Una mirada a África como tablero de la geopolítica internacional

lunes, 27 de enero de 2014

“Hacemos lo que decimos”, promete Rosa Díez. Pero, ¿y por qué no con el Sáhara?

Rosa Díez con  la plana mayor de UPyD en la gran  manifestación anual por el Sáhara Español en 2008.
Foto de Ricardo Aznar.



La redes prosaharauis están que arden con la reelección de Francisco Sosa Wagner como cabeza de lista de UPyD para las elecciones europeas. El único representante de UPyD en la Eurocámara se abstuvo en la votación para la ratificación del acuerdo pesquero con Marruecos, en un flagrante incumplimiento del programa y compromisos electorales del partido pese a lo cual, los militantes magenta le han votado con entusiasmo (más del 60%) en estas primarias en las que había unas 40 alternativas. Sosa Wagner seguro que está contento por ello pero su triunfo ha sido interpretado como la confirmación de que el partido de Rosa Díez respalda su contundente gesto de deslealtad hacia la causa saharaui con un doble juego traicionero más propio de la vieja política del PSOE y el PP que de las promesas con las que el partido de Rosa Díaz se propone  como la “alternativa” necesaria.

Antes de la reelección  ya se había generado una catarata de comentarios en relación a la noticia de la abstención de UPyD en la votación del acuerdo con el que la UE reconoce implícitamente que Marruecos tiene derecho a explotar y administrar las riquezas del Sáhara Español, como si una okupación ilegal le diese derecho a ello. La tormenta se desató con los artículos publicados en Espacios Europeos por su director Eugenio Pordomingo, que impidió con su texto que el no voto de Sosa Wagner siguiese pasando inadvertido, y el del  muy experto coronel  Diego Camacho, que de inmediato advirtió que no votar, en este caso, suma puntos a favor de la política anexionista de Marruecos y sus aliados. 

Seguidamente ha habido textos intentando localizar el origen de esa decisión. Hay quien como  David Bollero han acusado a Sosa Wagner de ser un personaje sin integridad, desleal y traicionero, como si la decisión hubiese sido ajena al resto del partido. Pero ahora vemos que Rosa Díez sigue sin dirigir la más mínima reprimenda al eurodiputado que ha dejado mal parado ese lema electoral que tanto le gusta airear a la dirigente de UPyD y que reza: “Hacemos lo que decimos y decimos lo que hacemos”. 
 Por el contrario, con motivo de las primarias (que al parecer por ahora sólo afectan al cabeza de lista), los comentarios de Rosa Díez han sido de un rotundo elogio para Sosa Wagner: “Un honor contar contigo para esta nueva etapa en la que habremos de lidiar con valor e inteligencia en defensa de la Europa política y social que los ciudadanos merecen y necesitan”. Rosa Díez tampoco ha dicho nada en relación a la insatisfactoria excusa con la que Sosa Wagner ha encendido de nuevo las redes sociales, cuando, en un acto sobre sus proyectos europeos, se vio obligado a responder a preguntas y dijo que no votó en contra del acuerdo con Marruecos porque recibió muchas presiones. Pues vaya ejemplo de fortaleza o ¿es que en UPyD creen que no iban a recibir presiones y, mucho más fuertes, si de verdad pudiesen ejecutar su propuesta de suspender la autonomía catalana?



UNA CURIOSA INICIATIVA PARLAMENTARIA DE UPYD. ¿NO LE LLEGÓ EL TEXTO A SOSA WAGNER? 

El gran analista  Javier Perote, ya explicó muy bien en su primer artículo sobre este misterio por qué no valen los argumentos de quienes intentan disculpar al eurodiputado asegurando que no es un gran conocedor del tema. Le bastó con recordar que en 2007, cuando la Eurocámara rechazó el acuerdo pesquero por ser contrario al derecho internacional,  Sosa Wagner fue de los que votó en contra y en sus exposiciones demostró que sabía de sobra que el supuesto beneficio económico para los pescadores españoles que airean los aliados del anexionismo marroquí, no era más que una enorme mentira. Mi única observación al respecto, es que no habría que remontarse a 2007 para buscar los indicios de incongruencia que apuntan a que el giro de UPyD se ha producido con inexplicable brusquedad y a sabiendas de que no votar en contra del acuerdo, nada tenía que ver con los intereses de un sector económico sino con los del anexionismo marroquí. Basta con repasar el texto de la Proposición No de Ley presentada por UPyD el 11 de noviembre pasado con un título inequívoco: “Proposición no de Ley relativa al rechazo al establecimiento de cualquier acuerdo pesquero entre la Unión Europea y el Reino de Marruecos que incluya directa o indirectamente en su ámbito de aplicación las aguas territoriales del Sáhara Occidental". Es decir, que en plena batalla sobre pros y contras de la ratificación del acuerdo, en UPyD tenían claro que la solidaridad saharaui sólo tenía un voto posible de su único eurodiputado: el del rechazo. 

En el texto de esta Proposición no de Ley de UPyD (aquí lo tenéis ) se subraya que un acuerdo pesquero que incluye “directa o indirectamente” en su ámbito de aplicación las aguas territoriales del Sáhara Occidental “conlleva una flagrante vulneración del Derecho Internacional, el robo de los recursos pesqueros del Pueblo Saharaui” y que, a la vez, daña “de manera inconfundible los fundamentos de la UE, basados en el respeto al Derecho Internacional”.  Tras aludir a que en UPyD todavía siguen creyendo que lo de los intereses de la flota pesquera es pura maniobra de distracción, este texto proponía al congreso de los diputados “oponerse activamente y con todos los medios jurídicos, diplomáticos y políticos a su alcance a que la Unión Europea suscriba tratado alguno de pesca con el Reino de Marruecos en tanto el ámbito de aplicación Geográfica del mismo no quede expresamente circunscrito a las aguas territoriales internacionalmente reconocidas al Reino de Marruecos”...
Otra observación que añadiría es que, mientras Sosa Wagner hacía lo contrario de lo que propugnaba esta PNL, ningún miembro de la dirección del partido advirtió de un cambio de opinión que invalidase lo sostenido en esta iniciativa parlamentaria. Confiados, incluso saharauis bien informados llegaron a agradecer públicamente lo que se creía había sido una posición bien diferenciada ante el PP y el PSOE unidos en un inquietante consenso. Ahora sabemos que esta diferencia en Estrasburgo sólo la marcaron el euridiputado de IU Willy Meyer y Vicente Miguel Garcés Ramón, un representante guerrillero del PSOE que se salió del guión de su partido. Puede que a los militantes de UPyD, entusiasmados con los sondeos electorales que auguran a su formación un apacible futuro de partido bisagra, les parezca absurdo que un “tema menor”  como es el Sáhara Occidental sirva de referencia para medir la consistencia del compromiso de su partido con las reformas con que Rosa Díez promete para cambiar y salvar a España. 

Lo mismo les pasó a los votantes del PSOE cuando en 1982 se dieron cuenta que su partido estaba dejando a un lado las promesas de Felipe González en los campamentos de Tinduf y les dijeron que la renuncia en relación a la causa saharaui era un sacrificio necesario para salvar la revolución de la clase obrera que el PSOE iba a acometer si seguía manteniéndose en el poder. Ahora, sin embargo, el vídeo de González diciendo aquello de "nos comprometemos hasta la victoria final" en los campamentos del Frente Polisario, circula como el símbolo no sólo de la flagrante traición socialista a la causa saharaui, sino del primer aldabonazo de una trayectoria política plagada de mentiras, corruptelas e imperdonables traiciones a toda la clase obrera en sus diversos escalafones que han alejado para siempre del partido de la rosa el voto de millones de españoles. 

PD. Me acabo de dar cuenta de que no había contestado a los comentarios de la entrada anterior. Perdón, lo acabo de intentar remediar. Más vale tarde que nunca, ¿no?

sábado, 11 de enero de 2014

El misterio del cable de Wikileaks sobre las conversaciones de EEUU y Argelia en 1975 a propósito del Sáhara Español

Abdelaziz Buteflika y Henry  Kissinger.



En la web Wikileaks ha desaparecido el original de un interesante documento desclasificado que plantea jugosos interrogantes sobre el papel desempeñado por la administración de los Estados Unidos en los turbios tejemanejes que desembocaron en la invasión marroquí del Sáhara Español, en octubre de 1975. El insigne profesor Luis Portillo Pascual del Riquelme, autor de una traducción del texto que llevaba años plácidamente expuesto así al acceso del público,  ha llamado la atención sobre este hecho alertando sobre un posible caso de censura.  Cabe preguntarse a quién molestaba el texto tanto como para tomarse la engorrosa molestia de lograr su retirada de la web más desafiante con los poderes oscurantistas del planeta. A falta de explicaciones por parte de Wikileaks, la pista principal es el texto en cuestión.

El documento, un producto de los archivos diplomáticos de Estados Unidos, se refiere al encuentro que el secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger celebró en París el 17 de diciembre de 1975 con el actual presidente argelino Mohamed Buteflika cuando este era el responsable de la política exterior de su país. En España ya reinaba el rey Juan Carlos y el Gobierno de esta primera monarquía posfranquista estaba dando los últimos remates a la farsa con la que se había optado por salir del Sáhara todavía oficialmente español, haciendo lo posible para que la comunidad internacional consintiese la ocupación ilegal marroquí del territorio. 

Lo primero que llama la atención al repasar el contenido de este texto es el tono cordial y distendido que preside el diálogo entre Buteflika y Kissinger, muy distante de las tensiones que hubiese cabido esperar del relato que solemos tener sobre las supuestas malas relaciones que en la época mantenían Estados Unidos y Argelia por encontrarse en bandos contrarios en el contexto de la guerra fría. La transcripción de esta conversación secreta tampoco cuadra con la visión que le echa la culpa del desaguisado español a las enormes presiones con las que el avieso imperialismo americano obligó a la España del franquismo agonizante a que entregase la provincia número 53 a Marruecos.  También aquí se supone que el objetivo era el de impedir el nacimiento de un Estado saharaui susceptible de caer en la órbita de Argelia y convertirse así, de acuerdo con esta lógica, en otro peón del eje soviético.
Sin embargo, desde el comienzo del encuentro, no hay nada que sugiera que la Argelia progresista y revolucionaria del FLN fuese, como suelen sugerir las versiones de la época, el enemigo número uno de Estados Unidos en el norte de África. Ambos políticos parecen competir entre sí en una amabilidad que busca evitar el mínimo malentendido. Tienen un evidente interés en atraer al contrario a su propio campo pero sin que ello pueda empañar una relación de la que ninguno tiene quejas, sino todo lo contrario.
 

El propio Kissinger subraya que Argelia es un país en el que Estados Unidos tiene muchos intereses y reconoce que ambos gobiernos mantienen una relación "muy positiva". De hecho, le agradece a Buteflika la cooperación argelina en el terreno político en relación con Oriente Próximo. Por su parte, el entonces ministro argelino le da la razón y suma a estos elementos la “formidable cooperación” que al parecer también existía ya en el campo económico. Si nos fiamos de este texto Argelia y Estados Unidos no estaban tan distanciados aunque, eso sí, ninguno de los dos tenía interés en que se notase demasiado.

 La obsesión por la guerra fría que con razón se suele atribuir a Kissinger por la guerra fría asoma en el intercambio de opiniones que ambos tuvieron en relación al conflicto en Angola. Ni rastro, en cambio, al hablar de la cuestión sahariana, segundo tema tratado el encuentro. Lo primero que hizo Kissinger al abordar este asunto fue adelantarse a Buteflika para asegurarle que, desde Washington, no se había hecho presión alguna sobre España y que, incluso, se había intentado disuadir al rey Hassán de Marruecos para que la Marcha Verde del 6 de noviembre no entrase en el Sáhara Español.

A la hora de explicar las razones de la no oposición estadounidense a la invasión, Kissinger pone mucho énfasis en que su postura no sea interpretada como un apoyo a Marruecos sino en clave de actitud neutral. Pero sobre todo, se desvive para que la actitud "neutral" de su Gobierno no sea interpretada como un gesto antiargelino. Intenta también justificarse con la supuesta ambigüedad del dictamen del Tribunal de la Haya, el escaso interés de Estados Unidos por el Sáhara o las dudas que le impiden ver que el caso tenga que ver con una “cuestión de principios”, como alega Buteflika, al compararlo con la cuestión palestina.

Por su parte, con mucha amabilidad, Buteflika va desmontando estos argumentos y le propone defender una solución que pase por la celebración de un referéndum de autodeterminación en el que los saharauis pudiesen decidir libremente su futuro. Este pasaje explica que cuando la organización de Assange colgó este cable en su sitio, algunos analistas proanexionistas se pusiesen rabiosos con la supuesta deslealtad (para los intereses alauitas) de Buteflika a la hora de abordar el conflicto saharaui. Aunque, probablemente, lo que mas les dolió al leer esta parte del resumen diplomático es que Kissinger, en principio, no se opusiese a la propuesta de Buteflika y le prometiese pensar en la solución del referéndum.

¿Hasta dónde llegó la sinceridad de Kissinger? No hay que perder de vista que, cuando se trata de investigación histórica, al igual que en periodismo, un documento no basta para esclarecer la verdad. Pero, desde luego, el principal beneficiario de la desaparición de este cable es la unanimidad con la que analistas de derechas e izquierdas atribuyeron a la hostilidad entre Estados Unidos y Argelia la gran baza con la que Marruecos, hace 38 años, se alzó con su primer triunfo en el Sáhara Español.

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