Una mirada a África como tablero de la geopolítica internacional

jueves, 25 de abril de 2013

El Gobierno de Rajoy otorga una “enorme importancia” a los derechos humanos en el Sáhara Occidental. ¿Lo sabe García-Margallo?

                                   Comienzo de la campaña de la APDHE por la nulidad de los llamados
                                       acuerdos de Madrid, el 15 de abril de 2011. Foto: Ricardo Aznar

“El Gobierno otorga a la protección de los derechos humanos en cualquier lugar del mundo y, en particular, en el ámbito del Sáhara Occidental, una enorme importancia”. Eso es lo que asegura el director del Gabinete de la presidencia de Mariano Rajoy, Jorge Moragas, en una carta dirigida a José Antonio Gimbernat, presidente de la Asociación Pro Derechos Humanos de España (APDHE). La misiva de Moragas, tiene fecha del 10 de abril, y  responde a otra carta que le había dirigido Gimbernat al presidente Rajoy protestando por la indiferencia de su Gobierno ante las recientes condenas dictadas por un tribunal militar en Rabat contra 24 presos políticos saharauis detenidos en 2010 durante el brutal desmantelamiento del campamento de protesta de Gdeim Izik, en las proximidades de El Aaiún.

La carta de Moragas (aquí la tenéis) fue escrita cuatro días antes de que la Fundación Robert F. Kennedy que preside Kerry Kennedy, hiciese público que Estados Unidos había propuesto un borrador de resolución para que el Consejo de Seguridad de la ONU que está debatiendo sobre el Sáhara Occidental diese algún tipo de competencia a los cascos azules de la MINURSO sobre las violaciones de derechos humanos en la antigua provincia española. 

El ministro García-Margallo descalificó seguidamente esta iniciativa estadounidense diciendo que es “inviable” y la opinión del jefe de la diplomacia española ha determinado que el presidente Obama acabase retirando su propuesta y se aviniese a negociar otro texto de resolución mucho más descafeinado. La clave del peso que ha tenido España contrarrestando la iniciativa de la poderosa superpotencia es, una vez más, la autoridad que España sigue teniendo en este conflicto de cara al resto de miembros de la comunidad internacional por seguir siendo legalmente la potencia administradora del Sáhara Occidental. Es un hecho que no varía con las mentiras con las que los gobiernos españoles vienen mintiendo, desde 1975, a su opinión pública y la marroquí diciendo que España ya nada tiene que ver con el Sáhara Occidental en virtud de esos llamados acuerdos de Madrid que nadie sabe dónde están archivados.


Juan Antonio Gimbernat ante el Congreso de los Diputados. / R. Aznar
Lo más probable es que cuando Moragas escribió esta nueva respuesta a las misivas de Juan Antonio Gimbernat sobre el Sáhara Occidental, el Gobierno español estuviese ya al tanto de la iniciativa estadounidense sobre derechos humanos. Suponiendo que Moragas escribiese a Gimbernat sin tener conocimiento de cuál iba a ser la postura del ministro de Exteriores caben dos posibilidades: o el Gobierno de Rajoy ha tenido un súbito arrepentimiento y ya no quiere apoyar los derechos humanos en el Sáhara Occidental, o existe una contradicción entre lo que piensan en presidencia y la línea mantenida por García Margallo, con su apoyo al rechazo marroquí a la iniciativa de Obama. Sería conveniente que el Gobierno de Rajoy hiciese una aclaración al respecto. Si responde diciendo que en su seno no hay líneas contrapuestas, entonces Moragas debería explicar cómo piensa su Ejecutivo proteger los derechos humanos en el Sáhara Occidental poniéndose del lado de los torturadores.

Alguna pista sobre este lío quizás la encontremos en esa parte de este último texto dirigido a la APDHE en la que, junto a su enérgico pronunciamiento a favor de los derechos humanos, destaca “el permanente apoyo de España a las gestiones realizadas en el marco de las Naciones Unidas en la búsqueda de una solución política justa, duradera y mutuamente aceptable al conflicto del Sáhara Occidental”. Moragas dice que esta solución debe prever la “libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental” pero no explica cómo, a la vista de lo ocurrido con la propuesta de los derechos humanos, se pueda lograr una solución “mutuamente aceptable”, que sea del gusto de Mohamed VI. Como ya dije en Espacios Europeos, la cuestión de los derechos humanos tiene mucho menor calado de cara a una solución definitiva frente a lo que es la causa de los continuos atropellos que sufre la población saharaui por parte de Marruecos: el derecho a la autodeterminación saharaui que el reino alauita se niega a reconocer y que intenta contrarrastar con una monstruosa política genocida.

El “apoyo” a los derechos humanos del pueblo saharaui expresado por Moragas, en todo caso, un apoyo flojo y engañoso. Obvia esa cuestión que le viene planteando la APDHE a los Gobierno españoles en su campaña por la nulidad oficial de los llamados acuerdos de Madrid: que España no hace más que violar el derecho internacional con su empeño en no asumir de forma oficial e inequívoca sus obligaciones de potencia administradora y cumplir a rajatabla el art. 73 del capítulo XI de la Carta de la ONU. En este artículo relativo al grupo los Territorios No Autónomos en el que está incluido el Sáhara Occidental se dice muy claro que “los Miembros de las Naciones Unidas que tengan o asuman la responsabilidad de administrar territorios cuyos pueblos no hayan alcanzado todavía la plenitud del gobierno propio, reconocen el principio de que los intereses de los habitantes de esos territorios están por encima de todo...”

martes, 23 de abril de 2013

España y sus opciones de acción con Guinea Ecuatorial vistas por otras potencias envidiosas y competidoras

El dirigente opositor Severo Moto a la derecha de Eugenio Pordomingo (Espacios Europeos) y su lugarteniente Armengol Engonga. Todos participando en Madrid en una manifestación de solidaridad con el pueblo saharaui.
Foto: Ricardo Aznar


En la entrevista que Severo Moto (el dirigente opositor de Guinea Ecuatorial) dio recientemente a Luis del Pino en es.Radio, hubo un interesante detalle que no incluí en el comentario correspondiente (aquí lo tenéis) porque merecía una reflexión aparte. Dijo Luis del Pino que había llegado a su conocimiento un informe del CNI, nuestros servicios de inteligencia, en el que constaba en términos claros e inequívocos que en 2004, el entonces presidente de Gobierno José María Aznar se había negado rotundamente a apoyar la conspiración internacional que se había puesto en marcha para derrocar al dictador Teodoro Obiang.

Según explicó Del Pino, en este documento quedaba patente que al enterarse el CNI de la trama que se había organizado con la participación, entre otras personalidades, de Mark Thatcher, hijo de la difunta dama de hierro británica,  los espías españoles habían informado al Gobierno de Aznar. Lo sorprendente es que, según este papel secreto, la inteligencia española recomendó a Aznar que apoyase el golpe. Pero, según Del Pino, Aznar reaccionó con un "tururú", entre otras cosas, porque su Gobierno estaba en el proceso de reanudar relaciones. Estaban en marcha unas prospecciones petrolera que se suponía iban a introducir a Repsol en el mapa de las petroleras instaladas en Guinea Ecuatorial y que en principio terminaron en una retirada de la multinacional española del que ahora llaman el Kuwait de África.

El informe del CNI se supone que demuestra lo equivocados que estaban en el PSOE cuando más tarde tendieron la sospecha de que el Gobierno de Aznar había apoyado al “golpista” (el calificativo despectivo es socialista) Moto contra Obiang al que siempre obvian llamar dictador, que es lo que es. Pero, como explicaba el propio Luis del Pino todo es muy raro en los hechos ocurridos en 2004 e impiden encajar a las piezas del rompecabezas. Es más, el único hecho con cierta certeza es el que resaltó, años después, una sentencia del Tribunal Supremo: que no era instigador sino peón de los auténticos cerebros con residencia en Sudáfrica y Reino Unido.

En cuanto a la posición mantenida por el Gobierno de Aznar y los servicios de inteligencia, hay otras versiones. Por ejemplo, la de Simon Mann, el jefe de los mercenarios que desde Sudáfrica salieron en un avión privado decididos a llevar a cabo el golpe de mano que quedó frustrado por su detención y la de sus hombres en Zimbabue, donde gobernaba Robert Mugabe, otro deleznable dictador africano, muy amigo de Obiang.


Simon Mann en la portada de su libro.
En el libro que Mann publicó tras ser liberado en 2009, (Cry Havoc, escrito en 2011 y reeditado en 2012), hizo un relato de sus planes y objetivos muy distintos a los que había descrito en las entrevistas que había tenido que conceder en los cinco años que tuvo que permanecer preso en las cárceles del régimen de Obiang, después de que Mugabe lo entregase junto al resto del equipo mercenario al régimen de Malabo. Entre otros asuntos, en su obra Mann asegura que España estuvo tan implicada en la operación, como lo habían estado la CIA norteamericana, los servicios británicos o los surafricanos.

“España está apoyando el golpe y ha prometido dar al Jefe reconocimiento internacional inmediato de facto a un gobierno interino de Moto”, relata Mann al evocar los preparativos de aquella fracasada operación que debía acabar con la dictadura nguemista. Es más, para el jefe de los mercenarios este dato había sido uno de los puntos que le había infundido grandes expectativas sobre el éxito de su expedición. La razón es que, como él explica, ese reconocimiento español era “un sine qua non” para el éxito de la operación, una formalidad sin la cual no había nada. En cambio, insiste, si España reconocía al Gobierno interino de Moto como legítimo, la Unión Europea y EEUU le seguirían. Es decir, que por la autoridad que se le reconoce como ex potencia colonizadora, si España desautorizaba el golpe, nadie lo iba a legitimar y, por el contrario, si tras tener éxito los mercenarios España daba su visto bueno, el resto de los Gobiernos claves en la zona del Golfo de Biafra, se unirían al bautizo del cambio en Guinea Ecuatorial.

Estas reflexiones de Mann reflejan cómo, pese a lo que suelen decir nuestros políticos, España sigue teniendo mucho peso en relación con el único país hispano del África subsahariana, de la misma forma en que cuenta mucho la opinión del resto de las potencias coloniales en relación con la política de sus correspondientes antiguos territorios africanos.

Según Mann el apoyo español a la sustitución de Obiang no se iba a limitar al reconocimiento político. El plan preveía que, tan pronto su equipo hubiese despejado el camino y situado a Moto al frente de un Gobierno interino que debía evitar un peligroso vacío de poder, el Gobierno de Aznar  iba a enviar unos mil efectivos de la Guardia Civil a la ex colonia para asegurar la estabilidad y buena marcha de la transición.

Resulta muy llamativa la reacción de los demás servicios de inteligencia implicados que se da en esta versión. Mann reproduce el diálogo de uno de sus enlaces con el resto de los servicios de inteligencia en el que su interlocutor plantea la necesidad de  frustrar esa parte de la operación relativa al envío de efectivos de la Guardia Civil: “No debemos dejar que esto ocurra. Dejaría a España demasiado poder en la nueva Guinea Ecuatorial y menos a nosotros”. Si Mann no se lo ha inventado, fuera de España está claro que no sólo veían muy bien acabar con uno de los peores dictadores del mundo sino que, si Guinea Ecuatorial hubiese sido su colonia, se hubiesen encargado de enviar “su” equivalente a efectivos de la Guardia Civil para asegurar su posición de preeminencia frente a los aliados-rivales.

Pero Spain is different. Cuando el atentado del 11-M aupó al Gobierno socialista de Zapatero, su ministro de Exteriores Miguel Ángel Moratinos, en lugar de criticar a Aznar por ayudar a uno de los más execrables cleptócratas del mundo a seguir en el poder oprimiendo a su pueblo, no paró de hacerle la vida difícil a Severo Moto. Gracias a ello, ahora que Moratinos ya no es ministro, sigue viajando a Malabo con la misma facilidad con que lo hace a Catar, en ambos casos sin que se sepa a santo de qué. A ver si en el Congreso de los Diputados sus señorías deciden investigar.


PD. En las anteriores entradas, olvidé de incluiros un artículo que escribí para Espacios Europeos en relación al extraño trato que la cuestión del Sáhara Occidental recibe de la prensa tradicional española. Por si acaso, aquí lo tenéis:

El diario ´El País´ le pide perdón a Angela Merkel. ¿Hará lo mismo con Aminetu Haidar?

 

jueves, 18 de abril de 2013

La iniciativa de Obama para el Sáhara Occidental deja en segundo plano la preocupante dinámica del “toma y daca” de Ban Ki-moon

Debate en la ONU, 2ª parte

El secretario general  Ban Ki-moon y su enviado para el Sáharaa Occidental, el diplomático estadounidense Christopher Ross. 




Eborrador de resolución para el Sáhara Occidental propuesto por EE UU para el Sáhara Occidental ya ha tenido sus efectos sobre terreno. El más evidente, es el de los aspavientos de disgusto de Marruecos. Otro, menos visible pero igualmente importante, es que la ola de optimismo que ha generado entre los simpatizantes de la causa saharaui, ha desviado la atención del último informe del Secretario General de la ONU sobre la situación en el Sáhara Occidental. Un texto (aquí lo tenéis) que perfila un triunfo diplomático marroquí en la vertiente política del conflicto, causa del mismo y de las violaciones de los derechos humanos.

 Se supone que este nuevo informe es el documento base para los debates que, el próximo día 25, desembocarán en una nueva resolución del Consejo de Seguridad de la ONU para el Sáhara Occidental. El borrador presentado por EEUU, en principio se dirige a solventar una de las consecuencias del conflicto la violación de los derechos humanos intentando ampliar las competencias de los cascos azules para que monitoricen los atropellos. Pero por muy cruel que sean las violaciones de los derechos humanos, no hay que perder de vista que son las causas del conflicto las que condicionan cuáles deben ser las medidas que den la solución que acabe con el mal definitivamente.

El problema de este informe de Ban Ki-moon, creo yo, es que si alguien nuevo en la materia tuviese que enterarse de cuál es el objetivo de la MINURSO (Misión de la ONU para el Referéndum del Sáhara Occidental) difícilmente tendría claro, tras la lectura de las 28 páginas que integran este texto, de dos cuestiones fundamentales: que el Sáhara Occidental es un territorio invadido y ocupado ilegalmente por Marruecos que controla el territorio violando los principios fundamentales de la Carta de la ONU y, en segundo lugar, que el objetivo de la MINURSO, cuando fue desplegada en el Sáhara Occidental en 1991, era la organización de un referéndum de autodeterminación. No se trata de una consulta propuesta por los saharauis sino de la medida que exige el cumplimiento de ese derecho inalienable que la propia ONU y un dictamen del Tribunal de La Haya reconocieron tiene el pueblo saharaui para decidir libremente si ser un Estado soberano, o adherirse a cualquier otra de las alternativas posibles.

Digo “era” porque da la impresión en este texto de que el plan inicial de la misión ha sufrido un cambio de planteamiento. Ban Ki-moon parece inclinarse por la tesis marroquí que asegura que el principal cometido de la MINURSO no es el referéndum sino una tarea militar que se centra en garantizar el alto el fuego. De hecho, la consulta es citada sólo transversalmente y queda reducida a la categoría de una posible opción, la del Frente Polisario frente a la opción marroquí anexionista de la autonomía.

La idea que uno saca de este texto es que hay dos "partes" en el conflicto, con la misma legitimidad y derecho a ser escuchado por la comunidad internacional: el Frente Polisario y Marruecos. No hay elementos que dejen claro que el pueblo saharaui en esta historia es la víctima  y que los marroquíes son sus agresores que ocupan el Sáhara Occidental cometiendo una flagrante violación del derecho internacional que la ONU nació para hacer cumplir.

El texto se adecua así a ese soniquete tergiversador que se ha abierto camino en la ONU de que la solución al conflicto debe ser "justa y mutuamente aceptable", es decir, tan aceptable para el ladrón como la víctima, y no la del cumplimiento de la LeyConsecuentemente, ya no se habla de cómo celebrar un referéndum torpedeado desde 1991 por Marruecos, sino de una solución negociada entre “las partes”.

En el punto 111 del informe, de hecho, Ban Ki-moon “insta” a que saharauis y marroquíes  entablen negociaciones. Lo hace diciendo algo que resulta preocupante: “En ese empeño, cada una de las partes debe aceptar que ninguna de ellas verá satisfechas todas sus demandas: más bien tendrán que aplicar una lógica de toma y daca”. Es decir, que cada “toma” de una parte, deberá ser correspondido por un “daca” del contrario.

Podría seguir hablando de lo muy favorable a las tesis del expansionismo marroquí que resulta la semántica de este informe. Pero, para que no se diga que sólo veo lo malo, añadiré que también hay cuestiones positivas para la parte polisaria. Por ejemplo, la iniciativa con la que Ban Ki-moon le ha exigido (¡por fin tras 22 años!) a Marruecos que retire sus banderas de las inmediaciones de la sede de la MINURSO en El Aaiún o que no imponga las matrículas marroquíes en los vehículos onusianos. Seguro que ambas medidas tendrán un importante impacto psicológico en la población saharaui de la zona ocupada

En el plano optimista, también está ese referencia a favor de que los cascos azules no tengan que mirar hacia otro lado cuando se violan los derechos humanos en la onda con el proyecto de resolución de EEUU.

Estos dos elementos son los que explican que los dirigentes del Polisario hayan dicho que el informe es “equilibrado”, aunque tibio. En clave positiva, sin embargo, por mi parte destacaría el punto 23 en el que consta que el presidente argelino Abdelaziz Buteflika se niega a que haya un referéndum que no de a los saharauis la opción de votar por la independencia. Este es un motivo de tranquilidad para los prosaharauis ya que Francia ahora necesita contar con el apoyo de Argelia de cara a su intervención en Malí y se supone que va a evitar posibles enfrentamientos con Buteflika en el escenario del conflicto saharaui.

Sin embargo, en esa dinámica del “toma y daca” que marca Ban Ki-moon en una salida por la vía de la negociación de las partes, hay que planterse qué margen le quedaría al Frente Polisario a la hora de cumplir con su “daca” ante un posible “toma” marroquí en el asunto de los derechos humanos. Ya hemos dicho en la parte que, pese a las apariencias, es posible que la ampliación de competencias de la MINURSO propuesta por EEUU, aunque en una versión descafeinada, acabe imponiéndose. 

 Aplicando el discurso de Ban Ki-moon el Polisario deberá entonces hacer una concesión a la altura del supuesto “sacrificio” que le supondría al rey Mohamed VI ceder en los derechos humanos, una concesión cuya supuesta importancia va adquiriendo entidad a medida que el majzén multiplica sus públicos pataleos al tradicional aliado estadounidense responsable del proyecto de resolución. A diferencia de ese otro informe en el que parecía haber introducido cambios en su discurso y roto el silencio sobre los incumplimientos marroquíes con la ONU, en este texto Ban Ki-moon hace borrón y cuenta nueva. No se dice ni mu de las continuas concesiones que, desde 1991, el Frente Polisario ha ido haciendo sin lograr ningún “daca” a cambio dejando el posible saco de sus "dacas" mermado a las cuestiones fundamentales de la celebración del referéndum y el derecho a la autodeterminación.

Esperemos que el presidente Obama tenga previsto algo al respecto. Un “daca” que alargue la perspectiva de una solución conforme a derecho, podría dar al traste con el efecto beneficioso que el "triunfo" polisario en materia de derechos humanos está teniendo entre la juventud saharaui, aplacando momentáneamente ese descontento que en la ONU tanto temen ahora que la inestabilidad reina en la región.

miércoles, 17 de abril de 2013

Iniciativa de Obama para el Sáhara Occidental: ¿Se opondrá Francia?

(Debate en la ONU, 1ª parte )



Kerry Kennedy con Aminetu Haidar a la que entregó el premio de su fundación Robert F. Kennedy por su lucha por los derechos humanos.


  
La noticia de que Estados Unidos se ha alineado con la causa de los derechos humanos en el Sáhara Occidental corrió el fin de semana como la pólvora entre saharauis y simpatizantes de su causa en todo el mundo como un nuevo síntoma de que “algo se está moviendo” en este conflicto estancado. La cuestión ahora es hasta qué punto esta supuesto cambio en la postura norteamericana puede infundir un golpe de timón efectivo a favor de una solución justa y definitiva de un contencioso en el que las violaciones de los derechos humanos son la consecuencia de la invasión ilegal de Marruecos de un territorio que no le pertenece.

Lo único que sabemos de esta novedad es lo que nos ha contado la Fundación Robert F. Kennedy cuando este fin de semana felicitó a su Gobierno por haber presentado un proyecto de resolución en la ONU para que la MINURSO (la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental), tenga competencias en materia de violaciones de derechos humanos en la antigua provincia española. No sabemos nada de los términos en que discurre lo que la fundación presidida por  Kerry Kennedy ha calificado con comprensible alegría de  “novedosa” iniciativa. El hecho de que ningún miembro de la Administración estadounidense haya desmentido la existencia de dicho borrador y la  preocupación con la que se ha reaccionado en Rabat, no sólo confirma la existencia de esta propuesta, sino que le está dando la categoría de triunfo diplomático saharaui.

Sin embargo, habrá que esperar hasta el día 25 para saber en qué queda realmente de este cambio que, de lograrse, daría a los cascos azules de la MINURSO unas competencias que habitualmente tienen todas las misiones de paz onusianas desde su primer arranque (la MINURSO inició su andadura en 1991). Será entonces cuando el Consejo de Seguridad de la ONU deberá pronunciarse sobre la cuestión en el marco de los debates que sus miembros celebrarán para decidir, como cada año, si prolongar o no esta misión que hasta ahora no ha logrado su objetivo: la celebración de un referéndum de autodeterminación al que Marruecos se opone.

No es una novedad que Estados Unidos haya tomado partido en el Consejo de Seguridad por el establecimiento de mecanismos de vigilancia en materia de derechos humanos en el Sáhara Occidental, frente a los partidarios de la posición marroquí, aferrados a una anomalía que garantiza la impunidad a la represión de los invasores. Los amigos del majzén, empezando por los gobiernos de Francia, han seguido asegurando pese a ello, que el apoyo norteamericano a la causa de los derechos humanos que pide el Polisario, no pasa de ser un espejismo.¿Podría ser el texto de ese borrador la prueba de que Obama podría simpatizar con la causa de la autodeterminación saharaui?

Se supone que si Estados Unidos ha presentado la iniciativa ha sido pactando antes con la propia delegación francesa en la ONU que es lo que se suele hacer para evitar rechazos frontales que, a su vez, generan inevitablemente conflictos diplomáticos indeseables en un contexto internacional que, desde la península de Corea, agita grandes tormentas. Nunca hay que excluir ninguna opción, pero sería de lo más sorprendente que la representación encabezada por Susan Rice decidiese salir al descubierto arriesgándose a un veto francés en la ONU como no fuese para dejar en evidencia al país que se jacta de ser la cuna de los derechos humanos y escenificar un enfrentamiento. Eso, sin contar con que los representantes de Marruecos ahora mismo ocupan uno de los asientos de los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad.

Ahora bien: el momento es favorable para un apretón de tuercas al bando franco-marroquí.  El conflicto de Malí ha forzado un acercamiento de Hollande al Gobierno de Argelia, que en un principio se oponía a la intervención francesa y, pese a seguir escéptica sobre sus resultados, no ha torpedeado. Oponerse frontalmente a la iniciativa de Obama sobre el Sáhara Occidental echaría leña al fuego en Argel a los sectores que consideran que ese giro franco-argelino no es sincero sino puramente oportunista y teatrero. Otra cosa es que, escudándose en el previsible enfado del majzénFrancia intente aminorar el golpe  logrando una resolución que, cediendo en lo esencial, sea lo más favorable posible a la posición anexionista.  

Esta estrategia de ceder pero con un control de derechos humanos lo más descafeinado posible permitiría a Hollande no quedar como el malo de la película dejando cosechar a Obama en solitario ese súbito brote de protagonismo que ha logrado en una región donde Estados Unidos no tiene pasado colonial, dejando muy atrás a España que en cambio sigue siendo la potencia administradora del territorio. Además, aunque la ONU aprobase un cambio en la competencias de los cascos azules su aplicación no tiene por qué ser inmediata. Recordemos, por tomar un ejemplo, el caso de Malí, en el que  el Consejo de Seguridad aprobó la posibilidad de una intervención internacional pero sin ponerle fecha,  razón por la que Francia decidió actuar por su cuenta. 

Aún así, en las negociaciones que se estarán desarrollando sobre el texto definitivo será decisiva la capacidad del bando franco-marroquí por lograr un texto lo más edulcorado posible frente a la del bando que, como viene ocurriendo en este tipo de debate, defiende un texto claro e inequívoco a favor de los intereses saharauis. De ahí que Kerry Kennedy haya promovido una campaña internacional que podría dar mucha fuerza a la efectividad de una medida de protección de los derechos humanos en el Sáhara Occidental. Seguro que mañana en su intervención en Madrid junto  a Javier Bardem (pinchar aquí para la convocatoria), nos hablará de ello.

viernes, 5 de abril de 2013

Obiang convoca elecciones para mayo mientras Severo Moto sigue sin poder salir de España


El dictador Teodoro Obiang
El dictador Teodoro Obiang.
ha convocado elecciones generales en Guinea Ecuatorial para el próximo 26 de mayo con la impagable tranquilidad de que el principal dirigente de la oposición en el exilio, Severo Moto, poco podrá hacer para incomodarle. Para empezar, el eterno rival del presidente (el segundo de la ex colonia española desde la independencia en 1968),  sigue sin poder salir de España por uno de esos misterios que obligan a navegar en aguas turbias en cuanto se habla de relaciones hispano-guineanas.

En una entrevista concedida a Luis del Pino en esRadio (aquí tenéis la primera parte y también la segunda), el dirigente ecuatoguineano ha aclarado la confusión que siguió al juicio que, tras cinco años de espera, iba a celebrarse el pasado 14 de enero. Lo que vino a decir es que el supuesto alijo de armas hallado en el interior de un coche en Sagunto, que sirvió como prueba para que lo acusaran de organizar un tráfico de armas cuyo objetivo se suponía era derrocar y asesinar al dictador Obiang, fue el epicentro de una siniestra trama construida a golpe de muchas mentiras. Por ejemplo: se dijo en un principio que el coche que debía embarcar rumbo a Malabo llevando las armas ocultas en su interior, era suyo; pero Moto asegura que jamás tuvo vehículo propio en España, en los más de treinta años que lleva viviendo en este país como exiliado político.

Otro dato interesante es la explicación que vino a dar Moto de por qué, al final, aceptó el trato que le ofreció la justicia para que aceptase reconocer su culpabilidad en un delito de  tenencia ilícita de armas, pese a que los gravísimos cargos de tráfico de armas e intento de asesinar a Obiang ya habían ido cayendo a lo largo de un farragoso proceso judicial. Se supone que, de esta manera, Moto aceptó cierta relación con las armas halladas en el coche que, subrayó en el programa radiofónico,  no era suyo y que colocaron en su interior peones de sus poderosos enemigos. ¿Qué enemigos? No lo aclaró pero dijo que las manos españolas y/o guineanas que participaron en la trama, una de las varias, organizadas en España para acabar con sus actividades políticas, obedecieron a los poderosos amigos con los que cuenta Obiang en las altas esferas del poder español.

Lo que vino a decir el dirigente opositor es que el 14 de enero aceptó en el juzgado la salida más fácil que le ofrecieron para librarse de un asunto impregnado por un “olor podrido a política”. Lo hizo con tal de recuperar el pasaporte que había tenido que entregar para no tener que esperar hasta el juicio en una celda de la cárcel de Navalcarnero, como suele tener que hacer todo ciudadano con cuentas pendientes con la justicia. 


Se supone que al haberse zanjado judicialmente la cuestión, libre de la acusación de supuesto organizador de conspiraciones e intentos de magnicidio, la que podría haberle costado varios años de cárcel, debería haber recuperado el pasaporte. Ya no hay peligro de que intente escapar a  un eventual castigo de la justicia ya que el delito de tenencia ilícita de armas conllevaba seis meses de cárcel que no cumplirá. Pese a ello, "problemas burocráticos" han impedido, al parecer, que recupere esa libertad de movimientos que necesita su actividad política. En cualquier caso, aunque se resolviese la cuestión en los próximos días, poco margen le quedaría a Moto para recuperar el tiempo perdido de cara a las inminentes elecciones guineanas.  


Moto atribuye sus males a los muchos odios que ha cosechado en el  PSOE. Efectivamente, cuando surgió el caso del alijo de armas de Sagunto gobernaba Zapatero y era ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos que sigue viajando a Malabo en condición de gran amigo de Obiang. Pero, ahora que lleva las riendas el PP que, según el PSOE, le mima y le quiere, ¿dónde está su pasaporte?

martes, 2 de abril de 2013

Hollande visita a Mohamed VI para que no haya dudas: la relación franco-marroquí sigue siendo muy especial


El  primer ministro Jean-Marc Ayrault durante su visita en diciembre a Casablanca donde inauguró el tranvía construido por empresas francesas.


La prensa oficialista marroquí está dando mucho bombo a la visita de dos días que el presidente francés Hollande inicia hoy en Casablanca. El mensaje de sus titulares tiende a destacar que Marruecos sigue siendo el socio favorito de Francia en el Magreb, entre otras cosas, por su estabilidad a prueba de primaveras árabes que se supone ha capeado gracias al plan de reformas políticas emprendido por Mohamed VI.

El ensalzamiento que este enfoque permite hacer de la capacidad de liderazgo y sabiduría de Mohamed VI, dando a entender que él no es un líder susceptible de correr la suerte de un Ben Ali o un Muammar el Gaddafi, deja en un muy segundo plano la polémica e irritación que en diciembre desencadenó en Rabat que Hollande rompiese la tradición por la que la tradicionalmente el primer viaje de un presidente francés al Magreb tiene como destino Rabat. Hollande no sólo no cumplió con el ritual sino que cambió Rabat por Argel, en un gesto sin precedentes que pretendía restablecer una equidad, al menos simbólica, en las relaciones francesas entre los dos estados rivales, escenificando el desagravio con el que, desde la descolonización, Marruecos ha sido el ojito derecho de la Françafrique, premiado y mimado por su docilidad y colaboración a costa de los intereses argelinos.

Tan importante es para el majzén ser el favorito de la madre patria en el Magreb, que Hollande tuvo que dar explicaciones al Gobierno marroquí de por qué, por una vez, ir a Argelia primero, no suponía un cambio de ritmo en las relaciones franco-marroquíes. Fue así como tuvo que enviar a Marruecos, antes de su visita a Argel, al primer ministro Jean-Marc Ayrault acompañado de “una delegación importante” para decir alto y claro que Rabat nada “tiene que temer de un diálogo más estrecho entre París y Argel” porque la asociación entre Francia y Marruecos es muy “especial”.

Hollande durante su visita en Argelia junto al presidente Butefkika.
Hollande no podía permitirse malentendidos con Mohamed VI. Marruecos es desde hace años un peón valiosísimo para la estrategia exterior francesa  y las primaveras de Libia o Siria han sido un buen ejemplo de lo rápido que cambia de bando la diplomacia alauita, dando la espalda a antiguos “amigos”, con tal de seguir el rumbo francés. Por eso para Hollande ha sido extremadamente oportuno que Marruecos ocupase un puesto entre los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad coincidiendo con la puesta en marcha de los planes que han desembocado en el despliegue militar francés en el norte de Malí.

El rey Mohamed VI, por su parte, tampoco está para enfados con la potencia que ha demostrado ser su principal aliada a la hora de mantener la ocupación ilegal del Sáhara Occidental. Además, para el monarca es fundamental mostrar a su opinión pública que cuenta con apoyos fuertes entre las superpotencias, no vaya a ser que cunda la sospecha de que se ha quedado solo: el fracaso en su intento de lograr la dimisión del diplomático estadounidense Christopher Ross del cargo de enviado de la ONU para el Sáhara Occidental, podría ser interpretado como un síntoma de que ya no cuenta con el poder que tuvo su padre Hassán II en Washington.

El presidente francés en la ciudad argelina de Tlemcén donde finalizó su visita argelina.
La prensa oficialista rabatí da ahora muchas explicaciones para atenuar la importancia de ese acercamiento franco-argelino, destacando lo “especial” y excepcional” que sigue siendo la relación franco-marroquí, pidiendo comprensión por la prioridad dada por Hollande a Argelia ante la urgencia que suponía para la solución de la crisis maliense que el presidente Buteflika dejase de oponerse a la intervención francesa; o que se regodee en las declaraciones con las que el portavoz del Elíseo, Romaní Nadal haya subrayado que Francia está decidida a recuperar el terreno perdido este año en el plano comercial por “razones coyunturales”, y recuperar la plaza de primer país exportador a Marruecos que España le ha arrebatado en 2012.

Aunque seguro que, además de negocios, Hollande y Mohamed VI hablarán mucho de la resolución que el Gobierno francés intenta que el Consejo de Seguridad apruebe este mes sobre Malí para que la ONU tome el relevo a sus tropas con una fórmula de cascos azules que libere a Francia del gasto que le supone la Operación Serval pero le otorgue el control de la intervención internacional. Por supuesto, también hablarán del Sáhara Occidental y del debate que el Consejo de Seguridad de la ONU tiene que celebrar próximamente para decidir si renovar o no la MINURSO, la Misión de la ONU para el Referéndum.

Compartir en redes sociales