Una mirada a África como tablero de la geopolítica internacional

domingo, 5 de abril de 2015

Elecciones en Nigeria y el contexto internacional de la guerra contra Boko Haram



Vista de Lagos, la capital económica de Nigeria/ Benji Robertson

 El desenlace de las elecciones en Nigeria ha sido una  buena noticia para la causa del avance de la democracia en África que indudablemente tendrá repercusión en otras partes del continente.  Además, el reconocimiento del presidente Jonathan Goodluck de su derrota ante Muhammadu Buhari da al nuevo presidente una legitimidad muy importante a la hora de afrontar la lucha contra Boko Haram. Acabar con esta guerrilla de bandera islamista es el reto prioritario del nuevo mandatario que en ello no sólo se juega la paz y el desarrollo de la primera economía del continente sino también el prestigio de Nigeria como una de la principales potencias de la Unión Africana.

El nuevo presidente Muhammadu Buhari

Para lograr el éxito, el nuevo presidente Buhari tendrá que sortear escollos que no se circunscriben a las fronteras de su país. Alain Chouet, antiguo jefe de los servicios de inteligencia franceses de la DGSE causó cierto revuelo hace un tiempo al declarar en una entrevista a la publicación Afrik.com que Boko Haram ha crecido gracias al apoyo exterior recibido de las monarquías del Golfo, en especial de Catar y Arabia Saudí. La hipótesis tiene sentido si consideramos que ambos países intentan abrirse hueco en el negocio del gas, especialmente ahora que el precio del petróleo tiende a caer, y Nigeria es uno de los competidores que se interponen en su camino. 


El gaseoducto Transsahariano y sus conexión con la red argelina hacia Europa.

Las criminales acciones de Boko Haram no han afectado a la producción de gas y petróleo situada en el sur de mayoría cristiana. Pero, como advertimos en esta publicación, han creado serias dudas sobre la viabilidad del proyecto del gaseoducto transahariano o TSGP (Trans Sahara Gas Pipeline) que aspira a enlazar el Golfo de Biafra con la red gasista de Argelia, tras atravesar el norte de Nigeria de mayoría musulmana (de donde procede Buhari) y el vecino Níger, desestabilizados por Boko Haram. Esta obra monumental de 4.300 km de recorrido es la baza estrella de una alianza que Nigeria está forjando con Argelia, el segundo productor gasista del continente africano. El potencial que reuniría con ello la entente nigeriano-argelina consagraría la ventaja de estos suministros africanos frente a otros competidores, especialmente en relación al mercado de la Unión Europea que busca alternativas para recortar su excesiva dependencia del gas de Rusia.


 Generalmente, a la hora de abordar el relato sobre el yihadismo nigeriano no se suele hacer referencia a las consecuencias económicas de sus atrocidades. Buen ejemplo de ello es el análisis del propio Chouet: cuando explica el apoyo arábigo a la acción desestabilizadora de esta guerrilla, el superespía francés no sale de las coordenadas en clave religiosa. A él lo que más le interesa es insistir en la idea de que el auge de Boko Haram le viene de perlas a la OTAN para intervenir y, en especial, a Estados Unidos que es quien controla la organización. Se trata de un planteamiento muy coincidente con la postura del Gobierno francés. Siguiendo este esquema, una intervención de la OTAN en Nigeria sellaría la dependencia del gigante africano del Pacto Atlántico y permitiría a los estadounidenses poner el pie en un país que tradicionalmente ha sido uno de sus importantes suministradores de petróleo, pero que lleva una política  "poco sumisa" que no gusta en Washington. Lo que no aclara Chouet son los motivos de esta desaveniencia.

El derrotado Jonathan Goodluck.
Como también contamos en otra crónica, Jonathan Goodluck permaneció en el poder tras la muerte por enfermedad en 2010 del presidente Yar'Adua, por el mucho empeño que en ello se puso desde Washington, negociando incluso una delegación de republicanos y demócratas con sus rivales que entonces eran dirigentes de la mayoría musulmana. Goodluck se comprometió entonces a acabar con la corrupción y Boko Haram y los hechos muestran un fracaso estrepitoso en ambos frentes. 

En materia de lucha contra el terrorismo islamista, la parte más destacable de su estrategia fue su participación en la minicumbre sobre la seguridad de Nigeria que en mayo de 2014 organizó el presidente francés Hollande en París con los dirigentes de Camerún, Níger, Chad y Benín, los otros países africanos afectados por la extensión de Boko Haram y su posible unión a la franquicia magrebí de Al Qaeda. 

Hollande se había propuesto impulsar la creación de una fuerza multinacional regional integrada por fuerzas de estos cinco países africanos que desde París se prefiere a la eventual intervención otanista. De paso, la reunión escenificaba el acercamiento del anglófono gigante de África a Francia y sus satélites en la zona, una estampa poco habitual en la política africana francesa: Nigeria ha tendido a desconfiar de la francofonía desde que, en los años sesenta, París y sus satélites en la zona apoyaron la rebelión de los secesionistas de Biafra.


Hollande en la minicumbre de París de mayo de 2014 sobre la seguridad de Nigeria junto a Goodluck y el presidente de Níger, Mahamadou Issoufou ./ MAE/ Bruno Chapiron 
 

La minicumbre de París sentó las bases de una fuerza regional integrada por unos 10.000 efectivos dipuestos a acudir en ayuda de Nigeria. Las declaraciones con las que el propio presidente Goodluck reconoció la incapacidad de su ejército por resolver el problema sin ayuda exterior, lo puso en bandeja. Desde entonces, Hollande ha presionado mucho para que esta fuerza africana tenga las bendiciones de la comunidad internacional. Pese a sus esfuerzos, la reacción de sus aliados occidentales ha sido algo tibia, lo que ha limitado la capacidad de maniobra de su intervención. 

Mientras, crece la sospecha de que el fracaso nigeriano en el campo de batalla no se haya debido exclusivamente a problemas de incompetencia o desidia. Incluso Amnistía Internacional denunció el pasado enero que las autoridades de Abuja no hicieron nada para evitar los ataques con los que la guerrilla acababa de arrasar pocos días antes las localidades de Baga y Monguno, en la frontera con Chad. El ejército nigeriano tenía información muy completa sobre lo que iba a ocurrir pero el Gobierno decidió mirar hacia otro lado mientras los guerrilleros consumaban las matanzas.

Otro dato interesante sobre Boko Haram tiene que ver con la bomba informativa que soltó el pasado día 4 el Gobierno de Chad al asegurar que el 40% de las armas que ha apresado en sus eficaces acciones contra los guerrilleros son…francesas.  En Yamena, la capital chadiana dicen que no pretendían con ello acusar a Francia de suministrar el material a los yihadistas sino advertir a París de la necesidad de que controle mejor sus ventas de armas. A Hollande seguro que no le ha hecho ninguna gracia.



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