para impedir que en el Consejo de Seguridad de la ONU  prosperase la iniciativa estadounidense sobre derechos humanos y, en su lugar, se aprobase la descafeinada resolución 2099. Todo apunta, sin embargo, a que el majzén ha perdido una gran oportunidad de lograr mucho a cambio de poco. 

Una concesión del monarca alauita en materia de derechos humanos, ya lo dije, no garantizaba una aplicación inmediata ni efectiva a favor de las víctimas  saharauis. Los casos de Congo, Ruanda o Costa de Marfil constituyen un buen ejemplo de grandes fracasos en la defensa de los derechos humanos de los cascos azules de la ONU, ya sea por lentitud burocrática o porque hay miembros del Consejo de Seguridad activamente empeñados en favorecer a una de las partes del conflicto. 

El silencio en el informe del secretario general de la ONU sobre el escandaloso incidente que le costó una brutal paliza a tres jóvenes saharauis secuestrados por policías de paisano a la entrada del cuartel general de la MINURSO en El Aaiún refleja las pocas prisas de Ban Ki-moon por rectificar los más de veinte años de inacción onusiana en materia de derechos humanos en el Sáhara Occidental.

A la hora de explicar la cerrazón marroquí la tesis más habitual es que el rey Mohamed VI se opuso al proyecto de resolución propuesto por EEUU para evitar el peligro de que los saharauis, al sentirse protegidos por la ONU, se echasen a la calle a pedir la independencia. Un sí marroquí a la iniciativa estadounidense hubiese dado una importante victoria moral al pueblo saharaui, es cierto, pero a la vez, hubiese asegurado a la diplomacia marroquí la comodidad de convertirse en la mesa de arbitraje en la parte que acaba de marcarse un tanto con una mediática concesión.  Con esa baza, a Francia, Estados Unidos y España, les hubiese sido mucho más fácil enredar al Frente Polisario en una negociación muy ventajosa para la parte marroquí, por el mero hecho de situar en un mismo plano a agresor y agredido, como si el ladrón tuviese derecho a discutir si devuelve o no lo que ha robado a su legítimo dueño.

De hecho,Gerard Araud, el embajador de Francia ante la ONU volvió a recordar, tras aprobarse la resolución 2099, que la opción favorita de Marruecos para el logro de una solución pacífica es la vía de la negociación y que el Gobierno de Hollande siempre ha considerado que la mejor forma de avanzar en el respeto de los derechos humanos de los saharauis es a través de un diálogo bilateral del Frente Polisario con Marruecos. La estrategia del principal aliado del anexionismo marroquí es clara: poner el foco en los derechos humanos y correr un tupido velo sobre el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui y el referéndum, como si los atropellos marroquíes fuesen la causa del  desaguisado y no la consecuencia del mismo. 

El propio secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, marchó en esta dirección en su último informe en el que prefiguraba un escenario dominado por la negociación entre saharauis y marroquíes en el que cada una de las partes debía prepararse a hacer concesiones y corresponder a cada “toma” del contrario, con un “daca” de igual calibre. Si Marruecos hubiese dado su brazo a torcer con las competencias de la MINURSO, ahora sería el Frente Polisario el que debería estar moviendo la ficha del  "daca", para no quedar como la parte sin voluntad negociadora. 

Protesta en El Aaiún antes de la resolución 2099.
 Pero la pelota sigue del lado marroquí y, al final, la pesadilla de Mohamed VI se ha cumplido igualmente porque la indignación ha podido al miedo y decenas de miles de saharauis se manifiestan en los territorios ocupados cada día, desde que en Nueva York se aprobó la resolución 2099.  Lo peor para el monarca marroquí es que ahora es del dominio público que la total falta de competencias de los cascos azules de la MINURSO no es normal en la historia de las misiones de paz onusianas. Persistir en esta anomalía, desacredita a la ONU y carga de razón el grito con que los saharauis exigen justicia tras 22 años de espera, sin que la MINURSO haya organizado ese referéndum que se supone era el objeto de la misión. 

Un “toma” marroquí en derechos humanos hubiese dejado fuera de lugar la agitación callejera. Aún suponiendo que el júbilo popular hubiese adquirido excesivos decibelios,  la Administración de Obama hubiese podido aprovechar el prestigio que se ha ganado ante los saharauis con su frustrada intervención para presionar a los dirigentes del Frente Polisario a favor de la calma. De no responder a sus benefactores, el Frente Polisario hubiese sido fácilmente acusado de maximalismo o, lo que es peor, de falta de liderazgo sobre la población al otro lado de los muros. 

Ahora, en cambio, los maximalistas son los hombres de Mohamed VI y quien sabe si Obama no le dice al rey alauita eso de "ya te lo dije, cabezota, que te leyeses Il Gattopardo para comprobar cómo a veces, hay que cambiar algo para que todo siga igual". En cualquier caso, es el Gobierno francés el que se ha visto obligado a recomendar al régimen marroquí prudencia y respeto a los derechos humanos en un vano intento por detener la espiral que está dejando por los suelos la supuesta “apertura” democrática del monarca alauita. Si la situación se desbordase, a Hollande no le quedaría otra  salida para intervenir del lado de su peón favorito que cruzar los dedos para que, en alguna esquina del Sáhara Occidental, surgiese una amenaza yihadista susceptible de justificar un desembarco francés en el nombre de la paz y seguridad internacional.

jueves, 25 de abril de 2013

El Gobierno de Rajoy otorga una “enorme importancia” a los derechos humanos en el Sáhara Occidental. ¿Lo sabe García-Margallo?

                                   Comienzo de la campaña de la APDHE por la nulidad de los llamados
                                       acuerdos de Madrid, el 15 de abril de 2011. Foto: Ricardo Aznar

“El Gobierno otorga a la protección de los derechos humanos en cualquier lugar del mundo y, en particular, en el ámbito del Sáhara Occidental, una enorme importancia”. Eso es lo que asegura el director del Gabinete de la presidencia de Mariano Rajoy, Jorge Moragas, en una carta dirigida a José Antonio Gimbernat, presidente de la Asociación Pro Derechos Humanos de España (APDHE). La misiva de Moragas, tiene fecha del 10 de abril, y  responde a otra carta que le había dirigido Gimbernat al presidente Rajoy protestando por la indiferencia de su Gobierno ante las recientes condenas dictadas por un tribunal militar en Rabat contra 24 presos políticos saharauis detenidos en 2010 durante el brutal desmantelamiento del campamento de protesta de Gdeim Izik, en las proximidades de El Aaiún.

La carta de Moragas (aquí la tenéis) fue escrita cuatro días antes de que la Fundación Robert F. Kennedy que preside Kerry Kennedy, hiciese público que Estados Unidos había propuesto un borrador de resolución para que el Consejo de Seguridad de la ONU que está debatiendo sobre el Sáhara Occidental diese algún tipo de competencia a los cascos azules de la MINURSO sobre las violaciones de derechos humanos en la antigua provincia española. 

El ministro García-Margallo descalificó seguidamente esta iniciativa estadounidense diciendo que es “inviable” y la opinión del jefe de la diplomacia española ha determinado que el presidente Obama acabase retirando su propuesta y se aviniese a negociar otro texto de resolución mucho más descafeinado. La clave del peso que ha tenido España contrarrestando la iniciativa de la poderosa superpotencia es, una vez más, la autoridad que España sigue teniendo en este conflicto de cara al resto de miembros de la comunidad internacional por seguir siendo legalmente la potencia administradora del Sáhara Occidental. Es un hecho que no varía con las mentiras con las que los gobiernos españoles vienen mintiendo, desde 1975, a su opinión pública y la marroquí diciendo que España ya nada tiene que ver con el Sáhara Occidental en virtud de esos llamados acuerdos de Madrid que nadie sabe dónde están archivados.


Juan Antonio Gimbernat ante el Congreso de los Diputados. / R. Aznar
Lo más probable es que cuando Moragas escribió esta nueva respuesta a las misivas de Juan Antonio Gimbernat sobre el Sáhara Occidental, el Gobierno español estuviese ya al tanto de la iniciativa estadounidense sobre derechos humanos. Suponiendo que Moragas escribiese a Gimbernat sin tener conocimiento de cuál iba a ser la postura del ministro de Exteriores caben dos posibilidades: o el Gobierno de Rajoy ha tenido un súbito arrepentimiento y ya no quiere apoyar los derechos humanos en el Sáhara Occidental, o existe una contradicción entre lo que piensan en presidencia y la línea mantenida por García Margallo, con su apoyo al rechazo marroquí a la iniciativa de Obama. Sería conveniente que el Gobierno de Rajoy hiciese una aclaración al respecto. Si responde diciendo que en su seno no hay líneas contrapuestas, entonces Moragas debería explicar cómo piensa su Ejecutivo proteger los derechos humanos en el Sáhara Occidental poniéndose del lado de los torturadores.

Alguna pista sobre este lío quizás la encontremos en esa parte de este último texto dirigido a la APDHE en la que, junto a su enérgico pronunciamiento a favor de los derechos humanos, destaca “el permanente apoyo de España a las gestiones realizadas en el marco de las Naciones Unidas en la búsqueda de una solución política justa, duradera y mutuamente aceptable al conflicto del Sáhara Occidental”. Moragas dice que esta solución debe prever la “libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental” pero no explica cómo, a la vista de lo ocurrido con la propuesta de los derechos humanos, se pueda lograr una solución “mutuamente aceptable”, que sea del gusto de Mohamed VI. Como ya dije en Espacios Europeos, la cuestión de los derechos humanos tiene mucho menor calado de cara a una solución definitiva frente a lo que es la causa de los continuos atropellos que sufre la población saharaui por parte de Marruecos: el derecho a la autodeterminación saharaui que el reino alauita se niega a reconocer y que intenta contrarrastar con una monstruosa política genocida.

El “apoyo” a los derechos humanos del pueblo saharaui expresado por Moragas, en todo caso, un apoyo flojo y engañoso. Obvia esa cuestión que le viene planteando la APDHE a los Gobierno españoles en su campaña por la nulidad oficial de los llamados acuerdos de Madrid: que España no hace más que violar el derecho internacional con su empeño en no asumir de forma oficial e inequívoca sus obligaciones de potencia administradora y cumplir a rajatabla el art. 73 del capítulo XI de la Carta de la ONU. En este artículo relativo al grupo los Territorios No Autónomos en el que está incluido el Sáhara Occidental se dice muy claro que “los Miembros de las Naciones Unidas que tengan o asuman la responsabilidad de administrar territorios cuyos pueblos no hayan alcanzado todavía la plenitud del gobierno propio, reconocen el principio de que los intereses de los habitantes de esos territorios están por encima de todo...”

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